sábado, 5 de octubre de 2024
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El patrimonio artístico nacional corre peligro

 

La iniciativa oficial tiene que ver con los permisos de exportación. Es regresivo para los artistas que venden obras al exterior, aunque el discurso plantee justamente lo contrario. El decreto quitaría la autoridad de aplicación por considerarla una traba burocrática, aparte de disolver el consejo consultivo y anular el trámite de permiso. Así, la Secretaría de Cultura ya no tendría potestad de determinar qué cuadros se venden al exterior sin mediar antes otras opciones.

El Gobierno cocina un decreto que podría representar un peligro para el patrimonio artístico nacional y resultar en varios puntos regresivo para los artistas que venden obras al exterior, aunque el discurso plantee justamente lo contrario. Es una iniciativa en la que trabajan de manera conjunta cuatro partes: el Ministerio de Desregulación, la Secretaría de Cultura, la Aduana y Cancillería y que saldría pronto, «en semanas» según fuentes oficiales. Los trabajadores de la Secretaría elaboraron un informe para dar a conocer todo lo que está en riesgo. En diálogo con Página/12, opinan el investigador Abel Ferrino y la artista plástica Magdalena Jitrik.

El primero en hablar del tema fue el ministro Sturzenegger, en el Consejo de las Américas, donde dijo que «exportar una obra de arte es un verdadero incordio: hay que ir al Ministerio (sic) de Cultura, y si el artista murió hace más de 50 años, el Estado debe decidir si quiere comprar la obra (…). La idea es desmalezar (…). No se trata de simplificar, sino de eliminar». Luego se expresó el secretario de Cultura, Leonardo Cifelli, cuando anunció líneas de fomento para el Fondo Nacional de las Artes en el CCK. Aludió a trabas burocráticas, barreras puestas por el Estado que impedirían que el arte argentino sea «protagonista en el mercado internacional». Retomó el tema este jueves en su cuenta de Instagram, con un mensaje similar en torno a la tarea que emprende con Sturzenegger.

El decreto modificará el articulado de la Ley 24.633, de Circulación Internacional de Obras Artísticas, sancionada en marzo de 1996 e inspirada en el decreto de desregulación económica del exministro Cavallo. La norma fue modificada por última vez en 2018, en el macrismo, con el decreto 27/18. «El objetivo es sacar todas las trabas que hoy impiden a galeristas, artistas, coleccionistas ser protagonistas del mercado internacional del arte. El mercado de arte en Argentina está aislado del resto del mundo por barreras que es necesario eliminar», dijeron a Página/12 fuentes de Cultura. Sin entrar en detalles, anticiparon «cambios, eliminaciones en artículos puramente burocráticos que entorpecen el mercado del arte, como el trámite de permiso, el Consejo o la Autoridad de Aplicación«. Lo que está en juego se desprende de las declaraciones que funcionarios fueron haciendo en distintos momentos y lo que expresaron puertas adentro en conversaciones. 

«Para Sturzenegger es lo mismo una tonelada de soja que un cuadro de un gran maestro del arte en Argentina», simplifica Ferrino, investigador y docente de Patrimonio Cultural en la UNTREF y experto en Tráfico Ilícito de Bienes Culturales. La legislación vigente establece que a la hora de exportar una obra de arte de un artista fallecido hace más de 50 años -sea nacional o no-, la autoridad de aplicación (Cultura) debe convocar a un comité de expertos para determinar si su salida del país constituye un perjuicio para el patrimonio nacional, la cual se deniega con el ejercicio de la opción de compra por parte del Estado o de terceros residentes en el país. «Si ni el Estado ni privados la compran -a precio fijado por el dueño- se da el permiso de exportación», explica Nicolás Rodríguez Saá, secretario general de la Junta Interna de ATE de la Secretaría de Cultura.

Esto es así a partir de 2018. Desde entonces solamente cinco obras tuvieron este tratamiento. En 1996 directamente se establecía la prohibición de la salida de una obra del país, en línea con restricciones contenidas en legislaciones de países como Perú, Ecuador, Colombia, México, Guatemala y España. Por eso Ferrino advierte que la historia de la protección de obras de arte en la Argentina salta, desde los noventa, de deterioro en deterioro, de desregulación en desregulación, porque prácticamente ya no queda nada que desregular. Están a punto de tocar la poca protección que queda. «¿Qué más quieren liberar? Como forma parte de la historia y la identidad, no existe en ningún lugar del mundo la libertad de sacar el patrimonio cultural

En síntesis: el decreto quitaría la autoridad de aplicación por considerarla una traba burocrática, aparte de disolver el consejo consultivo y anular el trámite de permiso. Así, la Secretaría de Cultura ya no tendría potestad de determinar qué cuadros se venden al exterior sin mediar antes otras opciones. Sobre esta intención habló Eduardo Mallea, director general de Aduanas de la AFIP. Dato clave: es coleccionista y exvicepresidente de Arteba. «Las licencias para obras de artistas fallecidos hace más de 50 años van a desaparecer», le dijo a La Nación. Desde Cultura confirman que este es uno de los lineamientos del proyecto aunque atenúan sus alcances asegurando que el patrimonio quedará protegido con la genérica ley 25.197, pensada para el registro y documentación de patrimonio del Estado Nacional.

«Sturzenegger y Cifelli mienten cuando hablan de restricciones. Hoy se puede exportar libremente. Es más fácil sacar un cuadro del país, completando un breve trámite on-line (a través de Cultura), que tramitar un DNI o un carnet de conducir«, aclara Ferrino. «Con este decreto se podría vender completa una sala del Museo Nacional de Bellas Artes -su director, Andrés Duprat, está a favor- o medio Museo Fernández Blanco», advierte. Existen antecedentes de pérdidas importantes: «Los Blaquier tenían la mejor colección de impresionismo francés en América latina. La sacaron como cuadros temporales con el decreto que firma Macri. Esos cuadros nunca volvieron».

El informe de los trabajadores de Cultura termina con un resumen que contrasta «beneficios» del régimen actual con las «consecuencias» de la desregulación. Entre los primeros están estos ítems: el trámite actual es gratis y tarda sólo 48 horas, los bienes culturales tienen beneficios aduaneros, los artistas pueden exportar 15 obras «sin complicaciones», se puede detectar el contrabando. Entre las segundas: los artistas deberán pagar cosas que antes no (como gestores, derechos de exportación, IVA); patrimonio cultural en riesgo; obras de arte en riesgo en los almacenes de la aduana. «Mienten sobre trabas burocráticas: se resolvieron casi 54 mil exportaciones desde 2018», concluye el documento. «Sacando a Cultura como autoridad de aplicación  quieren hacer de esto un nuevo negocio para la Aduana», critica Rodríguez Saá. 

La pintora Magdalena Jitrik, quien exporta obra hace mucho tiempo, habla del impacto del decreto en ciernes desde ese costado. «Para mí quieren sacar obras del país y chau, porque a los artistas nos va a dificultar. Actualmente no tributamos en Aduana por las ventas, cuando dicen ‘desregular’ es quitarnos un privilegio«, sospecha. «He tenido todo tipo de dificultades pero nunca fueron por parte de Cultura ni de la ley -que tiende a reconocer el estatus particular de esta mercancía, con la intervención de esa área-, sino con la AFIP, al punto de que no quiero exportar más», explica. Es que los criterios para ser monotributista no contemplan las particularidades de su actividad. «Cuando la AFIP detecta una transferencia grande de afuera, salta y te manda una inspección, cosa que me pasó. Me persiguieron porque a través de la venta llegué a una categoría en la que tenía que tener un empleado en blanco y tuve que pagar una multa gigantesca», grafica Jitrik. 

«Es muy capcioso el planteo de Sturzenegger. Al derogar la ley de exportación de obras que pasan por una licencia en Cultura se habilita a que muchas salgan sin ser declaradas. Esto tal vez conviene a coleccionistas, a una clase social que quiere liberarse de la tutela del Estado sobre estos bienes. Y es la aceptación de que siempre vamos a ser pobres y tontos, sin tesoros. Una colonia», lamenta. «El trámite, además, permite saber cuántas obras salen de Argentina y no es miserable el comercio exterior de la obra de arte», completa. Además: ¿qué pasaría sin este mapeo ante la idea de hacer una muestra como la que actualmente ofrece el Malba en homenaje a Kosice, con piezas de la Ciudad Hidroespacial que están distribuidas en distintos museos del mundo, como el de Houston? Es otro de los interrogantes que abre la polémica medida que se prepara.

Fuente: Pagina12

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