Argentina reclama mayor compromiso y alerta sobre la carrera armamentística
La Argentina renovó esta semana en el ámbito de la Organización de Naciones Unidas (ONU) su histórica postura en favor de avanzar hacia un desarme nuclear «completo, verificable, transparente e irreversible», objetivo para el que reclamó un «mayor compromiso» de parte de las potencias poseedoras de armas nucleares, y alertó sobre la posibilidad de «un nuevo ciclo de carrera armamentística», en un contexto mundial atravesado por la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China.
«La Argentina cree en la necesidad de un mayor compromiso por parte de los Estados poseedores de armas nucleares a fin de avanzar en medidas concretas hacia el desarme nuclear», dijo el canciller Santiago Cafiero, al hablar, el lunes pasado, en la apertura de la 10ª Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) que se desarrolla en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, y que se extenderá hasta el 26 de agosto.
Cafiero -quien habló después del secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, y antecedió en el uso de la palabra a la ministra Federal de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock- hizo especial hincapié en la posibilidad de que el mundo esté a los «albores de un nuevo ciclo de carrera armamentística» y de «proliferación de armas nucleares».
La Argentina es una voz respetada en materia de no proliferación: es una de las pocas naciones emergentes con desarrollo nuclear para fines pacíficos.
A pesar de su relativo peso geopolítico, la Argentina es una voz respetada en materia de no proliferación: es una de las pocas naciones emergentes con desarrollo nuclear para fines pacíficos, una posición histórica reconocida por los 191 estados que integran el TNP, que ungieron al país para presidir este año la 10ª Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Antes de la invasión de Rusia a Ucrania iniciada en febrero pasado, la carrera armamentista ya era manifiesta: desde el 2015 experimenta un nivel de aceleración que fue advertida por el canciller argentino.
Datos contenidos en el informe de abril del Stockholm International Peace Research Institute estimaron que en 2020 y 2021 (dos años de pandemia de Covid-19) se gastaron el récord de US$ 4 billones de dólares, una inversión concentrada en un 62% en manos de cinco potencias: Estados Unidos, China, India, el Reino Unido y Rusia.
Otro ejemplo de ello es el último presupuesto de Defensa que presentó al Capitolio el presidente de los Estado Unidos, Joe Biden, el más alto en la historia de EE. UU con US$ 813.000 millones de dólares y que fue incrementado recientemente por el Senado, que le sumó US$ 45.000 millones de dólares.
A pesar de esos datos, en enero pasado, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Estados Unidos, Francia, Rusia y el Reino Unido que, en conjunto poseen un inventario de 12.270 ojivas nucleares sobre un total de 12.705) se manifestaron contra la proliferación de esas armas y afirmaron que «no se puede ganar una guerra nuclear y que nunca debe librarse».
Sin embargo -según la International Campaign to Abolish Nuclear Weapons– en 2021 y en medio de la pandemia, esos cinco países destinaron unos US$ 77.000 millones de dólares para modernizar sus arsenales nucleares.
Con ese escenario, Cafiero, que encabezó la delegación argentina compuesta por funcionarios de la Cancillería, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Autoridad Regulatoria Nuclear, analizó que «la invasión de Rusia sobre Ucrania cambió el escenario internacional y altos líderes mundiales comenzaron a hablar de una Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, la carrera armamentista ya venía desarrollándose tiempo atrás».
Para reafirmar su diagnóstico, Cafiero se apoyó en los «diferentes estudios internacionales» que «afirman que los gastos venían creciendo desde 2015. Y solamente para el 2020 y 2021, 2 años signados también por la pandemia, se gastaron el récord de 4 billones de dólares».
«Como integrante de la Iniciativa de Estocolmo, la Argentina reafirma su tradicional apoyo a los distintos planes para avanzar hacia el desarme nuclear completo, de un modo verificable, transparente e irreversible»Santiago Cafiero
En su intervención, el canciller argentino también alertó sobre otro peligro latente: «Hoy la invasión a Ucrania puede funcionar como una justificación para que países sin armamento nuclear deseen procurarlo», y exhortó a los Estados participantes de la 10ª Conferencia de Revisión del TNP a preguntarse si el mundo está «a los albores de un nuevo ciclo de carrera armamentista, de proliferación de armas nucleares, si se está por pasar de la tentación al impulso».
Analistas internacionales juzgan que la guerra en Ucrania y las alusiones de Rusia a su capacidad atómica para disuadir a cualquier país que se plantee intervenir en ese conflicto volvieron a encender el debate sobre las armas nucleares y sobre el futuro de toda la arquitectura internacional creada para mantenerlas a raya.
Este encuentro -que preside el embajador argentino Gustavo Zlauvinen y que debió realizarse en el 2020 pero se postergó por el Covid-19- resulta un foro clave para volver a impulsar el desarme en un momento especialmente complicado: se cumplen 50 años de la puesta en vigencia del TNP y en la última cumbre (2015) no hubo acuerdo sobre las cuestiones de fondo.
Según la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), la invasión rusa creó una mayor división y aumentó las probabilidades de que proliferen las armas de este tipo y de que puedan llegar a usarse.
Las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China también despiertan preocupación en todo el mundo: A la escalada del conflicto entre ambos países tras el reciente viaje a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, se suma un intercambio en mayo de este año cuando desde Beijing calificaron a Washington como «la mayor fuente de amenaza nuclear en el mundo» como respuesta a las versiones difundidas por EE.UU. sobre una supuesta amenaza atómica china.
El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó en la apertura de la conferencia que la humanidad está «a un malentendido, a un error de cálculo, de la aniquilación nuclear», y agregó: «Hemos tenido una suerte extraordinaria hasta ahora, pero la suerte no es una estrategia ni un escudo para impedir que las tensiones geopolíticas degeneren en un conflicto nuclear.
Cafiero, por su parte, puso de manifiesto el compromiso de nuestro país y de la región con la vigencia y los objetivos del Tratado para luego pedir un mayor compromiso de los Estados poseedores de armas nucleares.
«Como integrante de la Iniciativa de Estocolmo, la Argentina reafirma su tradicional apoyo a los distintos planes para avanzar hacia el desarme nuclear completo, de un modo verificable, transparente e irreversible», subrayó.
La cuestión Malvinas
La Cuestión Malvinas y el envío por parte de Reino Unido de arsenal nuclear al Atlántico Sur durante el conflicto bélico de 1982, que la Argentina viene denunciando en organismos y foros internacionales, fue otro los tópicos del discurso del canciller en la apertura de la conferencia.
Tras rechazar «la prolongada e injustificada presencia militar del Reino Unido» en el archipiélago, el canciller argentino recordó la aparición pública de documentos desclasificados en los Archivos Nacionales de Londres que «prueban que, durante el conflicto del Atlántico Sur de 1982, el Reino Unido envió a la región buques equipados con 31 armas nucleares, lo que representaba en ese entonces el 65% de su stock de bombas nucleares de profundidad».
Y sostuvo que «además de tratarse de una significativa cantidad, la mera presencia de esas armas implicó, no sólo para la Argentina sino para toda la región, un grave riesgo nuclear tanto en términos de contaminación radioactiva en el Atlántico Sur, como por las catastróficas consecuencias humanitarias asociadas al armamento nuclear».
Históricamente, la Argentina viene expresando un enfoque amplio sobre el desarrollo de acciones e iniciativas en el campo del desarme, la no proliferación y la regulación de armamentos.