Luego de un paso por el porteño Niceto Club, que ofició como escenario propicio para el estreno en sociedad de “Clase B”, el trío rockero Mujer Cebra arma las valijas para llevar el repertorio de su segunda placa por escenarios de Argentina, Chile y Uruguay y una concepción sobre el arte construido desde los márgenes y a partir de un “algoritmo más natural”, según lo definió el cantante y guitarrista Santiago Piedra.
Con un cancionero que bulle entre melodías desgarradoras, estribillos encendidos y una estética musical embebida en el rock alternativo de los años noventa y en géneros como el shoegaze y el grunge, la banda que completan Patricio García Seminara (batería) y Gonzalo Muhape (bajo) tendrá el sábado 20 su primer toque del año en el Club Tri de Mar del Plata (20 de Septiembre 2650).
“Siento que explotamos en Mardel al mismo tiempo que en Capital. La primera vez que fuimos no conocíamos a nadie y caímos al Club Tri. Ahí pegamos buena onda con Las Tussi y después todo fue avanzando. En ese viaje ya habíamos sacado ‘Verano’ y todo se fue dando de una manera recontra natural. Es una ciudad increíble, con gente muy particular, que tiene una conexión con el tipo de música alternativa”, señaló Piedra en diálogo con Télam.
Es que para el frontman –también compositor principal de la banda– la ciudad balnearia es una de las más afines a su propuesta: “No sé si he visto otro lugar con ese nicho tan fuerte. Mar del Plata tiene como algo muy anexado a lo alternativo y me parece que es desde siempre, según entiendo porque tampoco soy de ahí”, razonó antes de esta primera escala, agendada apenas una semana antes de su participación en el Festival Nuevo Día en Ciudad Cultural Konex, donde comparten cartel con Buenos Vampiros, otra referencia fresca del renovado mapa alternativo vernáculo.
A partir del primer álbum homónimo, editado a finales de 2021, la banda fue dando pasos cada vez más firmes y hoy ya son una referencia de la nueva escena alternativa y una de las más requeridas por el público de México, Chile y Uruguay: “Es un flash cruzar a otro país y que de repente haya alguien re copado con tu música. Está bueno que las cosas crezcan. Nunca había tenido la oportunidad de ir a México, un país que me interesa de toda la vida, y me pareció muy loco porque lo sentí muy parecido a Argentina”, compartió el cantante.
-¿Cuál es tu definición sobre lo «alternativo», que es como hoy se identifica a la escena musical de la que emergen grupos como Mujer Cebra?
-Yo creo que no es particularmente algo musical. Es algo artístico, pero también un estilo de hacer las cosas. Es algo que está más anexado al arte que a lo que está pasando ahora. Y no hablo de moda como algo malo, sino más bien como una cosa que tiene mucha llegada: si hacés las cosas de esa manera sabés que tenés más chances de que pase algo con lo que estás haciendo o que tenga repercusión en los demás. En cambio, lo alternativo tiene más que ver con la visión de uno sobre lo que uno quiere hacer, aun cuando tenga momentos en los que se vaya acercando más o menos al «mainstream». En este momento, lo alternativo tiene mucho peso de nuevo como ha tenido en otros momentos. De repente puede perder un poco de poder y después volver a recuperarlo.
En el arte siempre lo que pega es algo cíclico. Lo alternativo no tiene que ver con el «grunge» o una manera de vestirse. Yo encuentro en la electrónica algo recontra alternativo, al igual que en algunas partes de lo urbano también. En su momento todo lo que no era de Estados Unidos ni de habla anglosajona era etiquetado como «world music». Y nosotros hacemos un rock re gringo y capaz vamos y nos ponen en esa categoría.
-¿Fue el contexto o la unión y la fuerza de los grupos que contribuyó a esta gran actualidad que atraviesa la escena?
-La música, y el arte en general, en algún momento se empieza a glamorizar y como a poner más estéril. Yo siento que pasó un poco eso, y que al sentir ese vacío, tal vez por contraposición, la gente empezó a tirar medio para el otro lado. Sé que es un poco trillado porque nunca es del todo así, pero siento que como idea general empezó a prevalecer esto de «me chupa un huevo, voy a hacer lo que se me cante las pelotas». Para mí es algo mundial: vengo viendo hace mucho tiempo proyectos alternativos muy piolas que por ahí no pegan tanto pero que igualmente están ahí. Lo mejor es cuando detrás de esto se empieza a armar una movida y encima una con llegada. Porque si hablamos de algoritmos, está buenísimo, pero es más difícil cuando te gusta algo más alternativo o más por esa búsqueda. Es difícil de encontrar en las plataformas. Pero mientras más gente del palo vas conociendo que quiere lo mismo, de repente podés llegar a otras cosas a las que capaz no hubieses llegado ni a patadas.
A Buenos Vampiros los conocimos por Casa del Puente, por ejemplo. No los tenía en el radar. Fuimos a verlos, nos conocimos y fue re interesante saber que había un montón de cosas que nos conectaba. A veces pertenecer a una movida te da como eso del algoritmo más natural: el de la llegada.
-Dentro de esa proyección de la escena, ustedes asoman en la delantera. De hecho, firmaron hace poco un contrato con una multinacional y van a estar en el Lollapalooza ¿Cómo sobrellevan este nuevo camino para el grupo y hacerlo con un nuevo disco como «Clase B»?
-Vengo viendo un buen panorama para la movida. Veo a gente mucho más chica que yo. Nosotros estamos como en el medio de dos generaciones; vimos los últimos vestigios del casete y los CD. No me siento incorporado al mundo del TikTok. Pero sí veo a pibes que se manejan tal vez mejor en este contexto globalizado y que encima curten una movida parecida. Que ciertas cosas les parece gilada y encima con una bajada de música y una apertura muy arriba y recontra particular.
La cabeza de la gente se va abriendo cada vez más en un montón de cosas, entonces como movida lo veo re arriba. Y nosotros también por esas cosas de estar en el medio de las dos generaciones y haber curtido alguna y entender un poco de la otra por estar moviéndonos en ese círculo, siento que sí estamos llevando una postura con la que la gente conecta.
Y sobre lo de firmar con Sony y todo eso, lo sentíamos como algo provocador. Pensábamos que la gente no se iba a esperar eso de una banda alternativa y un poco nos cagábamos de risa de eso, pensando en cómo le iba a quemar la cabeza a la gente. Y en realidad no, a todo el mundo le chupó un huevo porque entienden por dónde vamos.
-¿El lema para este segundo disco fue un poco desmarcarse del primero?
Sabíamos que o teníamos que batir la misma que el primero o empezar a abrir un poco el juego hacia otro lado, que fue lo que terminó pasando. Fue un disco en el que pensamos hacer canciones de la manera más cruda posible y un poco alejarnos tal vez de esa cosa más apantallada, «grungera» o de «shoegaze» que, obvio, que este disco también tiene pero tratando desde el principio de sacarnos esas etiquetas. Por eso me gustan discos de Pescado Rabioso como “Desatormentándonos”, donde hay rock pero también un tema re pesado o una balada. Me gusta que el disco sea bien heterogéneo y que te pegue un paseo no tanto desde el relato o de una cosa conceptual, que eso también me gusta y cuanto más lo tenga mejor, pero sí desde la musicalidad. Es decirle a la gente «puedo hacer esto» y también «lo otro», porque «todo es yo». No quiero que me etiqueten en un género de música, sí tal vez más desde mi lugar de interpretarla.