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30 años después, Oasis sigue haciendo ruido con «Definitely Maybe»

La reunión de los hermanos Gallagher coincide con el aniversario de su explosivo debut, por el que ni en el sello Creation apostaban demasiado. Aquí, la crónica de una grabación plasmada en una nube tóxica que no empañó el resultado.

Por fin, el mayor interrogante de la música rock tiene respuesta: Oasis anunció que se reúne para una gira de 14 conciertos el año que viene, poniendo fin a 15 años de intensas disputas entre Liam y Noel Gallagher. «Las armas han callado», rezaba el comunicado conjunto de los hermanos anunciando la noticia. Pero hace 30 años, cuando estalló por primera vez la apasionante guerra abierta entre los hermanos, todo era ruido.

Hay unos segundos al principio de Definitely Maybe, que esta semana cumplió tres décadas, en los que uno podría pensar que puso un disco de los Eagles. Un riff muy country suena sobre un trozo de guitarra grunge, como un atisbo lejano del sueño californiano, un oasis sónico, si se quiere. Diez segundos después, una batería decidida entra en acción, la guitarra acelera como una carrera hacia la gloria y una voz se eleva desde las alcantarillas de Manchester, reclamando las estrellas. «Vivo mi vida en la ciudad, no hay salida fácil», canta Liam mientras «Rock ”N’ Roll Star» levanta el vuelo, el ejemplo definitivo de la manifestación de ambiciones en la fría y dura realidad.

«La primera línea de esa canción es mi plan», dice Noel en el documental Oasis: Definitely Maybe, un documental de 2004 que repasaba la creación del álbum debut. «Me muero de ganas de salir de esta mierda cuando haya ganado un poco de puto dinero».

No tuvo que esperar mucho. Antes de que el álbum saliera a la venta, Oasis ya eran auténticas estrellas gracias a los bombos y platillos de la prensa en torno a los primeros singles «Supersonic» y «Shakermaker»», así como al Top 10 de «Live Forever». Y aunque el segundo álbum de 1995 (What’s the Story) Morning Glory?, que vendió 23 millones de copias, sería el disco que los convertiría en superestrellas mundiales, las 100.000 ventas en la primera semana de Definitely Maybe -de camino a un total de 15 millones en todo el mundo- lo convirtieron en el álbum debut más rápidamente vendido de la historia británica, y a Oasis en el fenómeno que se comió al britpop a la hora del almuerzo.

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En aquel momento, Alan McGee, copropietario de su discográfica Creation, que entonces tenía una deuda de 2 millones de libras, tenía unas ambiciones mucho más modestas para el disco. «Era más bien como si pudiéramos colarlos antes del siguiente álbum de los Stone Roses y quizá vender medio millón de copias y todos habríamos obtenido un resultado», dice en el documental. «La idea era sacar el disco para intentar salvar a una discográfica que se estaba yendo poco a poco a la quiebra«. McGee no sabía que su estratagema de rock manchesteriano de dinero rápido se convertiría rápidamente en un prolongado y costoso acto de fe, aunque en última instancia, en un gigante de la cultura del rock británico que generaría dinero.

Otros discos clásicos del britpop, como Parklife de Blur o Different Class de Pulp, rivalizan con él en calidad, pero Definitely Maybe ha envejecido mucho mejor, con temas todavía esenciales como «Columbia», «Supersonic» y «Cigarettes & Alcohol», que escapan de las endebles cadenas pop de su época y se adentran en el reino del rock atemporal. La reciente gira de Liam por los escenarios, en la que interpretó el álbum en su totalidad con motivo de su aniversario, fue su mejor actuación solista hasta la fecha, y su parada en Reading y Leeds superó con creces su show en Knebworth 2022. Incluso la historia de fondo del disco es legendaria, con «fantasmas» que consumen drogas, ataques de ácido, guitarras mágicas y varias referencias flagrantes a la cocaína que pasaron inadvertidas bajo la nariz de Radio One.

Por mucho que algunas de las letras sobre peceras y lasaña parecieran improvisadas en el último minuto tras demasiadas vueltas drogado de «I Am the Walrus» -y de hecho, el verso final de «Shakermaker» se escribió de camino al estudio, basándose en las tiendas de la esquina y los semáforos que Noel veía por la ventanilla del coche-, Definitely Maybe no fue un fenómeno de la noche a la mañana. Noel llevaba escribiendo canciones hasta cinco años, mientras trabajaba como ayudante de gira de Inspiral Carpets, los héroes indie de Manchester, y en los descansos de su trabajo despachando equipos para la junta del gas.

En contraste con la conceptualización de la escuela de arte, los caprichos a la Kinks y las inclinaciones culturales chic de la emergente escena britpop (Quadrophenia, The Italian Job, Performance), las canciones de Noel eran directos y melódicos retrocesos sin pretensiones a The Beatles, The Who, David Bowie y las cancioncitas televisivas de su juventud, empapadas de hedonismo heroico y emociones descaradas. «No intentaba impresionar a nadie con mis proezas líricas», afirma. «Escribía sobre cosas que me eran propias: coger, beber y tomar drogas».

Cuando se enteró de que Liam, su hermano pequeño y el más gallito de la ciudad, había sido contratado como cantante en una banda local de Manchester llamada The Rain, lanzada con poca destreza musical por el guitarrista Paul «Bonehead» Arthurs, el bajista Paul «Guigsy» McGuigan y el baterista Tony McCarroll en 1991- Noel se presentó en los ensayos e insistió en ser su guitarrista y único compositor, transformando lo que Arthurs llamaba su «estafa con cuatro melodías» casi de la noche a la mañana en una lista de canciones de rock primitivo, con los amplificadores al máximo. «Recuerdo a Noel entrando con ‘Shakermaker'», dice Arthurs. «Me quedé como… me estás jodiendo».

Multiplicándose como escobas de Fantasía, la gran cantidad de canciones de Noel permitió a los primeros Oasis -como se llamaron a sí mismos, por un local que aparecía en un cartel de la gira de Inspiral Carpets- grabar 13 demos en el estudio de The Real People en la primavera de 1993, tras haber conectado con la banda de Liverpool en una jam session a las 4 de la mañana. «Con el aspecto de estrella de Liam y su actitud, incluso cuando trabajábamos con ellos no decíamos si ocurriría… decíamos cuándo ocurriría…», comenta Chris Griffiths de The Real People.

Ocho de esas canciones se convirtieron en el demo Live Demonstration, una copia de la cual fue entregada a McGee la noche en que sorprendió a la banda cuando forzaron su entrada en el Wah Wah Hut de King Tut (en Glasgow) en mayo, y se ofreció a firmar con ellos en el acto. Cuantas más canciones escuchaba McGee, más ganas tenía de fichar a Oasis; calcula que Noel tenía 50 temas en la recámara cuando se conocieron. «Solía mentir y decir que acababa de componer una en el tren», cuenta McGee. «Tenía los dos primeros discos».

La volcánica versión demo de «Columbia» fue arrancada directamente de la cinta y lanzada como disco promocional de edición limitada, cosechando la primera atención de la banda por parte de Radio One. No está mal para una canción grabada en la 14ª dimensión. «Lo único que recuerdo de aquella noche es que se tomó mucho ácido», cuenta Noel sobre la sesión. «Todo el mundo estaba alucinando en el estudio e hicimos el demo que acabó consiguiendo unas 50 reproducciones en Radio One, todos colocoados hasta la cabeza».

La canción, probablemente los seis minutos más potentes de la obra de Oasis, había sido originalmente su música instrumental de acompañamiento, hasta que The Real People sugirió escribirle una letra. A partir de ahí, se convirtió en un homenaje al infame hotel de rock’n’roll que había sido su casa de citas habitual en Londres (la loca portada de «Cigarettes and Alcohol» se fotografió allí) hasta que les prohibieron la entrada en 1994 por destrozar el Mercedes del propietario desde arriba.

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Oasis en 1994 (Imagen: Kevin Cummins).
 

 

Oasis, un grupo imprevisible que se abría paso a través de la prensa con historias de desayunos con cocaína, peleas entre hermanos y su propia brillantez imparable, aún tenía mucha espontaneidad que ofrecer en su debut. En una sesión de prueba en Liverpool para su primer single, el tributo a los Stooges «Bring It on Down», no consiguieron grabar bien la batería; McCarroll sería apartado del grupo antes del segundo álbum, a pesar de que McGee creía que «el modo punk de Tony McCarroll realmente ayudó a ese álbum» y Morris afirmaba que «había magia en la estupidez» de su primitiva forma de tocar.

Como no quería volver a Creation con las manos vacías, Noel desapareció en una habitación trasera con un fatídico gin tonic y volvió media hora más tarde con «Supersonic» escrita entera. La famosa letra sin sentido surgió de su cabeza, inspirada por influencias como el BMW de Tony (hermano de Chris) Griffiths y la flatulenta rottweiler Elsa del ingeniero Dave Scott. «Me dijo: ‘Ya está, Supersonic'», recuerda Liam. La canción se grabó aquel día con un costo aproximado de 200 libras y se presentó a Creation como «nuestro primer single» en un hecho consumado; la misma versión demo acabó en el álbum terminado y dio a Oasis su primer éxito en el Top 40. «¿Por qué intentar recrear la genialidad?», dijo Noel sobre la decisión de no volver a grabar el tema, que describió como el «I Am the Walrus» de los noventa.

Cuando finalmente comenzaron las sesiones del álbum con el productor de los Kinks y Dr. Feelgood, David Batchelor, en los estudios Monnow Valley de Gales a fines de 1993, los clásicos estaban prácticamente descartados. Falto de guitarras, Noel pidió a su amigo Johnny Marr que enviara algunas al estudio. «Me envió esta Les Paul, y juro que me la llevé a mi habitación, la saqué de la funda, me senté y ‘Slide Away’ se escribió sola».

Ojalá el proceso de grabación hubiera sido tan sencillo. «Fue un álbum realmente difícil de grabar», cuenta McGee hoy. «Sobre el papel, no debería haberlo sido, porque se trataba sólo de una banda de rock’n’roll, pero como era Oasis, y yo había visto conciertos asombrosos antes de que entraran a grabar ese álbum, sabíamos que el listón estaba muy alto».

Las sesiones de Monnow Valley no estuvieron exentas de incidentes. Los Stone Roses estaban grabando en los cercanos Rockfield Studios y los dos grupos pasaban el rato juntos en sus ratos libres, compartiendo drogas, historias de carretera e historias de fantasmas. Una noche, drogado con setas, Mani, bajista de los Roses, conectó el tractor de Rockfield a las 2 de la madrugada, condujo hasta el estudio de Oasis e irrumpió en busca de alcohol. «Todo el mundo estaba en la cama, así que me puse a merodear por las habitaciones de la gente mientras dormían», relata en el documental. «Vi una gran pepita de hachís al lado de la cama de alguien, me acerqué para agarrarla y se quedaron petrificados porque les había contado una historia de fantasmas unos días antes sobre el fantasma de Monnow Valley».

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Noel y Liam en los comienzos.
 

Sin embargo, las grabaciones no tenían nada de sobrenatural. Separados unos de otros en el estudio, la química de Oasis se disipó y las tomas secas y sin aristas carecían de su rugido característico. «Sonaba como una versión domesticada de las grandes discográficas en lugar de como lo que eran», dice McGee. Dos semanas después, decidieron descartar toda la sesión y empezar de nuevo. «Siempre respetaré a McGee por eso», dice Noel. «Sólo dijo: ‘Vayan y háganlo otra vez… tienen que hacerlo bien'». McGee recordó la locura de jugarse el futuro de Creation por la banda, pero aun así se animó a intentarlo de nuevo: «Estaba un poco asustado, pero no hasta el punto de no firmar un cheque».

El segundo intento de Definitely Maybe embotelló la crudeza de Oasis en sólo cinco días. Con la banda tocando codo con codo en una habitación del estudio Sawmills de Cornualles en enero de 1994 y su ingeniero de sonido Mark Coyle coproduciendo junto a Noel, la magia del directo volvió al instante.

Hay que reconocer que a las grabaciones aún les faltaba algo de peso, y sin posibilidad de una tercera oportunidad, las cintas se enviaron al productor galés Owen Morris para que las mezclara y les diera forma. Quitó capas de guitarra superfluas y cortó los solos de Noel, más parecidos a los de Slash. «Estaba en la línea roja constantemente», dijo. «No hay dinámica, es todo a tope, hasta el final, y funcionó. En las máquinas de discos de todo el país ese primer año, Oasis sonaba más fuerte que todos los demás».

«Owen nunca había visto un concierto de Oasis», dice McGee. «Dios sabe cómo supo que ese era el sonido de esa banda, pero lo clavó absolutamente». Y, cuando apareció -anunciado en revistas de fútbol y programas de partidos, así como en los semanarios musicales, y envuelto en un llamativo arte de portada repleto de referencias personales (las películas favoritas de Sergio Leone de Noel en el televisor; fotos de Burt Bacharach y Rodney Marsh, del Manchester City)-, Definitely Maybe se abrió paso hasta la vanguardia del britpop. Mientras Blur, Suede y Pulp hacían discos irónicos y fantásticos sobre la observación de la cultura suburbana, el orgullo de los outsiders y el romanticismo de los poetas de pacotilla, Oasis sonaba como el espíritu inquebrantable de una Gran Bretaña que, según Noel, estaba «en el inodoro» después de Margaret Thatcher.

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Liam y Noel Gallagher hoy.
 

 

 

«Cigarettes & Alcohol» sigue siendo la celebración del hedonismo más altisonante del Britrock. «Somos el único grupo que ha conseguido colocar en el Top 10 una canción que aboga por el consumo de cocaína», afirmaba Noel. Una bravuconada generacional encontró su voz en «Live Forever», escrita en parte como respuesta a «I Hate Myself and Want to Die» de Kurt Cobain.

«Este hijo de puta, un tipo con muchísimo talento, tenía todo lo que yo quería», declaró Noel en 2007. «Era rico, famoso, estaba en la mejor banda de rock’n’roll de su época, ¡y escribía canciones diciendo que se odiaba a sí mismo y que quería morir! Mi forma de pensar era, bueno, yo me quiero y voy a vivir para siempre, man». Incluso la relativamente desechable «Digsy’s Dinner», la canción más Blur del álbum sobre los placeres cotidianos de una cena con lasaña, era un clásico listo para el microondas, aunque el propio Digsy (apodo de Noel para el cantante de Smaller Peter Deary) odiaba de verdad la comida. «Soy un hombre de tarta y papas fritas», revela en el documental.

En pocos meses, Oasis había salido de los pequeños clubes de Manchester y se había convertido en una banda de primera fila. Al parecer, sólo los autores de «I’d Like to Teach the World to Sing (In Perfect Harmony)» de The New Seekers, que demandaron al grupo por las similitudes entre «Shakermaker» y su canción, no se vieron arrastrados por su estela.

«Parecíamos captar el ambiente de mediados de los noventa», afirma Noel. «La gente siempre dice que el pasado es algo mágico y maravilloso, pero esa primera época de Oasis parece realmente el último período dorado de la música». ¿El mejor álbum debut de todos los tiempos? Tal vez. Lo que es seguro, sin embargo, es que cuando se celebren los conciertos de reunión el año que viene, serán las emociones viscerales de este disco, más que cualquier balada rockera de su material posterior, las que realmente capturen la conmoción del relámpago más brillante del britpop.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Fuente: Pagina12

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