Salud

Alimentos esenciales para mejorar la calidad de la nutrición de los argentinos

A lo largo de un mes, el argentino promedio no combina más de 25 alimentos. Esta falta de diversidad resta en nutrición saludable

El denominador común de las diferentes formas de malnutrición que afecta a más de la mitad (entre 55% y 60%) de la población argentina es la calidad de nuestros hábitos alimentarios.

Hace años hemos empezado a estudiar el concepto de brechas alimentarias y de calidad de dieta y siempre hallamos la misma foto: de un lado, cinco déficits crónicos: pocas verduras, pocas frutas, casi nada de legumbres y cereales fuente de fibra, poca leche y menos yogur. Y del otro lado dos excesos que preocupan: muchos azúcares, en especial en forma líquida y gran cantidad de hidratos de carbono rápidamente digeribles (mucho pan, harinas, galletitas y papa). 

Esta configuración de dieta determina dos resultados adversos: baja calidad nutricional y escasa diversidad. Cada cien calorías ingeridas en promedio tienen más sodio, azúcares o almidón que vitaminas y minerales: esa es la medida de la baja calidad de dieta.

Sergio Britos, autor de este artículo, es Director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía Alimentaria, CEPEA.

Sergio Britos, autor de este artículo, es Director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía Alimentaria, CEPEA.

Y a la vez, a lo largo de un mes, el argentino promedio no combina más de 25 alimentos: cinco verduras, cinco frutas, cinco formas distintas de carnes y ocho de hidratos de carbono de rápida absorción, más un poco de leche y alguna poca cosa más: esa es la medida de la escasa diversidad, un cuello de botella que resta en nutrición saludable y suma en precio (cuanto más monótona, menos opciones para abaratar la canasta de consumo).

Modificar estos hábitos alimentarios (transversales a todos, pobres y ricos, grandes ciudades e interior) va más allá de esfuerzos aislados, se necesitan buenas políticas públicas: cuidados en los primeros años de vida, mucha y buena educación alimentaria, escuelas promotoras de hábitos saludables, un buen etiquetado frontal y un sistema de precios que incentive buenas elecciones alimentarias.

Las verduras, legumbres y otros hidratos de carbono de absorción más lenta deben convertirse progresivamente en mucho más de la mitad de nuestros platos de comida. Las frutas estar siempre cerca de la vista y de la mesa y a precios accesibles. Y más leche y yogur no faltar en desayunos, meriendas o aún colaciones. Incorporar yogures con probióticos no solo mejora la calidad nutricional de la dieta. Su proceso natural de elaboración a partir de leche lo convierten en un producto más estable y bacteriológicamente seguro, facilita la tolerancia a la lactosa y junto con legumbres y verduras tienen el potencial de enriquecer y diversificar una microbiota intestinal que nuestros propios hábitos alimentarios ha empobrecido por décadas.

* Sergio Britos, Licenciado en Nutrición (MN 1170). Director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía Alimentaria, CEPEA

Fuente de la noticia: iprofesional.com

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