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Barrabrava mon amour 

Se conoció en estos días que el tema principal del último disco de Lali Espósito está dedicado a Pablo “Lokura”, un histórico barrabrava del Club Huracán, quien fue preso y quedó en silla de ruedas tras un tiroteo con la policía. Lali confesó que era su vecino cuando era una niña y vivía en Parque Patricios y “moría de amor por él. Era un barra muy peligroso y, a la vez, muy amoroso. Si se tenía que cagar a trompadas lo hacía, y si tenía que defender a los suyos, también», contó la popular cantante. La canción que ya es un hit comienza así:

“Es el terror del barrio.

tiene fama de desacatado.

No es solo un chico malo.

Acá lo llaman: Hijo del Pecado”

En la redacción de Peligro de Wolf dejamos de jugar a la Play 15 minutos y durante ese período que se nos hizo largo, nos pusimos a investigar. Descubrimos que “Lokura” no fue el único barrabrava que despertó la inspiración de cantautores y poetas. Hubo otros tres hinchas que fueron inmortalizados en diversas canciones: Manopla, Chorizo y Matías. Coincidentemente, los tres tuvieron un final poco feliz: dos fallecieron y uno se casó.

Manopla:

Marcelino Calamaro dedicó una canción al legendario hincha Manopla, que asistió a su último partido como barrabrava de Chacarita Juniors a los 87 años un 5 de agosto de 2016, cuando su gerontólogo personal le diagnosticó artrosis y hernia discal. “Cuando los pibes cantaban ‘El que no salta es de Atlanta’ y yo tenía menos movimiento que un pisapapeles, sentí que mi carrera estaba acabada”, sostuvo Manopla, quien puso así punto final a una carrera que comenzó en la temporada 1952, la tarde que ocupó el segundo paravalancha de la tribuna local del Cilindro. En toda su carrera, Manopla (Jorge Luis Bernardez, su verdadero nombre) arrojó 435 proyectiles, robó 26 banderas, cayó preso 34 veces y fue autor de 25 cánticos hirientes.

Les compartimos la canción dedicada a Manopla:

“Sin vos, Manopla nuestra hinchada

no será más que una vela apagada,

un sacerdote sin convento,

o la Legrand sin su programa.

Sin vos y sin tu aliento

tu equipo que es el nuestro,

no será más que un molino sin viento

o un yogur al que se le pasó

la fecha de vencimiento”

El Negro “Chorizo”:

El poeta Adalberto Cortez convirtió en un hit musical la particular historia del Negro “Chorizo”, quien, además ser un eximio barrabrava de Nueva Chicago, fue un reputado ladrón del barrio de Mataderos. Chorizo empezó en el oficio desde muy chico. Primero como amateur, integró varias bandas de punguistas y rateros, mas nunca tuvo una propia. Siempre debió contentarse con ser “campana”. Pero no bajó los brazos, asistió a talleres de robo a mano armada para perfeccionarse, se inscribió en cursos intensivos para motochorros y hasta participó en el “Seminario sobre Intimidación Física y Verbal al Asaltado” a comienzos de este siglo. La calle se ocupó de enseñarle todo los demás. Y ese progreso se vio coronado con el éxito. A los 43 años, Dios y la vida lo premiaron. “Chorizo” tuvo su propia banda de punguistas y rateros. Al enterarse del hecho, el mencionado poeta decidió escribirle una canción, dedicada al barrabrava Chorizo y a todos los pequeños ladrones que sueñan tener alguna vez su propia banda de robo:

“Chorizo es día de gloria hoy,

lo quiero celebrar.

Por fin tendrás tu propia banda para ir a chorear.

Ya no serás más un vulgar ladrón.

Tendrás prontuario en Capital,

una 9 milímetros también.

Una banda vas a liderar

tan solo vos.

Qué emoción, qué emoción.

No puedo ocultarla más.

No tendrás que envidiar

la banda del Gordo Valor.”

Matías:

Tres discos resumen la obra compositiva del poeta Celedonio Gómez: “Con permiso soy el Tango”, “Buenas noches, soy una milonga” y “Ábranme la puerta, soy un bolero importante”. En el primero de ellos, la pluma de Celedonio retrata la historia del barrabrava Matías, hincha furioso del club Comunicaciones de Agronomía, quien dijo presente en todos los partidos de su amada institución, soportó proyectiles de las barras contrarias, pero no resistió un flechazo de Cupido. Una bella japonesa conquistó su corazón, lo empleó en la tintorería familiar y tras pasar por el registro civil le prohibió asistir a la cancha de por vida. La influencia de Japón en Celedonio es asombrosa: tras una gira por Tokio, cambió a Pichuco por Pikachu y escribió otros tangos para nipones: “Milonguera de ojos rasgados”, “El último sushi”, “Anclao en Taiwan” y “Miku, Saki, Yua, Akari, geishas de Japón”.

El tango “Matías pollerudo”, de 1963, dedicado a este particular barrabrava, todavía se baila en los peringundines y antiguas academias de tango. Y dice así:

“Una cicatriz en la cara

y ojos muy negros tenía

el barrabrava Matías,

el más guapo de la hinchada.

Hasta los hinchas más fieros,

valientes guerreros

más mansos se hacían

cuando al paravalancha subía

y se ponía a arengar.

Ningún hincha jamás pudo derribar

el fervor por el club de Matías

hasta que al tablón cayó un día

una ponja que nadie conocía

y al promediar el partido,

aprovechando un descuido

al bravo Matías besó.

Matías le pidió el corazón

Y ella le dio el alma entera

y tras salir de la cancha

la geisha lo engancha

y en la tintorería

familiar lo empleó.

Ahora el bravo Matías

plancha noche y día,

con la ponja se casorió.

Hoy ya no canta la hinchada

porque a Matías su amada

que vuelva al fútbol prohibió”

Fuente: Pagina12

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