¿por qué Massa fracasa y no puede bajarla?
La suba de las tasas decretada la semana pasada por el Banco Central; el eventual relanzamiento de los acuerdos de precios de los alimentos; un próximo canje de deuda; y hasta el anuncio de un esperado «dólar soja 3«. Todos son esfuerzos de último minuto en una dinámica económica muy complicada. Sergio Massa enfrenta un escenario mucho más difícil del que el propio ministro preveía hasta hace unas pocas semanas.
Para decirlo concretamente: el escenario económico cambió. No es el mismo que hasta el de hace algunas semanas, cuando ya se computaban los efectos de la sequía, pero no con los daños que está provocando.
A la economía le faltarán entre u$s18.000 y u$s20.000 millones este año -algunos expertos en el sector agropecuario amplían esas cifras-, que es una montaña de dólares que la Argentina de ninguna manera podrá compensar.
No habrá prestador de última instancia que salve semejante quebranto. Ni los acuerdos con China ni con Brasil ni el propio Fondo Monetario, que hasta el momento sólo accedió a una flexibilización de las metas de reservas del BCRA, a cambio de una profundización del ajuste.
Sin embargo, el FMI no está dispuesto a ofrecer ningún dólar adicional que ayude a la Argentina a paliar semejante sofocón. Al menos, por el momento.
Fue en este contexto que el economista Emmanuel Álvarez Agis expresó que a la Argentina le convendría incumplir con el acuerdo firmado hace un año con el FMI.
Sequía histórica y menos dólares, otro cisne negro en el camino del Gobierno.
De todas formas, más que un hecho voluntario -de cumplir o no-, lo que ahora está bajo esta realidad es si el acuerdo se podrá cumplir. Aunque se quiera hacerlo. El agujero de dólares que deja la sequía es imposible de llenar.
Menos dólares por la sequía: ¿el cisne negro que faltaba?
El agravamiento de la sequía no estaba en los papeles. Se está dando el peor de los escenarios. La consultora Eco Go distribuyó un informe entre clientes en el cual sugiere que el PIB podría caer hasta un 5,2% este año. Una destrucción impensada por los propios economistas independientes.
Todavía no están los cálculos finales de la pérdida de la cosecha gruesa. Al impacto que genera la abrupta caída de exportaciones hay que sumarle el daño que le provocará a la economía el mayor bloqueo de las importaciones.
«La caída de la cosecha es de 34%, parecida al 37% de 2008/09, cuando la economía retrocedió 5,9%», dijo a iProfesional el economista jefe de la consultora, Sebastián Menescaldi.
«Estimamos que por cada 10% de retroceso de la campaña, el PIB cae 0,8% en el año (u$s5.300 millones) incorporando los efectos sobre el transporte y el comercio (no incluye los de la industria alimenticia)», agregó Menescaldi.
Se trata de un impacto más fuerte que la sequía de 2017-2018, durante la administración de Mauricio Macri. «Sin un cambio de escenario climático a la vista, se advierten nuevos recortes», advierten desde la Bolsa de Rosario.
Un nuevo auxilio del FMI no está en el horizonte.
Inevitable: la economía, hacia la recesión
El endurecimiento del cepo es la única llave que maneja Massa para controlar los pocos dólares que quedan en el BCRA.
Esa restricción desembocará en mayores problemas: una contracción de las importaciones frena la actividad económica, y quienes igualmente optan por entrar la mercadería de afuera terminan pagándola al precio de los dólares alternativos, que están rondando los $400, el doble que el tipo de cambio oficial. El salto de la inflación es inevitable.
Por eso mismo, las consultoras económicas más reconocidas ya hablan de una inflación que se acercaría al 100%-120% este año.
En este contexto, luce inevitable una recaída del poder adquisitivo de la población, que ya viene sufriendo los efectos inflacionarios desde hace tiempo. Desde 2017, en promedio, los trabajadores perdieron un 20% de su poder de compra. El nuevo escenario, en ese sentido, luce dramático.
Una apuesta por la moderación: ¿alcanza?
La decisión de aplicar una suba de sólo tres puntos a las tasas de interés de las Leliq y de los plazos fijos intenta ir más allá de lo testimonial. El reclamo del Fondo Monetario para que la Argentina mantenga la tasa real positiva en medio de la aceleración inflacionaria fue atendida de modo parcial por el directorio del Banco Central.
«No nos queremos pasar de rosca. Si hace falta, iremos por algo adicional», dice a iProfesional un funcionario del gabinete económico.
Cautela: el equipo económico fue gradual y prefirió evitar una fuerte y repentina suba de tasas de interés.
Massa y Miguel Pesce resistían un alza en las tasas de interés. No les quedó alternativa bajo el nuevo escenario económico. Se sabe, el aumento de las tasas desemboca en mayores costos para las empresas cuando necesitan financiar el día a día.
Desde el equipo del ministro subrayan lo inevitable: «Necesitamos que la brecha cambiaria no se agrande», dice el funcionario consultado tras el ajuste de las tasas. «La pregunta es si esta magnitud alcanzará, y eso lo sabremos en las próximas semanas», admite.
Las proyecciones, incluso las que elabora el propio Gobierno y el Banco Central, indican que la inflación de este mes viene más pesada que la de los meses anteriores. Apuntan, por lo menos, a un 7%, aunque en los últimos relevamientos daban cuenta de que podría trepar al 7,2% o incluso al 7,5%.
Marzo vino con fuertes alzas en algunos servicios regulados (transporte público, prepagas y colegios) y hasta en las cuentas de Internet, en este caso alzas superiores al 15%.
En contraposición, el precio de la carne se estabilizó, durante la primera quincena, aunque los expertos del sector advierten que los aumentos retomarán el mes que viene, tal como sucede todos los años, por una cuestión estacional.
¿Qué hará el Gobierno en este contexto? El ministro dejó trascender que se trabaja en nuevas medidas, que por ahora niegan en la oficina de Matías Tombolini, el secretario de Comercio.