«The River», un viaje sensorial por el Riachuelo
El equipo de Aimé C. Songe lleva al público a vivir una experiencia no convencional, pero no «romantizada», para cuestionar el concepto de vida productiva y explorar nuevos tiempos.
«Tal vez fue estresante llegar hasta acá», advierte la voz del audio que los espectadores escuchan sentados en un banco o mientras caminan por el paseo ubicado sobre la avenida Pedro de Mendoza, justo frente al Riachuelo, en el barrio de La Boca. Allí tiene lugar la primera parte de The River (El Río), la propuesta site-specific gestada en Alemania que este viernes al mediodía abrió el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA). El equipo de Aimé C. Songe invita al público porteño a un encuentro personal con el río. Los participantes se embarcan de manera literal y simbólica en un viaje onírico para cuestionar el concepto de vida productiva y explorar nuevos tiempos.
El espíritu de la invitación resignifica no sólo esa frase ligada al estrés (un mal de esta era) sino también el contexto que rodea la experiencia. Es día de semana y hay bastante ruido: varias líneas de colectivo pasan por la avenida, un vendedor de helados grita su pregón, llega el bullicio de los chicos que recién salen de la escuela, algunos grupos escolares visitan el Museo Benito Quinquela Martín y varios contingentes de turistas observan todo desde sus micros. Ese es el contexto en el que se desarrolla The River.
El punto de encuentro es el Teatro de la Ribera y, desde allí, los grupos parten hacia el paseo ubicado frente al río. Juan Barroso, integrante del Grupo de Teatro Catalinas Sur, oficia como anfitrión: da la bienvenida e indica cómo usar los auriculares para escuchar el primer audio. La performance se divide en dos partes: la tierra y el río. Se propone caminar por la orilla o sentarse bajo la sombra de algún árbol para conectarse mejor con la naturaleza. Las cuerdas de una guitarra logran aplacar el vértigo urbano y, de a poco, esa voz en los oídos se va haciendo carne. «Queremos agradecerte por estar acá, con nosotros, con el río», dice la voz, y habla de la «patria ancestral», de los pueblos originarios y del genocidio, porque de todo eso hay que hablar si se alude al origen de esta nación.
«Tal vez te estés preguntando quiénes somos», anuncia la voz, e informa que se trata de un grupo de personas de todo el mundo que desarrollaron esta experiencia en distintos territorios. Su director, Clément Layes, vive y trabaja como coreógrafo e intérprete en Berlín, donde cofundó la compañía Public in Private junto a Jasna L. Vinovrski; sus obras se caracterizan por la observación de la vida cotidiana. Hay aquí «actores no humanos» –el río, el barco– y un escenario que es «un reino biológico de encuentro y mezcla». El río es una materia fluida y también se permiten reflexionar sobre cuán arraigada está la cultura del género en nuestro lenguaje.
La primera parte narra la historia del barrio y del puerto, brinda datos duros en relación a la cuenca Matanza-Riachuelo (incluye 14 municipios de PBA y cuenta con más de 6 millones de habitantes en toda su extensión), reflexiona sobre ese «nombre sangriento apto para un frente de batalla» (Matanza) y esquiva la romantización del espacio: menciona las numerosas luchas sociales, económicas y políticas que allí tuvieron lugar, y subraya la injusticia, la pobreza y la contaminación como tres ejes fundamentales para entender las complejidades del territorio. La voz explica que «la performance surge de una experiencia de pérdida y dolor» y confiesa que el río los ayudó dándoles soporte y claridad. «¿Estas emocionado? ¿Estás asustada?», pregunta la narradora.
La segunda parte transcurre en el río. En la primera función hubo algunos problemas técnicos en el barco; eso hizo que el clima de la experiencia se viera interrumpido pero también sumó algunas risitas nerviosas para la anécdota y habilitó un espacio para charlar sobre el Festival con los asistentes. Mientras los trabajadores esperan al mecánico que reparará la avería, un pato se desliza sobre la superficie del agua sin mayores problemas; no es una máquina, él no tiene cables que lo frenen. Después de una espera breve, los organizadores trasladan al público a otra embarcación y la travesía continúa con el segundo audio que invita a «viajar lejos, con la imaginación» y comienza con la melodía de «Riachuelo» (música de Edgardo Donato y letra de Máximo Orsi). El ritmo aletargado del barco contrasta con la marcha de los autos y camiones que van por la calle más allá del muelle. The River propone un viaje sensorial (se invita a «estar con los sentidos alerta») y ofrece una perspectiva distinta de la ciudad. Se trata de mirar de nuevo lo que ya hemos visto muchas veces pero desde otro ángulo. ¿Qué oportunidades tiene un habitante de la ciudad para recorrer el Riachuelo de esta manera? No muchas. El FIBA permite transitar este tipo de experiencias.
Esta vez la voz no apela tanto a los datos sino que apuesta al tono poético y relata algunas historias, como la de Huguette, una mujer francesa que escribió a lo largo de toda su vida. «El río lleva historias», dice la voz. También se menciona el Polo Petroquímico Dock Sud y la influencia negativa que las empresas multinacionales tuvieron en esta zona: a 16 años de la limpieza del río, aún hay gente que vive cerca y sufre enfermedades o carece de agua potable. Tal como marca la narración, «no se puede experimentar el río sin pensar en estas personas». El contraste atraviesa la experiencia: por un lado, los espectadores pueden observar la vegetación, algún que otro pato resistente, las aves que revolotean por encima del agua como un acto de resistencia; por otro, la basura flotante, el color pútrido del agua espesa y oscura, los barcos oxidados como cadáveres abandonados, el olor nauseabundo. La voz no esquiva esa parte porque es un rasgo que acompaña todo el recorrido: «No hay malos ni buenos olores. Estamos atravesando el relato olfativo de lo que vive el río».
Entonces aparece la pregunta: ¿qué es lo que hicimos con este río? ¿Por qué está hoy en estas condiciones? ¿Qué otro río podríamos haber tenido? Hacia el final aparecen testimonios de artistas locales. Uno dice que el río «es algo que te observa» y otro asegura que «refleja lo que somos y las intenciones que tenemos». El recorrido finaliza con la contemplación de un vaso de agua proveniente del Riachuelo y la declaración colectiva de buenas intenciones para devolverla a su sitio.
*The River podrá verse sábado 19, domingo 20, lunes 21 y martes 22 a partir de las 10 o las 13. Punto de encuentro: Teatro de la Ribera (Av. Pedro de Mendoza 1821).