Un dictamen cada vez más lejos
Fanáticos de la dilación, La Libertad Avanza promete que después de Semana Santa llegará el proyecto ley ómnibus 2.0 que dejará atrás el mal gusto del fracaso del primer intento y del DNU. El Ejecutivo viene recabando pedidos de modificaciones hace días y ahora aguarda a reunirse con gobernadores la semana que viene: el objetivo es tener un dictamen a prueba de balas que se vote a libro cerrado en Diputados. Es decir, nada de una votación en particular que ponga en peligro el corazón de la ley. El problema, sin embargo, es que el mapa opositor ha cambiado desde la última vez que se discutió el proyecto. Las principales bancadas aliadas –y oficialistas– se encuentran en un período de fuerte turbulencia interna que enfrentará al gobierno a tener que lidiar con un recinto fragmentado y anárquico.
Fanáticos de la dilación, La Libertad Avanza promete que después de Semana Santa llegará el proyecto ley ómnibus 2.0 que dejará atrás el mal gusto del fracaso del primer intento y del DNU. El Ejecutivo viene recabando pedidos de modificaciones hace días y ahora aguarda a reunirse con gobernadores la semana que viene: el objetivo es tener un dictamen a prueba de balas que se vote a libro cerrado en Diputados. Es decir, nada de una votación en particular que ponga en peligro el corazón de la ley. El problema, sin embargo, es que el mapa opositor ha cambiado desde la última vez que se discutió el proyecto. Las principales bancadas aliadas –y oficialistas– se encuentran en un período de fuerte turbulencia interna que enfrentará al gobierno a tener que lidiar con un recinto fragmentado y anárquico.
Con el radicalismo al borde de la ruptura, el PRO sumido en la interna Bullrich-Macri y La Libertad Avanza sobreviviendo, a duras penas, a diversos motines internos, la Cámara de Diputados se prepara para debatir otra vez el proyecto de ley ómnibus.
Fractura radical
La UCR, que podría ser la llave del éxito del mega proyecto de Javier Milei, terminó de estallar luego de la votación del DNU. La rebelión de Martín Lousteau y la guerra declarada con los gobernadores tienen sumido al partido en una anarquía en el que resulta imposible coordinar una estrategia común. Todos descuentan que la bancada en Diputados se romperá tarde o temprano y que, en el mientras tanto, se fingirá continuar como si hubiera un liderazgo. Nadie sufre más que Rodrigo de Loredo, alineadísimo con el gobierno nacional y que trabaja para poder ofrecerle a Casa Rosada al menos 20 votos para su ley ómnibus.
Hace tiempo que el bloque radical se encuentra dividido en tres espacios distintos. Está la línea «radilmileísta», como la llaman los más críticos, que responde a De Loredo y los gobernadores y que representa, todavía, una mayoría al interior del bloque. Es el eje «no obstruccionista» que se caracteriza por repetir que «hay que garantizar la gobernabilidad» de Milei. En la vereda opuesta están los cinco diputados radicales liderados por Facundo Manes que vienen encabezando la oposición más dura al oficialismo dentro de los sectores «aliados». Fueron los únicos que se sentaron en la sesión que buscaba imponerle el debate por una reforma jubilatoria al gobierno y anticipan que votarían en contra del DNU (y probablemente de la Ley Ómnibus). «La lógica del ‘ayudarme a ayudarte’ es un error, es el comportamiento de las ratas. Esas ratas que las ves revolcándose en la basura, le pegas un escobazo y vuelven», analizan, con dureza, estos radicales, que fantasean con lograr sumar más adhesiones.
Lousteau, en cambio, quedó en el medio. Se enfrentó a los gobernadores y se percibe como el más «amable» de los críticos a Milei, pero no termina aún de cerrarle del todo la puerta a las negociaciones. El senador identifica que hay más espacio para conversar cuando «se le dice no» a Milei y le cuestiona a los radicales más mileistas que no se den cuenta que la caída del DNU los dejó mejor posicionados para negociar. «Le tienen demasiado miedo al escrache», se queja en su círculo. En Diputados cuenta con seis legisladores que le responden políticamente y que votarían en contra del DNU, aunque no de la Ley Ómnibus. El presupuesto universitario constituirá uno de los ejes de la negociación.
Interna PRO
El hecho de que Mauricio Macri haya logrado retomar las riendas del partido con una lista de unidad no entierra la feroz interna que mantiene con Patricia Bullrich sobre el perfil del PRO en relación a LLA. Macri no quiere un co gobierno con Milei, sostiene que hay que respaldar al gobierno en el ámbito parlamentario pero mantener cierta autonomía. Al menos hasta que se termine de lograr una alianza que implique un desembarco real y contundente de los macristas en los principales lugares de poder del Ejecutivo. «Macri condiciona, extorsiona. Es el que llega a tu casa a comer y te dice qué tenés que cocinar, que platos usar y a quién invitar», cuestiona un bullrichista, que identifica que el PRO tiene que confluir en LLA aunque perezca en el intento.
El bullrichismo es, en Diputados, más soldado de Milei que el propio oficialismo (sumido hace una semana en una guerra de egos y recriminaciones internas). Por ahora, macristas y bullrichistas – con Cristian Ritondo y Damian Arabia a la cabeza – vienen manteniendo un vínculo cordial y agendas similares, pero las sospechas afloran. El bullrichismo identifica que detrás de los dardos venenosos de Victoria Villarruel estuvo la mano de Macri y saca pecho: entre el líder del partido y el presidente, el bullrichismo considera que hay que apostar al presidente.
Levantamiento frustrado en LLA
LLA sufrió su primer rebelión interna esta semana, cuando unos ocho diputados intentaron dar un golpe y reemplazar al titular de la bancada Oscar Zago. El miércoles a la medianoche, el correntino Lisandro Almirón, el chubutense Cesar Treffinger y el santafesino Nicolás Mayoraz, junto al cordobés Gabriel Bornoroni, se alistaron para desplazar a Zago y ubicar al cordobés como nuevo líder del bloque libertario. A Zago le vienen recriminando problemas de comunicación y liderazgo desde la caída de la Ley Ómnibus, y ya habían amagado otros legisladores (como Marcela Pagano) para desplazarlo de la presidencia de bloque, pero esta era la primera vez que la avanzada contaba con el aval de Karina Milei. El levantamiento, sin embargo, terminó fracasando cuando, a la madrugada, a varias diputadas les llegó el mismo mensaje de Milei: «El presidente es Zago».
Después de la señal de apoyo de Milei, la rebelión terminó cayéndose a pedazos. Sin embargo, los reclamos persisten y la autoridad de Zago pende de un hilo. Al día siguiente al golpe fallido, a su vez, varios diputados libertarios no se presentaron en las reuniones de comisión y se rumoreaba que Bornoroni podría renunciar a la presidencia de la comisión de Legislación General. A pocos días de que se retome el debate de la Ley Ómnibus, el oficialismo no tiene ni su propia casa en orden.