Pedro Chemes estrena su poema sinfónico Malvinas con la Sinfónica Nacional
La Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección de Federico Sardella, y el Coro Nacional de Música Argentina estrenan el próximo miércoles 5 en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK) el poema sinfónico coral del compositor argentino Pedro Chemes, una reflexión musical que entrelaza sonoridades de la música contemporánea y la popular y que se propone ser parte de la construcción histórico cultural del conflicto bélico que marcó a fuego el destino argentino reciente.
La obra de Chemes, que arrancó en la música popular décadas atrás con El Cuarteto de la Ochava que visitaba el tango de la Guardia Vieja y que en 2022 editó su misa sacra del siglo XXI «El pan compartido», se estructura en tres movimientos: La ida, El hundimiento del Belgrano, y Vidala del regreso, a través de un poema sinfónico, «la más libre de las formas de la música académica».
«Hacía muchos años que tenía ganas de escribir una obra de Malvinas, en parte porque veía que la música que yo transito no tenía ningún tipo de participación en las recordaciones y reflexiones colectivas que se suceden año a año a propósito de lo que fue esa guerra», cuenta Chemes en charla con Télam en una primera aproximación a este trabajo musical que se estrenará con un concierto con entrada libre y gratuita en el CCK.
«Para tener una idea, en ocasión de Malvinas era habitual que la Sinfónica Nacional tocara el «Réquiem» de Berlioz, me pareció que había un hueco ahí respecto de nosotros mismos y por eso me apareció la intención de crear este poema sinfónico en el que estuve trabajando los dos últimos años», remarca.
– Sos una persona de 63 años, parte de la generación de Malvinas, ¿cómo fue adentrarte en esta composición?
– Fue muy movilizante porque me acordé de muchas cosas que estaban pasando en ese momento y que tenían que ver con la situación política del país, como la marcha de la CGT a Plaza de Mayo del 30 de marzo de 1982, era un momento muy complejo en el que era muy difícil también entender dónde pararte, porque aparecía el tema del colonialismo y también el tema de la dictadura. Yo estoy muy ligado a Malvinas y durante la guerra estaba la cuestión de uno que estaba acá y los combatientes que estaban allá, después esa vuela dolorosa, traumática, el dolor de ver a los excombatientes pidiendo en los trenes, la manera como se les soltó la mano, todo eso fue muy doloroso.
– Sin dudas es uno de los grandes significantes de la historia argentina reciente.
– Vivimos distintos momentos respecto de Malvinas, existió toda una reflexión en los últimos años, el tema no quedó oculto y se pudo discutir, si bien Malvinas es algo no resuelto, un agujero; entonces quise dejar un testimonio desde el lugar donde yo hago la música y se dio algo interesante porque vengo trabajando desde la música popular y la académica desde hace muchos años y acá naturalmente, sin forzarme, fueron saliendo las distintas cosas, para evocar a los excombatientes del Litoral hice un chamamé y al mismo tiempo lo crucé con estructuras de la música contemporánea, y pude dialogar bien entre estos dos mundos musicales.
– ¿Cómo fue el trabajo compositivo?
– El poema sinfónico dentro de la música académica es como una forma más libre de poder expresarse y en este caso usé una técnica que ya había utilizado en la misa («El pan compartido») que son grupos de altura, que se organizan de distintas maneras, que no tienen que ver con la música tonal pero a la vez no te obliga a algo tan estricto como el dodecafonismo, entonces vos podés, como un pintor, armar tu paleta de colores. Junto con esto recurrí a un chamamé, una vidala, un tango que remiten más a lo afectivo.
– El poema está dividido en tres partes.
– El primer movimiento es más abstracto y usa la palabra hablada; en el segundo puse como un tanguito de la viejita que espera a su pibe siempre mezclado con estos elementos que me permiten que aparezca la cosa afectiva pero también la abstracción y toda la situación de incertidumbre que generó el hundimiento del Belgrano, que para mí es como una metáfora de la patria porque es un buque que está a la deriva bombardeado por una potencia extranjera; el tercer movimiento es la vidala del regreso, que evoca todo ese regreso triste aunque con un final abierto, ahí aparecen una vidala y una caja en un momento en que toma centralidad el coro, con un poema de Oscar Conde. Hubo como la escritura de tres situaciones: lo que es una ida, un desenlace trágico y un retorno con final abierto, tanto la música popular como la música contemporánea son muy ricas para relatar estas cuestiones, creo que poca gente describió ciertos momentos de la historia como (Bela) Bartok.
– ¿Es un movimiento habitual este cruce de lenguajes?
– Creo que la música argentina siempre dialogó con la época musical, de los años 60 para acá se desconectó de ciertos movimientos más universales y creo que tiró para atrás. Para mí la música argentina tiene que ir hacia otros horizontes porque rítmicamente es muy rica y el factor ritmo es un factor muy preponderante, tanto como puede ser una serie o una escala, los ritmos que tenemos y hemos desarrollado son muy ricos, y pueden dar, con otros elementos, cosas interesantes, ese es el lugar por el que voy yo.
– ¿Utilizaste reflexiones artísticas desde lo literario o el teatro sobre Malvinas para armar esta composición?
– Me basé en el recuerdo, en todo lo que se disparó a partir de volver a entrar en contacto con Malvinas, porque si lo pensás es casi la historia de uno. De chico me tocó vivir un determinado proceso político vinculado con los 70 pero mi proceso político adulto empieza un poco con Malvinas, eso fue fuerte, Malvinas es un tema que no está resuelto y lo llevamos encima, nos lleva a recuerdos colectivos que son tan importantes como los más personales.