Marcelo Benavides, hermano de Horacio «Chupete» Benavides, estudiante de abogacía y militante peronista asesinado durante la última dictadura militar, pidió «justicia» para su hermano y sostuvo que los imputados por el hecho son «cobardes y delincuentes», al declarar este miércoles ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) 2 de La Plata.
Benavides militaba en las agrupaciones Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros y estudiaba derecho en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), donde fue compañero de los expresidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
Su hermano declaró este miércoles ante el TOF 2 de La Plata, que dio inicio al juicio que tiene como imputados a los expolicías Walter Omar Ale y Juan Nazareno Risso y al exministro de Gobierno bonaerense, Jaime Lamont Smart.
Marcelo Benavides también fue víctima durante la última dictadura, ya que una comisión policial se lo llevó secuestrado cuando tenía 17 años y estaban buscando a su hermano para capturarlo.
Cómo fue la audiencia
La audiencia comenzó con la lectura de elevación a juicio, que precisó que Horacio Alejandro Benavides era estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata, militante de la Juventud Universitaria Peronista, pertenecía a la organización Montoneros y trabajaba en el Departamento de Trasmisión Gratuita de Bienes del Ministerio de Economía.
«Se ha acreditado que el 30 de septiembre de 1976, Horacio Alejandro Benavides fue interceptado en calle 12 entre 50 y 51 de la ciudad de La Plata, por un grupo de oficiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que descendieron de varios vehículos particulares y comenzaron a dispararle provocando su muerte en el momento», se leyó en el tribunal.
También se recordó que «días antes – el 21 de septiembre- un grupo de personas armadas fue a la casa de sus padres buscando a Horacio y secuestró a su hermano Marcelo. Éste fue puesto en cautiverio en un centro clandestino ubicado en Arana y sometido a torturas e interrogatorios en el que le preguntaron por el paradero de Horacio».
Las declaraciones de los acusados
Tras la lectura, el presidente del tribunal, Enrique Méndez Signori, indagó a los acusados, quienes se negaron a declarar, aunque realizaron algunas declaraciones.
«No voy a declarar por consejo de mi abogado, pero puedo decir que pretendo justicia y que yo no estuve en ese lugar», dijo el imputado Walter Ale, quien afirmó haber trabajado toda su vida de bicicletero y chofer.
Por su parte, el expolicía Juan Nazareno Risso se negó a declarar y dijo que «toda mi vida lo único que hice fue deportes».
El exministro bonaerense, Jaime Lamont Smart tampoco declaró y al preguntarle el presidente si tenía antecedentes dijo que: «No tengo, salvo estas causas que son por el mismo motivo, haber sido ministro en 1976».
El testimonio de Benavides
Marcelo Benavides, al comenzar a declarar, contó que su hermano tenía 22 años al momento del asesinato y que «al comenzar a estudiar abogacía comenzó a militar. Al momento de ser asesinado estaba próximo a recibirse de abogado».
«La situación sociopolítica se fue complejizando de manera extraordinaria de manera tal que fueron muchas las personas que empezaron a ser secuestradas. Comienza una cacería», afirmó.
Remarcó que «el derecho que se les otorga a ellos (los imputados) no se les otorgaron a las personas que han perseguido. Era público y notorio que aquellas personas que desaparecían por haber sido secuestradas algunas recuperaban la libertad y otras no».
«Comenzó a encenderse la alarma en la familia. Supimos que mi hermano se había pedido licencia en el trabajo. Iban contra todos», reflexionó.
Recordó que el 21 de septiembre, de madrugada, un grupo armado con Itakas irrumpió en el departamento del segundo piso de un edificio de las calles 59 entre 12 y 13 que habitaba.
«Mi hermano se había casado el 11 de marzo y ya no vivía en casa. Ellos (los policías) no lo sabían, y habían venido a buscarlo. Me sacaron de la casa, me vendaron los ojos y ataron las manos, me llevaron a Cuatrerismo en Arana, donde fui golpeado para que les diga la dirección de mi hermano», dijo con voz quebrada.
Tras dos días de tortura, Marcelo les dijo dónde vivía su hermano y fue llevado hasta ese lugar.
«Me hacen que les diga el timbre que era y me vuelven a subir al auto», continuó con lágrimas en los ojos reviviendo ese momento mientras esperaba en el vehículo que los policías entraran a secuestrar a su hermano.
Recordó que «comenzó una balacera inimaginable. Luego escuché que uno de ellos decía ´este hijo de puta se nos escapó´ y dicen como que había herido a alguno de ellos. Me regresan a Arana».
Describió el lugar de Arana donde era torturado y sostuvo que «los animales no tiene esa crueldad, los animales no tiene esa crueldad» y relató haber oído cómo torturaban allí a Pablo Díaz, uno de los estudiantes secuestrados en el episodio conocido como «La Noche de los Lápices».
Tras seis días en cautiverio lo liberan y explicó que el 30 de septiembre de 1976 volvía en micro y desde el interior vio que en las calles 12 y 51 «algo había ocurrido», enterándose días más tarde que en ese sitio habían asesinado a su hermano Horacio.
«Nos acomodamos a esa realidad pero estos canallas nos negaron su cuerpo, no nos lo quisieron dar», remarcó y contó que su padre tuvo una reunión en la Ciudad de Buenos Aires en el 1er Cuerpo del Ejército y finalmente logró que Carlos Guillermo Suárez Mason, «delante de mi padre llamara a (en ese entonces jefe de policía Ramón) Camps y le ordenara que nos entregara el cuerpo de mi hermano».
«Hoy que soy padre de tres hijos no puedo darme una real dimensión del dolor extraordinario de mis padres en esas circunstancias», dijo mientras se secaba las lágrimas.
Recordó que no se les permitió velar los restos de Horacio y que no permitieron que al entierro concurriera él, siendo sus padres escoltados hasta el cementerio por varios vehículos policiales, «Falcon y Torinos».
Sostuvo que los policías que participaron en el operativo que mató a su hermano fueron felicitados por ese hecho, según consta en sus legajos y «nunca rechazaron los honores, nunca dijeron ´no estuve ahí «.
«No pudieron borrar todo vestigio. Lamentablemente todos los que participaron de estos hechos, avasallando de manera inimaginable los derechos humanos, asesinando gente, se llevan a sus tumbas el secreto de las personas que no han aparecido», dijo.
No dudó en calificar a los imputados de «cobardes y delincuentes» y pedir justicia por el crimen de su hermano, hecho que recién en 2016 denunció.
Durante la audiencia también declaró Fernando Ireba, quien conocía a Horacio y había acordado facilitarle un bolso con ropa para que se escapara de la ciudad, pero finalmente no concurrió la víctima a la cita «lo que enseguida relacioné con el hecho de Plaza Moreno (lugar donde fue asesinado «Chupete»).