Espectáculos

Nación Ekeko: «Hay que conectar con el cuerpo»

Diego Pérez cuenta el largo proceso de producción de un disco fundado en la necesidad de un nuevo vínculo con la naturaleza, y cruzado por la fusión de lo electrónico y lo orgánico.

Con un pulso bailable y en conexión con los principios de la naturaleza, Nación Ekeko lanzó a fines del año pasado su cuarto disco de estudio, Gran espíritu (2024). “Lo que siento con este disco es que es algo que se viene macerando hace tiempo en mí. El proceso de las canciones y de producirlas duró dos años, pero todo el contenido y un poco de lo que hablo se viene macerando hace diez o quince años ya. Es la síntesis de todo un proceso personal”, explica Diego Pérez, el músico y productor detrás de Nación Ekeko. “Este proceso tiene que ver con los viajes que hago a las comunidades y los contactos con los artistas indígenas”, completa el artista antes de presentar su nuevo disco el viernes 11 de abril a las 20 en Niceto Club (Niceto Vega 5510), con invitados especiales como Camila Andersen, Kevin Johansen y Loli Cósmica.

El disco tiene una temática que lo atraviesa: los viajes por Latinoamérica, lo ancestral, lo espiritual y la naturaleza. “Es la sensación de sentir que somos parte de un todo, que no somos algo independiente que no se ve afectado por el entorno, sino que somos parte de una red de sentimientos, sensaciones, pulsos, vibraciones y aire”, fundamenta el músico chaqueño sobre el concepto de este disco que cruza lo electrónico y lo orgánico. “El gran espíritu somos todos en realidad. Y eso es un poco lo que uno siente en estos viajes. Lo que también traen como mensajes los pueblos originarios y lo que ellos vienen aprendiendo de las plantas sagradas”, precisa. “Ellos dicen que su universidad es la naturaleza. Toda esa información es lo que de alguna manera te transmiten las plantas sagradas de los rituales: que uno es parte de un todo y que no somos algo escindido de la naturaleza”.

-¿La poética de este disco la trabajaste estos años en los viajes con Nación Ekeko?

-Es un proceso personal porque empecé a ir a rituales y ceremonias de diferentes pueblos originarios para escuchar. Me interesaba mucho lo que pasaba musicalmente. A partir de ese contacto también hice el proceso de trabajar con plantas sagradas. Y eso inevitablemente te lleva a una transformación personal. Esas letras están reflejando todos esos cambios, transformaciones, sensaciones y saberes.

-¿En esos rituales encontraste algo más vinculado con lo espiritual y lo no racional?

-Son plantas que te dan mucha información tuya, consciencia de tus cosas, tu familia y tus redes. Pero esa información no llega desde un lugar intelectual. Quizás estamos acostumbrados a entender las cosas desde ahí, como si fuese un psicoanálisis. Te vienen como certezas pero físicas: vos sentís en el cuerpo lo que vas descubriendo. Se hace carne la información: no necesitás ir a comprobar que sos parte de un todo, lo sentís. Es decir, llegan desde un lugar mucho más corporal y espiritual que quizás otras cosas que estamos más acostumbrados en el mundo occidentalizado, que tienen que ver con el entendimiento y la comprensión desde la cabeza.

-¿Y cómo traducís ese aprendizaje o esa información en música?

-Me llevó mucho tiempo macerarlo y bajarlo porque no es fácil. También porque sentía que era algo muy personal. En este momento sentí que estaba bueno abrir algunas cosas al mundo y sobre todo porque siento que es un momento del mundo en el que se necesita hacer hincapié en algunos de estos principios vinculados a la naturaleza. Casi todos los pueblos originarios de Latinoamérica te hablan de que somos parte de la naturaleza, de que la vida en comunidad es la única forma de vida y te hablan del respeto a los ancianos. Estamos en un momento del mundo y del país en el que son muy necesarios estos principios.

-¿Cómo dialoga este disco con un presente dominado por el individualismo y las lógicas del mercado? Esta obra propone otros valores, como la importancia de lo comunitario y el respeto a la naturaleza…

-Está bueno hacerlo consciente y traerlo al presente. Hay mucha gente desesperanzada y uno siente que tiene que afrontar la vida de una manera individual, que hay que valerse por uno mismo y todo eso que nos dicen. Creo que eso genera mucha depresión en la gente, una de las enfermedades más comunes ahora. Me parece que tiene que ver con una desconexión, con haber sacado los pies de la tierra, con no conectarte con los afectos, con no escuchar al otro. Y con no escuchar el corazón. Por eso hice una versión de «Hablando a tu corazón», de Charly García. Me pareció muy en sintonía con las letras del disco: «No importa el lenguaje ni las palabras/ Ni las fronteras que separan nuestro amor/ Quiero que me escuches y que te abras/ Le estoy hablando a tu corazón». Cuando volví a escuchar esa letra después de mucho tiempo fue como una revelación, como algo que necesitaba traer de nuevo al mundo.

En el disco, el músico entrega una versión amazónica y bailable de “Hablando a tu corazón”, un tema originalmente grabado en el EP Tango (1986) de García y Pedro Aznar. En este caso, Nación Ekeko contó con la colaboración de la colombiana Andrea Echeverri (Aterciopelados) y la argentina Antonella Restucci. “La canción original tiene una sonoridad muy ochentosa. Entonces, la empecé a tocar con percusión, djembé y cantarla. La escuché de manera consciente y me sorprendió lo que decía la letra”, cuenta Pérez. “Me costó mucho llegar a algo que tuviera que ver con una sonoridad más amazónica, más selvática, más de percusión afrolatinoamericana. Porque la letra te podría estar hablando de la naturaleza. Entonces, se me ocurrió que estaba bueno grabar con alguna voz que no fuera de rock argentino, sino de otro país de Latinoamérica. Ahí pensé en Andrea Echeverrí”. Además, en el disco participan como invitados Kevin Johansen en «Leguero», Loli Cósmica en «Vuela baila» y el colombiano Elkin Robinson en «Planta en el alma y canta».

-¿Hay una intención clara también de generar el ritual del baile y la danza, no?

-Sí, totalmente. Estamos muy acostumbrados a que llegue todo muy directo al intelecto y al entendimiento. Pero está bueno primero conectar con el cuerpo y que los mensajes lleguen cuando uno ya está abierto de otra manera. Me gusta mucho que la gente pueda venir a conectarse con el cuerpo con la música y que esos mensajes entren de manera más orgánica y no tan directo a la cabeza. También me permite improvisar, juego mucho en vivo con loops y voy variando instrumentos. La forma que tiene la música para danzar es mucho más abierta que la que tiene el formato canción con estrofa y estribillo. Me gusta eso porque me da una apertura más grande para la improvisación. Hoy que se habla tanto de la libertad, la danza tiene que ver con liberarse. Si no podés danzar es porque te tienen de alguna manera encapsulado. La danza fue una de las primeras cosas que se prohibió en Latinoamérica cuando llegaron los colonizadores.

-En estos años trabajaste mucho en el desarrollo del folklore electrónico, primero con Tonolec y luego con Nación Ekeko, ¿Qué lugar tiene en la escena musical argentina el folklore electrónico?

-Hoy tenemos la posibilidad de resumirlo en un término: folklore electrónico. Cuando empezamos con Tonolec, en 2000, ni siquiera existía ese nombre. Fue algo que se gestó después de la crisis de 2001 en Argentina, que tuvo que ver con mirar un poco hacia adentro. En ese momento yo como chaqueño me sentía muy representado en esa mezcla, porque soy de un lugar donde las comunidades qom y wichi viven a cinco minutos de la ciudad. También hay una influencia guaranítica muy fuerte. Unir culturas y tiempos en una sonoridad desde ese momento fue lo que más representado me hizo sentir en la música que hago. Con Nación Ekeko siento que vengo profundizando en ese camino porque ya me extendí a otros lugares de Latinoamérica. Empezamos trabajando con Tonolec con la comunidad qom y después con los guaraníes. Y con Nación Ekeko vengo viajando bastante a México, Perú y Bolivia y conociendo otras culturas y lugares. Me parece interesante que haya muchos artistas en esta búsqueda, porque tiene que ver con mirar hacia adentro y buscar en las partes más tapadas o negadas por nuestra cultura, sobre todo lo indígena y lo afro.

Fuente: Pagina12

Comentarios de Facebook

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba