Andrés Giménez: «Hicimos un disco a la vieja escuela»

Junto a Brujería y en El Teatrito, el trío dará muestras de una actualidad en la que se resume sus convicciones del momento: no ceder a la tentación de la perfección IA y un mensaje de «fraternidad, amor, verdad, sentimiento».
“No creo en la suerte, creo en el esfuerzo para hacer realidad el milagro. Como dice la canción de A.N.I.M.A.L.: ‘Milagro es la magia y la fuerza al querer’”. Andrés Giménez cita una obra suya de 1998 para explicar algo sobre su trabajo más reciente. En más de 30 años con la música, ¿la propia carrera puede ser un concepto que condicione la manera de hacer música? “Hay un pensamiento sobre lo que uno va haciendo, sin caer en la trampa de planear las cosas por creer que ése es el sí. Siempre tiene que existir la incertidumbre que te da el arte, que es bohemio. Es más bien decir: ‘Creo que de esta forma puede tener un efecto, pero no estoy seguro’. Si estás seguro de que esa es la forma, decí cuál es. Vamos al casino y hacemos saltar la banca”, se explaya el músico.
Legado es el disco que A.N.I.M.A.L. editó en abril de este año. Un material que invita a cabecear sobre los riffs primero, y a pensar sobre las dimensiones temporales que habitan en la historia del trío, después. “En algún momento tenés que definir para qué lado arrancar”, insiste el guitarrista y cantante desde su casa en el barrio porteño de Caballito. “No lo digo por el costado comercial, porque ya es comercial lo que hacés desde el momento en el que grabás un demo. Con Legado volvimos un poco a la raíz de A.N.I.M.A.L., es un disco con un sonido más vintage que todo lo que se escucha ahora y con un estilo particular de composición. No nos pusimos a pensar en hacer estribillos pegadizos, hicimos un disco de metal y nos nominaron para los Grammy latinos”.
El trío fue nominado en las categorías “Mejor álbum de rock” y “Mejor canción de rock”, por el tema que lleva el nombre del disco. Giménez está sorprendido. “No hago un disco pensando eso, y menos siendo una banda de metal, que tiene menos chances para ese tipo de premios mainstream, donde el rock está familiarizado con algo más tranquilo. Es muy loco estar ahí, pero nada me cambia, siempre fui la misma persona”.
En un mundo donde buena parte de la búsqueda está en el perfeccionamiento de la Inteligencia Artificial para que no delire ni cometa errores, y entonces sea tan fiable como para dejarla manejar las conductas, las siete canciones de Legado se presentan como contraoferta. Una exaltación de la crudeza, sí, pero también del error como virtud de lo humano, una expresión de vitalidad.
En los ‘90, A.N.I.M.A.L. fue una de las cabezas de la renovación del sonido del metal argentino: Fin de un mundo enfermo, El nuevo camino del hombre y Poder latino marcaron una época. Fue también un nodo de contacto con la escena musical del resto del mundo. Después de su separación en el nuevo siglo, el trío se regeneró en 2015 con la formación que había registrado Animal 6 en 2001, aquella con Marcelo Castro en batería y Cristian Lapolla en bajo. Este domingo 5 desde las 18 van a presentarse en El Teatrito (Sarmiento 1752), junto a Brujería.
“Es muy lindo tener la posibilidad de subir a un escenario después de tantos años de vida y de carrera”, se entusiasma el artista. “Cada vez que tocamos intentamos hacerlo como si fuera la última vez. Tengo 58 años y no sé hasta cuándo mi cuerpo me va a dar la posibilidad de hacer el estilo de show que me gusta hacer con A.N.I.M.A.L.. Es tratar de pasarla bien y entregar un buen show hasta que el cuerpo pase factura y bueno… ahí veremos qué hacemos”.
-Llamar “Legado” al disco implica haber reflexionado sobre el pasado y el presente del grupo. ¿Qué ves ahí?
-Específicamente en A.N.I.M.A.L. veo un pasado en el que pudimos, desde la virginidad de no entender absolutamente nada de lo que nos estaba pasando, darnos cuenta de que habíamos empezado a andar nuestro propio camino y a marcar un rumbo. Pasamos de tocar para 5 personas en el ‘92 a llenar un Obras en el ‘96. Momentos maravillosos que hemos pasado en los ‘90; otros un poco más tristes en los 2000, cuando dejamos de tocar por muchos años. Desde que volvimos en 2015 hasta hoy pasaron 10 años y sigo feliz de lo hecho. Creo que este disco nos hizo muy bien porque significó reencontrarnos con el sonido más puro de A.N.I.M.A.L.. Un disco bien analógico, grabado como hacíamos los discos en los ‘90. A futuro planeamos muchas cosas, la idea es grabar la segunda parte de este disco el año que viene.
-El proceso de creación de Legado parece haber sido muy consciente. ¿En qué consistió?
-Todo empezó el año pasado, cuando hicimos un festejo por los 30 años de un disco alucinante, que fue Fin de un mundo enfermo. Ahí me reencontré con algo que me impactó: una forma de componer, una forma desprejuiciada de expresar la canción. Me acordé de cómo componía con un radiograbador y una guitarra criolla en la cocina de mi casa, y mi viejo cebando mate al lado. La forma de grabarlo en vivo, cuando no existía el ProTools, no existía nada que te arreglara, era grabar en cinta y tocá bien porque queda mal, no hay nadie que te afine esto. Pensé que teníamos que volver a eso porque somos de la generación que no necesita de la tecnología para salvar lo que erra o lo que expresa. No necesitamos sonar perfecto. Entonces reuní a los chicos y les dije: «Tenemos que hacer un disco más vieja escuela. Grabar en vivo, con errores, sin metrónomo, no estar pendientes de la máquina ni de la perfección, todo va a ser humano. Y lo que esté errado, quedará así”. Tuve la suerte de que me acompañaran.
-En “Puño criminal” cantás: “Hoy, donde nada se puede saber”. ¿De dónde proviene esa ignorancia?
-Es la ignorancia del mundo en que vivimos. Un mundo totalmente devastado en el concepto del amor, de la emoción, del respeto. Y realmente hoy no se puede saber nada. No es por una cuestión política, a mí la política nunca me va a interesar porque me parece que es mentira, y la música es totalmente lo inverso: es fraternidad, amor, verdad, sentimiento. Vivimos en un mundo con cero tolerancia. Nosotros recorremos mucho Latinoamérica, salís a la calle y todo es cada vez más ilógico. Todo está tan mecanizado y digitalizado que se diluyó la parte humana y hay muy poca comunicación real. Vengo de una generación que no tenía celulares: nos juntábamos en una esquina a tomar una cerveza y escuchábamos todo un disco de Megadeth con un radiograbador mientras charlábamos de la vida. Está bueno intentar recuperar algo de lo que perdimos.