Espectáculos

Rep y Pedro Saborido: «Siempre aparecen nuevos Quinos»

El flamante espacio cultural y librería en Villa Ortúzar convocó a los humoristas para el primero de sus «Charlones», que girará alrededor del gran dibujante.

Un acontecimiento vuelve a reunir a Miguel Rep y Pedro Saborido, un hito para celebrar doblemente en estos tiempos: la apertura de una bellísima librería y espacio cultural, en este caso en el barrio de Villa Ortúzar. Naesqui se llama la novedad que asoma desde una esquina porteña -claro- de Charlone y 14 de Julio, y se abre orgullosa frente a la plaza 25 de Agosto de este barrio en plena transformación: de zona fabril en muy lejanos tiempos a cuadras de casas bajas invadidas por las torres, código urbanístico de por medio, y de un tiempo a esta parte polo cultural en desarrollo en el que revistan varias editoriales y espacios vinculados a los libros y la cultura. 

Desde el martes, Naesqui recibirá a los visitantes con angelitos escritores en sus paredes, que dejará pintados Rep. Y el jueves a las 19 será el primer acontecimiento cultural de los muchos que prepara este espacio (ver aparte), el primero de los Charlones en Naesqui: Saborido y Rep pondrán palabras y dibujos a Los 60 y los 70. Mafalda y Quino, con la excusa de sendos aniversarios de la gran obra del dibujante, y de sus años de trayectoria. La entrada será libre y gratuita, hasta agotar la capacidad de la sala. 

Los humoristas reciben a Página/12 junto a Ignacio Iraola, exeditor de Planeta y factótum del proyecto, en la mismísima Naesqui. El lugar tendrá un bar pero ahora está en pleno final de obra, en tiempo de descuento hasta la inauguración. Así que después de las fotos y de admirar las bibliotecas, la entrevista se traslada a otro bar cercano, de corte hipster y muy moderno rejunte mobiliario, que entre otras incomodidades se niega a bajar la música ante el amable pedido para la charla. Ya no está Peter Capusotto para que el lugar sea «el bar de los hijos de puta», así que ahora Saborido lo define como cultor de «la prepotencia de los afortunados».

Y a Rep le inspira el primer recuerdo de Quino, de quien además de admirador llegó a ser amigo: «Se estaría yendo ya mismo de acá, ¡y a las puteadas!», comenta entre risas. «Era un indignado, no sólo del mundo, también de escenas. Cualquier escena que se corría de la social democracia lo sacaba. Era muy urbano, muy respetuoso y exigente del respeto mutuo. Bastante fiel a lo que muestran sus dibujos, un super ético, a veces demasiado», lo pinta.

Se le recuerda la famosa idea de que no tuvo hijos porque decía que era una porquería traer a alguien a un mundo como este sin haberle preguntado antes. «Una es esa, la más elegante y sartreana. La otra es que no quería compartir el cariño de Alicia, su mujer, con nadie. Es que Quino era un niño grande. Era muy reprimido, pero el niño era el genio. Un poco el resumen de la cultura: no hay cultura sin represión», acota.

Foto: Guadalupe Lombardo.

Apocalíptico e integrado

Saborido y Rep vienen pensando juntos a Quino, y compartiéndolo en sus espectáculos conjuntos, desde hace un tiempo. Parte de lo que a su vez compartirán el jueves surge en la charla espontáneamente, con entusiasmo. «Es que siempre aparecen nuevos Quinos, la única manera de mantener vivo un clásico es pensarlo todo el tiempo, de nuevo», advierte Rep. Saborido es el que elige detenerse en el dibujo del humorista, donde también, dice, siempre surgen cosas nuevas.  

«Se lo nota que estaba buscando mucho el dibujo, porque dibuja mucho más de lo que pide la escena. El chiste es una excusa para dibujar el escenario, estudiarlo, ver su perspectiva, los detalles. Es muy prolijo, muy correcto, y hay mucho trabajo. Si te ponés a comparar el dibujo de Quino con el de Fontanarrosa, como hemos hecho, ves qué diferentes formas de trabajo. En Fontanarrosa lo que pesa es el chiste, en Quino está toda la magia de lo que va dibujando, sobre todo cuando logra cosas raras, como Mafalda», avanza Saborido. «Toda la escenografía de Mafalda es muy porteña, el empedrado, la escuela, el almacén, el departamento… Sin embargo puede ser leída como cualquier ciudad del mundo. Nunca hay una referencia directa a la Argentina, las referencias son urbanas y mundiales. Están los Beatles, pero no está Manal ni Palito Ortega. Hay una referencia al Guernica, pero no a Boca», dice el autor de Una historia del amor, un libro que acaba de reimprimirse, y está entre los diez libros más vendidos del país. 

«A lo largo de su obra aparece también su nutrición cultural, las cosas que le gustaban, eso también alimenta su humor. Las artes visuales en general, la música y la ópera en particular. El iba mucho a la Scala de Milan, a l’Opera o al Colón, era un tipo que miraba mucha ópera y películas. Decía que le gustaba ir en el avión y ver una película sin los auriculares: si la entendías, era una buena película», suma Rep. 

-¿Cómo definirían el humor de Quino?

Pedro Saborido: -Es un humorista no tanto de risa, más bien amargo. Es un humorista apocalíptico.

Rep: -Yo a Quino lo pienso siempre en la contemporaneidad y lo veo cada vez más amargo. Humberto Eco, que era muy lector de Mafalda, escribió Apocalípticos e integrados, un libro de los 60 con el que ingresa a la historieta a la academia, la ilustración de tapa es Superman. Y Quino es apocalíptico, y también integrado. Es apocalíptico en el humor propio, mientras Mafalda se volvió una historieta cada vez más integrada. El Quino libre, el que triunfa finalmente, porque derriba a Mafalda, es el apocalíptico, el siempre rebelde porque no se vuelve sumiso ante las realidades, el que nunca ve que la humanidad vaya por el buen sendero.  

-¿Mafalda es la integrada, la eterna niña rebelde?

R.: -Totalmente. Por eso tiene éxito, como todos los integrados. Como Los Simpson, que en los 90 es un producto absolutamente acrítico a la sociedad de consumo. Mafalda es un producto de la generación de los Beatles, siempre iconoclasta, siempre buscando nuevas formas, pero integrada. Como los Beatles, que también son integrados. En cambio es apocalíptico el underground en general, Frank Zappa… Y Quino, que se volvió cada vez más enojado con el mundo. Su utopía, en lo personal, terminó en el 73, cuando termina Mafalda.

-¿En el encuentro van viendo también la evolución del dibujo?

P. S.: -Sí, y me fascina verlo con Miguel porque lo entendés de otra manera, es un viaje a través del dibujo. Y es fascinante ver cómo evoluciona, cambia mucho, pero también poco. Al principio no está claro su estilo, es más convencional, los detalles van apareciendo después, cuando va dejando las viñetas y se dedica a una sola plancha. Es una sola escena con un chiste que por ahí es mínimo, casi la excusa para dibujar un cuadro, con un nivel de detalle fascinante. 

R.: -Es un dibujante clásico, correcto, no dotado ni libre. Los de los 70 son más libres. No mejores, más libres. Quino es el final de algo, más que el principio. Como los Beatles. El final de una escuela hermosa, rioplatense, del dibujo humorístico. A partir de él pueden surgir los dibujantes que no lo siguen, y que son más libres: Fontanarrosa, Crist… La obra de Quino trasunta el amor por el dibujo, él siempre puso mucho amor en sus dibujos. Cuando hace una cucharita, tiene amor. Y cuando pasa el tiempo, me parece que ese amor se va diluyendo, porque ya se va quedando si vista. Bueno, la vejez es bronca… la vejez es un naufragio. Cada vez tenés más bronca. 

El éxito del charlismo

-Ustedes llenan teatros con sus charlas y hoy hay un auge de este formato del «vivo íntimo». ¿A qué lo atribuyen?

P. S.: -No es nuevo, antes existían mucho las conferencias, las tertulias, el charlismo. El otro día leía la vida de (Vicente) Blasco Ibañez, el autor de Los cuatro jinetes del apocalipsis, entre otros 50 libros, que vivió acá. Y él se la pasaba dando charlas, de Napoleón, de música, de cualquier cosa. O sea que ir a escuchar a otro que habla durante una hora y media, no es novedad. Hoy en algún lugar eso se junta con el stand up. Y de verdad me pregunto por qué está funcionando esto, por todos lados. Ir al teatro a ver a dos tipos sentados. Tiene algo de cierto confort: me dicen lo que quieren decir exactamente, no hay sugestión, no hay artificio. No confort con respecto a lo que voy a pensar mientras escucho, sino en cuanto a cómo voy a apreciar eso que me está llegando. 

-¿No podría pensarse al revés, como una exigencia mayor para el espectador?

P. S.: -La gente va a buscar síntesis: no vas a escuchar algo nuevo, vas a encontrar algo que sabes pero todavía no se ordenó en forma de palabras. Como un pasamanos, algo de dónde agarrarte: ah, es esto. Es como terminar de cerrar a Quino, y conocerlo npoco más, pero también volverlo a abrir, como nos pasa a nosotros. Lo mismo nos pasa con los Beatles: pensás que se había terminado, y oh, otra vez, es infinito. 

R.: -La gente quiere convivir también con el pensamiento, no sólo ver streaming, YouTube o Netflix, quiere ir y estar en el momento en que eso ocurre. La gente estuvo muy encerrada, está muy netflixeada. Quiere salir y decir: ah, hay gente viva, que dice cosas, se equivoca, borra, balbucea, y sigue adelante. Todo eso pasa también. 

Una esquina al vesre

«Naesqui es barrial, tiene un nombre al vesre, está frente a una plaza, y encima es de un amigo. ¡Quiero vivir al lado, venir a robar libros!», se entusiasma Rep al hablar del lugar que inaugurarán con su charla sobre Quino. «Para mí es un orgullo que el arranque de Charlones en Naesqui sea con dos amigos, y que sean estos amigos», devuelve Iraola, que está al frente de Naesqui junto a Paula Salischiker, Alan Kritzer y Pablo Slonimsqui.

«De verdad la cultura, los libros, te salvan. A mí me salvaron. Cuado yo entré a Planeta Juan Forn me puso un plato volador en la cabeza y me cambió la vida. Creo honestamente que espacios como este, en un barrio, van a ayudar. Son lugares de resistencia, apuestas por compartir, sentarse a charlar, ocupar un lugar. No es poco en estos tiempos», marca. Advierte que esta zona de Ortúzar se convirtió, sin buscarlo, en un suerte de micro polo editorial, con las cercanas Godot, Pequeño Editor, el Filba, la Feria de Editores, AZ, Del Nuevo Extremo, la imprenta Porter… Y también muchos artistas que viven en el barrio. Además de los Charlones en Naesqui, gratuitos, una serie de talleres completan la primera propuesta cultural: de Tamara Tenenbaum, Javier Sinay, Jorge Consiglio, Soledad Iurato, Leticia Rivas, entre otros. Toda la info está en Instagram, en @naesqui.librosycafe.

Fuente: Pagina12

Comentarios de Facebook

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba