Dejó Argentina por la inseguridad: hoy triunfa en Galicia
Magali Navarro se fue de Argentina a Galicia a principios de octubre de 2020. Aunque la decisión la tomó a partir de una oportunidad que surgió en plena pandemia, desde muy chica la joven quería experimentar cómo era vivir en otro país, aunque sea por un tiempo.
«Luego de dar muchas vueltas al tema durante varios años y analizar varios destinos, con mi pareja tomamos la decisión definitiva de probar suerte en Vigo, España, después de varios hechos de inseguridad que sufrí tanto yo como su familia», cuenta a iProfesional.
En Buenos Aires Magalí tenía lo que ella define como «un buen trabajo». «No me faltaba nada, pero en el último tiempo allá ya no me sentía segura saliendo a la calle», dice. Trabajaba de desarrolladora frontend y escribía en una reconocida revista sobre ambiente y sostenibilidad. Al mudarse mantuvo ambos trabajos de manera remota. Sumado a ello, hacía trabajos de marketing digital y fotografía, cosas que sigue haciendo en España, pero como un hobbie.
Además de trabajar en tecnología, Magali es Tripulante de Cabina y en Argentina, después de intentarlo durante 10 años, por tener una escoliosis leve no la tomaron. «Eso me desmotivó muchísimo, así que también emigré con la idea de, algún día, poder volar en alguna aerolínea europea», expresa.
Una oportunidad que no dejaron pasar
En 2020, el novio de Magali fue becado por la Xunta de Galicia para hacer un máster en una universidad de allá, por tener raíces gallegas. «Aplicó al proceso en plena pandemia y confinamiento, y para nuestra sorpresa quedó seleccionado», cuenta.
Y añade: «Lo tomamos como una buena señal. Teníamos que elegir una ciudad para vivir, y ambos estuvimos de acuerdo en que la mejor opción era Vigo por tener todo lo que buscábamos».
Vigo es una ciudad con mar, un entorno natural, la tranquilidad de un pueblo, pero a la vez el movimiento de una ciudad. «Es el equilibrio ideal entre ambas cosas», asegura Magali. Sumado a que tiene un costo de vida accesible y buen clima, «ni mucho frío ni mucho calor», según describe.
Cuando llegaron, Vigo superó ampliamente sus expectativas. «Fue una apuesta, porque nunca habíamos estado acá, y cuando llegamos nos dimos cuenta de que mejor no podríamos haber elegido», recuerda.
Magali asegura que Vigo superó ampliamente sus expectativas
Ambos ya conocían Galicia. Habían viajado con el objetivo de encontrar a la familia de su novio, separada luego de que sus abuelos y su papá emigraran a Argentina. «Recorrimos Santiago de Compostela y Lugo, con unos pocos datos, y tuvimos la suerte de encontrarla», narra.
«En el camino -completa- tuvimos un primer contacto con Galicia, su gente, su verde y su riqueza cultural, y nos enamoramos de esta tierra. Eso tuvo un papel fundamental a la hora de elegir este lugar como destino».
Los primeros pasos en Galicia
Para Magali y su novio, las prioridades fueron buscar «piso» (departamento), hacer los trámites para tener todo en regla e insertarse de a poco en la cultura gallega. «Mi empleador argentino me dio todo su apoyo para que mantuviera el trabajo desde acá, en remoto, con lo cual buscar trabajo no era mi objetivo principal, pero a los tres meses ya estaba trabajando para una empresa de Andalucía, también en remoto», comparte.
«No sé si fue suerte, pero a medida que daba los primeros pasos en España, las oportunidades fueron apareciendo solas: alquilar un piso, conseguir trabajo, comprar un coche, ir conociendo gente y formar amistades, estudiar», detalla esta joven que hoy trabaja de manera remota como desarrolladora frontend para una startup de Madrid y escribe para la revista.
También está estudiando un ciclo superior en desarrollo de apps. En paralelo, tiene un proyecto en redes que se llama Viajar Ligera (@viajarligera en Instagram) en el cual comparte mi día a día como migrante, mostrando cómo es Galicia y su cultura a los compatriotas que la siguen y cómo es la cultura argentina, para los españoles curiosos.
«Se produce un ida y vuelta hermoso entre ambas tierras, porque además los gallegos tratan de ayudar con información útil a los argentinos que están por venir», asegura la joven. Por otro lado, agrega: «Tengo la posibilidad de mostrarles esta tierra con ojos de viajera y contar de primera mano cómo fue todo este proceso de emigrar y cada etapa desde entonces».
¿Cómo es trabajar en otro país?
Según describe Magali, la cultura laboral es un poco diferente. «Hay otros horarios (acá comen más tarde, por ejemplo), pero las barreras que encontré fueron más por diferencias culturales: me pasaba mucho al principio que, aunque hablamos el mismo idioma, los términos que usamos en el día a día son diferentes, y eso daba lugar a malos entendidos, que no eran graves, pero no favorecen la comunicación».
«Todavía me pasa, pero aprendí a reírme de esas situaciones, y hasta lleva a un intercambio cultural interesante y divertido con mi equipo de trabajo», agrega. «Acá no suelen usar tantos términos en inglés como hacemos allá -algo que en tecnología, por ejemplo, es muy común-, entonces modifiqué un poco mi vocabulario cotidiano».
Segpun Magalí, la cultura laboral en Galicia es un diferente
Luego, «hay otras diferencias sutiles: acá en España se habla de sueldo anual, no mensual. De nómina, no de sueldo. Tenemos más días de vacaciones (yo por ejemplo tengo 23 al año). También, la oportunidad de elegir si el aguinaldo lo queremos cobrar dos veces al año (cobrar en 14 pagas), o prorrateado en el sueldo a lo largo del año (en 12 pagas). Solemos cobrar unos días antes de que empiece el mes, lo que da más comodidad y margen para planificar y pagar todo los primeros días».
En cuanto a la salud pública, «funciona bien, con lo cual no suelen ofrecerte prepagas, salvo algún convenio que tengan con alguna aseguradora en el que te cubren un seguro de salud o te sale menos que si lo contrataras de manera particular», detalla. «Los exámenes preocupacionales se hacen después de que te contratan, y sólo si vos querés, no son obligatorios. Le llaman reconocimiento médico», relata.
En el lugar donde hoy trabaja hay gente no sólo de toda España, sino también de otras nacionalidades, «algo que me parece buenísimo porque fomenta la diversidad en los equipos«, plantea. En verano, muchas compañías, como la que trabajo ahora, ofrecen jornada intensiva, algo que durante el verano se valora muchísimo porque cortás de trabajar a las 15 y podés disfrutar un más del día, ir a la playa o lo que quieras».
El resto del año trabaja de 9 a las 18:30, pero los viernes corta también a las 15. «Hay empresas que cierran durante la Navidad, Año Nuevo y Reyes, con lo cual tenés unas semanas más para descansar», agrega. «Otra cosa que me parece positiva es que, en general, las empresas suelen, como mínimo, ofrecer el SMI (Salario Mínimo Interprofesional). En Galicia, por ejemplo, te alcanza para permitirte una buena calidad de vida y ahorrar».
«Para las personas que están por graduarse y buscan tener experiencia en su rubro, hay algo que llaman ‘prácticas’, que sería como pasantías, y son obligatorias, pero si ya tenés experiencia relacionada las podés convalidar. De esta forma, ganás experiencia de lo que estudiaste y ves de primera mano cómo es trabajar de lo tuyo, la contra es que posiblemente no percibas ingresos mientras duren estas prácticas o, si los percibís, son menores que el sueldo mínimo».
Finalmente, si bien Magali aún no se embarcó en ningún desarrollo propio, comparte que hay programas y ayudas para emprendedores, y para fomentar la empleabilidad, sobre todo para menores de 35 años. «También hay iniciativas para ayudar a que los jóvenes se independicen«, agrega.
«En Galicia, es habitual que la gente salga a la vida más tarde», asegura
Esta desarrolladora frontend considera que «los lo/as argentino/as tenemos muy incorporada la adaptabilidad y la resiliencia. Somos abiertos, creativos y tenemos la facilidad de reponernos ante cualquier dificultad. Le damos para adelante y en las situaciones más cuesta arriba sabemos sacar a lucir nuestros talentos y virtudes para reinventarnos».
«Esa calidez que nos caracteriza, sigue, nos abre puertas y hace que la gente de otros países nos quiera como nos quieren».
Algo que le llamó mucho la atención cuando llegó es que en Galicia es habitual que «la gente salga a la vida más tarde», explica. «Puede que encuentres a alguien que tenga mi edad (30) y todavía no tenga experiencia laboral, pero quizás porque estudió uno o varios másters, algo muy común acá. En ese sentido, nos veo un valor agregado, que es que si llegamos acá con 20 y pico probablemente tengamos varios años de trabajo en el CV y eso nos posicione mejor a la hora de buscar trabajo».
Dar vuelta la página en busca de estabilidad en Galicia
«La inseguridad fue la gota que rebalsó el vaso», enfatiza. «Hoy miro hacia atrás y me cuesta creer que naturalizaba situaciones tan cotidianas como que mi novio tuviera que llevarme a la parada del colectivo o ir a buscarme, llevar la mochila adelante para que no me roben, estar compartiendo ubicación constantemente a mi entorno por las dudas, o no poder tomar un taxi sola o sacar el teléfono en la calle para no arriesgarme a que me robaran o algo peor».
Magali vivía en zona sur del conurbano, aunque es del oeste. «No me faltaba nada realmente, pero siempre estaban presentes los temas de inseguridad y la inestabilidad económica, que no te permite planificar a mediano o largo plazo: comprar una casa o un coche, irte de viaje o simplemente darte un gusto».
Sus proyectos allá los pudo trasladar. «Algunos se concretaron, como, por ejemplo, vivir en una ciudad costera o trabajar de manera remota. Espero el día de mañana poder emprender o comprarme mi casa, algo que veo bastante accesible acá. También viajar más seguido, algo que en Europa es muy accesible y fácil porque está todo cerca y bien conectado por tren, avión o bus. Las distancias son cortas y podés aprovechar hasta los fines de semana para recorrer e ir a otros países», detalla.
La inseguridad y la inestabilidad económica, las causas de su partida a Galicia
De Argentina extraña a su entorno, «la comida, el humor y esa calidez y apertura que tenemos hasta con desconocidos», dice Magali. «Cuando fueron los festejos del Mundial, me hubiera encantado estar allá festejando, pero es parte de la elección que hice y soy consciente».
Lo que no extraña es todo lo malo que frecuentemente nombran las personas que emigran: la inseguridad, la burocracia, la inestabilidad económica, la grieta política que se traslada al día a día en la sociedad y genera asperezas. «Si vuelvo a Argentina, es para visitar a mi familia y amistades, para viajar y recorrerla de punta a punta, incluso para pasar una temporada, pero no volvería a vivir allá. Elegí a España como mi casa y mi futuro, por lo pronto, está acá».
Sin embargo, alerta a los argentinos que ven en Ezeiza la única opción a futuro. «Emigrar no es sinónimo de que todos los problemas se solucionan, hay una imagen romantizada sobre vivir en el exterior y esa idealización hace que se alimente esa necesidad de tomarse un avión y no volver. En todos los países a los que vayan van a encontrar pros y contras».
«Lo importante, sigue, es tener en claro adónde quieren ir y, sobre todo, si es viable. Planificar es clave para que las cosas salgan bien, sino probablemente tengan que volver al poco tiempo. También estar abiertos a cualquier posibilidad, no cerrarnos sólo a lo que nosotros queremos o esperamos».
Para Magali, haber emigrado implicó sacrificios, principalmente el tiempo con la familia y amistades, «algo que no vuelve, pero el balance es positivo. Una se termina adaptando a mantener esos vínculos gracias a la tecnología».
Por otro lado, «ganás mucho: calidad de vida, tranquilidad, la posibilidad de ahorrar, proyectar a futuro, gastar sin preocuparte por si llegás a fin de mes, y mucho más», asegura. «Para mí, emigrar representa autoconocimiento, resiliencia y aprendizaje», agrega.
El destino también tuvo mucho que ver. Al hablar el mismo idioma, y Galicia tener un pasado muy conectado con la emigración, en especial hacia Argentina, «la gente te abraza con las palabras y la empatía que siente hacia nuestro pueblo», expresa. «De hecho, acá llaman ‘la quinta provincia gallega’ a Buenos Aires. Te sentís en casa, aunque no hayas nacido acá, y eso fue determinante para poder llamar ‘casa’ a mi nuevo hogar«.