Espectáculos

Pablo Gorlero: «El teatro también sirve para avivar giles»

El director señala que la obra, publicada originalmente en 1964, está en sintonía con esta época. «Habla del fascismo, el negacionismo y la legalización del horror», señala. 

Pablo Gorlero leyó Incidente en Vichy (1964) hace cinco o seis años. La obra de Arthur Miller se instaló en su cabeza de inmediato y sintió un gran deseo de hacerla porque está en sintonía con la época. «La obra habla del fascismo, el negacionismo y la legalización del horror. Los personajes dan cuenta de lo que es el individualismo en una sociedad que pierde la noción de lo colectivo. A estos tipos que están en esa comisaría los intimidan, los interrogan, algunos logran salir y otros no. El fascismo se está expandiendo en todo el mundo y hay un crecimiento del odio hacia el diferente; acá es el judío, el gitano, el homosexual. Por eso es necesario mostrar esta historia», dice a Página/12.

La obra narra la tensión de nueve detenidos por los nazis en una comisaría de la Francia ocupada para una presunta requisa de documentos; entre los interrogados empiezan a circular algunos rumores de lo que está pasando: la detención de los judíos, los trenes cargados de gente, los campos de concentración, la muerte. Incidente en Vichy tiene una estructura coral y a Gorlero le gusta trabajar con multitudes en escena. «Tardé bastante en armar el elenco, me tomé mi tiempo para estar seguro. Muchos directores escribimos en una hojita los nombres de los personajes y, al lado, dos o tres actores que uno quiere para el papel. Casi todos aceptaron rápidamente. Con la mayoría no había trabajado nunca pero son artistas que admiro mucho y tenía ganas de convocarlos. Fue un proceso muy lindo», comenta sobre el equipo integrado por Marcelo La Valle, Mateo Chiarino, Patricio Coutoune, Rubén De La Torre, Jerónimo Dodds, Enrique Iturralde, Santiago Lozano, Julián Andrés Mardirosian, Mauricio Mendez, Mario Petrosini, Junior Pisanú, Rodrigo Raffetto, Marcelo Rodríguez, Mariano Sgallini y Pablo Turchi.

Gorlero es un teatrero entusiasta que suele ver entre dos y tres obras por semana. «Hay muchos actores que tengo vistos de varios trabajos pero sentía que a lo mejor no les daban la gran oportunidad para lucirse», comenta, y menciona a Iturralde, «un actorazo a quien conozco hace muchísimos años y con quien nunca había trabajado; acá él hace un papel relativamente pequeño pero que requiere de un muy buen actor». El director habla del mozo, el muchacho o los represores como personajes pequeños que «demandan muy buenos actores con ganas de lucirse en pocas líneas».

En relación al tono, Gorlero considera que «hasta en el drama más profundo uno encuentra momentos de respiro para el espectador» y ejemplifica su punto con el personaje del pintor interpretado por Pisanú. «Su nerviosismo, su ansiedad y su miedo funcionan dramáticamente pero causan gracia. Trabajamos bastante esa dimensión y algunos momentos de ironía. No es un drama profundo. Por supuesto es una obra dramática, pero también muy discursiva».

–La obra problematiza la negación y la sumisión. Muchos detenidos no pueden (o no quieren) creer lo que está pasando. ¿Qué resonancias tiene en el presente?

–Eso es lo que más me interesaba de la obra porque lo que Miller escribió no es obvio: él creó un grupo de seres humanos con dudas. Algunos dudan y otros niegan como quien en este momento niega que lo que está pasando en nuestro país es un desastre. En el fondo lo saben, no creo que haya mucha gente contenta viendo cómo les pegan a los jubilados cada miércoles. Acá los personajes están en una situación extrema, entre la vida y la muerte, la incertidumbre y las sospechas. En algún punto, cada uno intenta salvar su pellejo. Creo que al mostrar eso nos damos cuenta de que la salida es colectiva. El personaje del psiquiatra dice que cada uno tiene a su judío, incluso los judíos. Esto revela el odio hacia el diferente. Hoy, por ejemplo, si hablás mal del gobierno de Milei automáticamente pasás a ser K.

El director se define como un ávido consumidor de todo lo que pasó durante el nazismo. «No soy judío pero muchos de mis afectos importantes lo son y tengo el recuerdo fuerte de unos amigos de mis viejos que venían a casa cuando yo era chiquito. En una reunión contaron el modo en que los nazis habían entrado a su casa. No vale la pena reproducirlo pero fue terrible y a mí me quedó muy grabado –recuerda–. En el proceso leí mucho, vi un montón de películas y documentales enfocados en este período, y con el elenco tuvimos charlas con sobrevivientes de Auschwitz, fuimos al Museo del Holocausto y estuvimos con Hélène Gutkowski, sobreviviente de la Francia ocupada por los nazis. Para los actores es muy importante».

Gorlero fue periodista hasta 2023; se desempeñó como redactor y editor en La Nación, pero en algún momento empezó a descreer de su profesión y la abandonó para dedicarse de lleno al teatro. «Soy inquieto. Dejé el periodismo para dedicarme a lo que me gusta. No soy tan joven entonces encaro cosas que siempre tuve ganas de hacer. Por eso de repente estreno cuatro obras en un año. Hoy los medios son empresas periodísticas y cada uno tiene un discurso acorde a esa línea. A mí eso no me gusta; cuando estudiaba nos decían que había que hacer todo lo contrario. En el teatro encontré la forma de comunicación que no estaba encontrando en el periodismo, pero queda algo del periodista: necesito transmitir un mensaje. Algunos teatristas reniegan de esto pero a mí me gusta. A veces soy muy directo, otras no tanto, pero me parece que el teatro también sirve para avivar giles. Si puedo hacerlo, lo intento».

–¿Cuáles son los desafíos de producir en el teatro independiente hoy?

–No logré que ningún teatro oficial o comercial me atendiera el teléfono, entonces la única forma de hacerlo era el teatro independiente, donde todo cuesta mucho más. Hay un momento en el que uno se estresa y se desgasta pero el amor por lo que hacemos siempre va por delante. Uno lamenta haber perdido tantas cosas que se ganaron como el Instituto Nacional del Teatro. Para este gobierno, el artista es el enemigo n°1 y es tristísimo porque son logros que llevaron mucho tiempo. Que venga un caprichoso malvado a echar por tierra todo lo que se logró es muy duro. Pero como contra todo régimen opresivo, hay que salir a protestar.

*Incidente en Vichy puede verse los jueves a las 20.30 en Espacio Callejón (Humahuaca 3759); Interviú puede verse los miércoles a las 20.30 en Teatro Picadilly (Av. Corrientes 1524); y El puente puede verse los sábados a las 21 en Andamio 90 (Paraná 660).

Fuente: Pagina12

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