El inusitado vuelo internacional dado por Slash, el icónico guitarrista de Guns ´N´ Roses; y el clima festivalero generado por Ciro y Los Persas, alimentado también por Las Pelotas y Las Pastillas del Abuelo, fueron los dos grandes hitos que definieron a la segunda y última jornada de la edición 24° del Cosquín Rock, que se realizó en el Aeródromo del Valle de Santa María de Punilla, en Córdoba.
Para cuando la medianoche había quedado bien atrás, la celebración se extendió con la cumbia de Damas Gratis, el set electrónico del DJ estadounidense Steve Aoki y la combativa actuación de Molotov; en tanto que más temprano el trap se sentó en la mesa de los grandes dentro de la historia del festival con los shows de Duki e Ysy A en el escenario Norte, uno de los dos principales de los seis montados en el predio.
Pero fue Ciro, un viejo conocedor de este encuentro musical, quien tuvo la llave que finalmente desató la algarabía generalizada que no se había notado en la jornada de apertura, más allá de algunas actuaciones memorables como la de Divididos, Lali, Skay o Babasónicos.
En las última horas de la tarde, el exLos Piojos apeló a su pulso festivalero para arrogarse un cetro que aún estaba vacante en esta edición. Y no es que haya puesto en marcha alguna estrategia que no sea conocida, pero el formidable frontman se mueve como pez en el agua en este tipo de acontecimientos y sabe sacar provecho de eso.
Una buena dosis de canciones de su antigua banda, como «Tan solo» y «Como Alí», entre otras; los hits cosechados en su etapa solista y el toque justo de sensiblería, desde melodías sencillas pero de ribetes épicos fueron las armas a las que apeló el artista.
Desde un sitial de jugador tan local como Las Pelotas -el grupo con asistencia perfecta en 24 años de historia del festival-, Ciro se adueñó una vez del escenario a sabiendas de que parte con ventaja en ese sentido.
Aunque este encuentro musical suele incluir en su grilla a artistas extranjeros, sin dudas, la presencia del guitarrista de Guns ´N´ Roses, cuando ya había llegado la noche, le dio otra entidad a este ítem dentro de este encuentro musical.
Acompañado por Myles Kenneedy and The Conspirators, Slash brindó una soberbia demostración de rock and roll, en la que mantuvo el espíritu de la famosa banda angelina, aunque tomó la suficiente distancia como para dejar en claro que la actual se trata de una propuesta diferente.
En ese plan, el hombre de la eterna galera sorprendió al no incluir ningún tema de Guns N’ Roses, una decisión que permitió transitar todo su set con la sensación de estar ante un sonido familiar, aunque presente en composiciones absolutamente desconocidas.
A cambio, uno de los últimos héroes de la guitarra regaló un electrizante momento rockero, en cierto pasaje de su performance, con un sonido más reposado y maduro, aunque sin perder contundencia, respecto a su faceta más conocida; y en otro pasaje, un tanto más cercano al vértigo de la legendaria banda por la que alcanzó la popularidad.
El atrapante show, que se pudo apreciar con especial atención debido a esta decisión de no caer en un setlist obvio y reconocible, mostró a un Slash despojado de lucha de egos, sin necesidad de entrar en competencia escénico con otra figura.
En muchos de los pasajes del concierto la propuesta musical se asemejó al Van Halen en la época en que cantaba Sammy Haggar; y recién se emparentó con los Guns sobre el final, cuando algunas canciones tomaron mayor velocidad.
Pero Slash también mostró alguna diferencia respecto a su faceta guitarrística más reconocida, debido a que mantuvo el estilo «sucio» y el uso de distorsión, pero no abusó de los sonidos agudos.
Un gran acompañamiento encontró el guitarrista en el cantante Myles Kennedy, un vocalista que en sus tonos graves recordó a Axl Rose pero en la mayoría de los momentos evidenció un estilo similar al de Bruce Dickinson. Por su parte, The Conspirators, un trío de guitarra, bajo y batería, supo estar a la altura de la figura de la noche, sin perder de vista quién era el protagonista indiscutible.
Acaso esta mencionada ausencia de temas de Guns N´ Roses mantuvo a la audiencia atenta pero muchos menos efusiva que si hubieran sonado clásicos, lo cual no alcanzó para igualar el clima festivalero instaurado un rato antes por Ciro y Los Persas.
Pero si, como se dijo antes, el exLos Piojos fue quien finalmente levantó al público, un poco más temprano, Las Pastillas del Abuelo encendió la mecha con su cada vez más estilizado cancionero de barrial poética.
El espíritu festivalero se extendió hasta la medianoche con Las Pelotas, que a pesar de algunas evidentes fallas técnicas, redondeó una muy buena actuación, basada en sus clásicos, que sonaron con una exquisita prolijidad hasta que sobre el final se dejaron de lado las formas con el recuerdo a Sumo a través de «No tan distintos» y «El ojo blindado», con Piti Fernández de Las Pastillas del Abuelo y Fernando Ruíz Díaz de Catupecu Machu como invitados, respectivamente.
Mientras Ciro concentraba en el escenario Sur la atención de gran parte de los poco más de 45 mil asistentes, según cifras oficiales, en el Norte, al otro extremo del predio, Los Caligaris montaba su personal celebración de carnaval, con su música festivas y show circense.
Poco antes, en ese mismo escenario la mexicana Snow Tha Product, conocida por acompañar a Bizarrap en una de sus famosas sesiones, debutaba en nuestro país con un interesante show de rap.
Aunque la artista no mostró mucha innovación desde lo visual, con la inclusión del consabido cuerpo de baile con chicas ligeras de ropa; desde lo sonoro desplegó un rap atravesado por el reguetón y el dance hall, entre otros ritmos.
En tanto, en el escenario Montaña, la tarde transcurrió entre el rock cancionero de Estelares; el divertido set de El Kuelgue, con su humor absurdo de libre asociación y sus melodías cool; y la energía y distorsión sonora de Catupecu Machu.
Hacia media tarde, el escenario Norte fue el sitio de los nuevos sonidos urbanos, con Neo Pistea en un estilo más purista, y, más tarde, con Milo J y su cruce con otras vertientes, incluso folclóricas.
Hacia la noche, esta tendencia mostró dos de sus cartas más fuertes: Duki, acaso el artista más convocante de esa escena; e Ysy A, el joven que provoca literalmente temblores en cada presentación.
Y aunque es verdad que el trap ya se instaló en el Cosquín Rock y ocupa horarios y escenarios centrales, aún debe hacer pie ante la gran oferta de shows que se dan en simultáneo.
La jornada de cierre del Cosquín también tuvo atracciones como Usted Señalemelo, Mimi Maura, Dancing Mood, Cruzando el Charco y El Bordo.
El broche de oro lo pusieron la cumbia de Damas Gratis, el set electrónico de Steve Aoki y los mexicanos de Molotov.
Con más de cien artistas entre las dos jornadas, repartidos en seis escenarios, y ante una concurrencia general que se acercó a las cien mil personas, pasó otra edición del festival más tradicional y federal que se realiza en nuestro país, con grandes momentos artísticos que siguen sumando a su largo historial.