¿Sabés qué es la vigorexia? Estas son las claves para reconocerla
Cuando la práctica de ejercicio y la tonificación del cuerpo se hacen patológicos, es posible estar en presencia de un trastorno conocido como vigorexia
Por Martina Stutz Dohmen
26/10/2022 – 20,30hs
Para muchas personas, mantenerse activos y saludables es uno de sus principales objetivos. En este proceso, el ejercicio físico y la alimentación sana son dos de los pilares fundamentales, dado que contribuyen al buen funcionamiento del organismo. En consecuencia, la persona se siente mejor y, en general, tiende a mantener y aumentar esos hábitos a lo largo de su vida.
Hasta ahí, no habría ningún problema. Sin embargo, en el camino de mantenerse saludables a través del ejercicio y la alimentación se puede llegar a caer en extremos en los que la imagen corporal se convierte en una obsesión estimulada por la idea de perfección que los medios de comunicación y redes sociales promueven a diario.
¿Qué es la vigorexia?
El culto al cuerpo se puede extender a tal punto que acaba por convertirse en un fin para lograr una imagen socialmente aceptada o para alcanzar posicionamiento en un deporte -o al menos así lo siente la persona-. Aunque siempre ha existido una preocupación por la imagen corporal a través de la historia, la proliferación de tendencias fitness -muchas de ellas impulsadas por las redes sociales- han aumentado los casos de enfermedades psicológicas como la bulimia, la anorexia y otra que se vincula directamente con la práctica de ejercicio y la tonificación del cuerpo: la vigorexia.
La vigorexia es una patología que fue descripta por Harrison Pope en 1993 y se conoce también con otros nombres, como dismorfia muscular, complejo de Adonis u obsesión por el ejercicio. Es un trastorno silencioso que afecta principalmente a jóvenes deportistas dentro de los 18 y 35 años, particularmente a los hombres, aunque también puede afectar a las mujeres.
La principal característica es la distorsión patológica que sufre la persona, que a su vez le provoca insatisfacción con su imagen corporal y desarrolla una obsesión por la musculatura, por ver su cuerpo tonificado. Para lograr esa meta practican ejercicio de manera adictiva, compulsiva y excesiva, al tiempo que no descansan lo suficiente.
Además, recurren a una alimentación saturada de proteínas y carbohidratos, eliminando las grasas y, en algunos casos, llegan consumir hormonas de crecimiento, esteroides y anabólicos generando serios problemas de salud como la insuficiencia hepática, infertilidad, hipertensión arterial, arritmia cardiaca, accidentes vasculares y algunos trastornos psiquiátricos como depresión y agresividad.
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La vigorexia suele afectar más a los hombres que a las mujeres.
Por lo general, quienes padecen vigorexia no se dan cuenta de su condición. No obstante, las personas que están a su alrededor son los que comienzan a notar los síntomas y advierten la existencia de la patología.
Estos son algunos criterios para diagnosticar una vigorexia
Es necesario plantearse qué síntomas o signos pueden indicar que la persona padece, efectivamente, una vigorexia. El Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM IV-TR), publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), menciona estos síntomas:
- El paciente se obsesiona con la idea de que su cuerpo debe ser más terso y musculado. Este utiliza una porción significativa de su tiempo en levantar pesos y planificar su dieta.
- La planificación y realización de los ejercicios ideales para mantener su tipo le hacen perder oportunidades laborales, personas en su entorno social y fallar en otras actividades.
- El paciente evita situaciones en las que debe exponer su cuerpo. Si no puede hacerlo, siente un claro malestar e incomodidad.
- La efectividad en el trabajo y entorno social disminuyen por su autopercepción insuficiente.
- Los potenciales efectos detrimentales de un entrenamiento excesivo (roturas musculares, p.ej) no frenan al paciente a la hora de ponerlo en práctica.
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La vigorexia puede afectar severamente la salud de quien la padece.
Para que un paciente se considere vigoréxico, debe cumplir al menos 2 de los 4 últimos puntos citados. A veces se confunde la dismorfia muscular con vanidad, pero nada más lejos de la realidad: el paciente no está agusto con su cuerpo, se ve pequeño y delgado y, por ello, trata de solventar sus supuestas carencias con entrenamiento físico que puede llegar a resultar peligroso. Una persona vigoréxica no encuentra orgullo en su cuerpo ni trata de llamar la atención con él, pues realmente, se siente acomplejada por lo que cree ser.