sábado, 18 de mayo de 2024

Yara Nakahanda Monteiro: «No hay libertad sin la participación de las mujeres»

 

La autora de la novela Esa chica buena onda forma parte de la delegación de Lisboa, ciudad invitada de honor. «Soy tataranieta de la esclavitud, bisnieta del mestizaje, nieta de la independencia e hija de la diáspora», se define.

“Mi primera memoria es un árbol; la segunda, una ola. Sin sombra, vuelo por entre las raíces que sostienen el fondo del mar. No existo antes de aquel momento, ni existo más allá de él. Son imágenes que irrumpen mis ensoñaciones y atemorizan mi dormir”, recuerda Vitória Queiroz da Fonseca –hija de Rosa Chitula, una mujer que amó a Angola, y por ella combatió–, que regresa a su país natal para conocer a su madre. Así comienza Esa chica buena onda, primera gran novela de Yara Nakahanda Monteiro, que nació en Huambo (Angola) y a los dos años se mudó a Portugal. La escritora luso-angoleña llegó a Buenos Aires para participar en la 48° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que tiene a Lisboa como ciudad invitada de honor.

“Soy tataranieta de la esclavitud, bisnieta del mestizaje, nieta de la independencia e hija de la diáspora”, se presenta la escritora en su cuenta de Instagram. Como en el epígrafe de su novela, publicada en portugués en 2018 y en español por la editorial mexicana Elefanta en 2023, por la fue nominada al Premio Literario de Dublín en 2023, la escritora podría suscribir lo que planteó el novelista y poeta portugués Miguel Torga en su Diario: “El destino exageró conmigo. Me embrolló la condición. Me plantó aquí y me arrancó de aquí. Y ya nunca las raíces me sostuvieron bien en ninguna tierra”. La mirada es el órgano de la curiosidad. Yara mira cada objeto vivo como si fueran criaturas recién nacidas. Aunque tuvo un largo vuelo desde Lisboa a Buenos Aires, con escala en San Pablo, sonríe como si la imaginación humana anidara en sus labios.

“En la novela hay un posicionamiento político, la corporización de dos historias: la historia nacional con la historia de Angola, que está muy presente en mi escritura porque habla de mi ancestralidad materna”, revela la escritora a Página/12. “Me inquietan los silencios de la historia nacional y los silencios también de mi propia familia, que siempre intenté explorar haciendo una cartografía de la artista que soy, investigando sobre mis ancestras. Nosotros llegamos a Portugal como refugiados. Cuando era pequeñita, mi familia hablaba de Angola como el paraíso, como la utopía, la felicidad. Cuando volví a Angola, en 2005, me confronté con otra realidad: yo no reconocí a mi tierra y mi tierra no me acogió. Esta experiencia fue la semilla para escribir la historia de Vitória, esa joven mujer que decide regresar para buscar a su mamá, una guerrillera de la independencia. La guerra siempre ha estado muy presente en mi vida, no solo por los desafíos y los conflictos que la guerra trae, sino también por la dificultad de reconciliarnos con lo que se ha perdido”.

Un excombatiente de la guerra colonial, abuelo de la protagonista de la novela, pregunta: “¿Qué verdad quieres? ¿La verdad de tus abuelos, la verdad mía, la de tu madre?”. Monteiro (Huambo, 1979) observa que estos interrogantes podrían derramarse sobre todas las historias, incluso la íntima. En Esa chica buena onda, una novela angoleña femenina que es objeto de estudio en universidades del todo el mundo, intentó apelar a una diversidad de voces narrativas “para reflejar la idea de que la historia no me pertenece, pero puedo contarla en primera persona, porque al mismo tiempo es mía”. La autora de Memorias, apariciones y arritmias (2021) –libro aún no traducido al español con el que ganó en 2022 el Premio Literario Glória de Sant’Anna al mejor libro de poesía– está construyendo una narrativa que orbita en torno a las experiencias afrodiaspóricas y femeninas. “La guerra convierte a las personas en monstruos. Como en cualquier historia, existen varias perspectivas, varios posicionamientos, incluso políticos. En mi familia, tengo el opresor y el oprimido en esta división política procolonialismo y anticolonialismo. Y es exactamente eso lo que quiero que se vea con la pregunta por la verdad y con esta novela; muchas veces lo importante no es encontrar las respuestas a las preguntas, sino hacer las preguntas que nos podrán llevar a una reconciliación nacional y personal”.

La madre de la protagonista de Esa chica buena onda estuvo desaparecida durante más de quince años y cuando reapareció fue para entregar a Vitória, que entonces tenía dos años, a sus abuelos. “La mujer angoleña es luchadora; son mujeres de posguerra, madres y viudas que cargaban niños y agua”, repasa el protagonismo de las grandes olvidadas tanto en relatos bélicos como emancipatorios. “Cuando escribía la novela, pensé también en desmitificar la maternidad, porque las mujeres somos educadas para casarnos, tener hijos, para ser cuidadoras, pero nunca cazadoras, como si solo tuviéramos nuestro lugar en el mundo en la casa, jamás afuera. En la novela quise mostrar que hubo mujeres que combatieron en la Independencia de Angola, y que antepusieron su lucha política a la familia”, explica Monteiro las coordenadas principales de una trama cincelada también con mucho humor. “El humor es una herramienta de supervivencia; no podría haber escrito la novela sin humor”, confiesa la escritora que utiliza algunas palabras en kimbundu, “mi lengua original, una lengua que ha sido negada y que no hablo, pero que en una especie de activismo lingüístico aparece como una marca de identidad en lo que escribo”.

-¿Por qué no se ha contado el protagonismo que tuvieron las mujeres que combatieron en la independencia de Angola?

-La historia de las mujeres combatientes no se ha contado a causa del patriarcado. Hubo mujeres combatientes también en la Segunda Guerra Mundial y sus voces fueron silenciadas. En Angola y en Portugal muchas mujeres lucharon contra el fascismo; pero sólo conocemos a los capitanes de la revolución del 25 de abril (de 1974), la Revolución de los Claveles, pero poco se sabe de las resistencias feministas. En la posguerra fueron los generales los que tuvieron el mayor reconocimiento político. Yo intenté rescatar las voces silenciadas de las mujeres. Las mujeres tuvieron que combatir no solo contra el enemigo, un enemigo que era muy agresivo, sino también contra el patriarcado. Tuvieron que combatir muchas veces con las armas en los brazos; no eran simples auxiliares del ejército, eran combatientes. No hay libertad sin resistencia femenina, sin la participación de las mujeres.

*Yara Nakahanda Monteiro participará este sábado a las 15 horas de la mesa “Modelos de expresión artística”, junto a la escritora argentina Ana Wajszcuk, con moderación de Fabiana Scherer, en el stand 1809 de Lisboa, en el Pabellón Amarillo.

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Fuente: Pagina12

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