El aire acondicionado puede enfermarte
Es difícil pensar como sería la vida actual, y sobre todo en verano, sin el aire acondicionado. Esa temperatura fría y seca puede ser un bálsamo frente a las altas temperaturas, pero también es un bumerán contra la salud: el uso excesivo de este símbolo del confort puede acarrear diversas enfermedades respiratorias e incluso musculares. Según un estudio de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) hasta un 20% de los cuadros catarrales, de laringitis, faringitis o de los procesos bronquíticos que se producen en verano son a causa del uso inadecuado del aire acondicionado.
La mayor parte de estas afecciones son leves, y remiten al poco tiempo, pero también se puede adquirir una infección por bacterias u hongos que puede ser más grave. Estos últimos casos suelen ser causados por la presencia de los gérmenes que se acumulan en los filtros de limpieza. Por la falta de mantenimiento, lo que hace la corriente del aire es diseminar estos gérmenes en el ambiente y llegan a las vías respiratorias.
Los gérmenes más peligrosos
Entre los gérmenes “el más conocido es la bacteria Legionella pneumophila, responsable de causar una neumonía que puede llegar a ser grave”, describe la doctora Olaia Bronte, neumóloga y miembro del Área EROM (Enfermedades Respiratorias de Origen Ocupacional y Medioambiental) de SEPAR.
Pero no es el único: otros hongos contaminantes del aire son el Aspergillus niger y el Aspergillus fumigatus, que pueden provocar casos de asma, rinitis, neumonía o neumonitis por hipersensibilidad.
No es frecuente que personas con buena salud puedan adquirir algunas de estas infecciones, pero sí deben prestar especial atención las personas con enfermedades respiratorias crónicas, así como los niños y ancianos.
Por qué el aire acondicionado puede ser perjudicial
¿Cómo es que el aire acondicionado crea esas molestas irritaciones? Cuando el aire entra en las fosas nasales, aumenta unos grados para adecuarse a la temperatura corporal antes de llegar a los bronquios. Pero si el aire acondicionado está demasiado frío, por debajo de los 21 grados, no da tiempo al organismo para calentarlo.
Ese aire, frío y seco, “al entrar en contacto con la mucosa nasal y las vías respiratorias favorece la sequedad, irritación e inflamación de la vía aérea superior, de la faringe y la laringe, e incluso a nivel bronquial”, señala Bronte.
Además, el uso intensivo del aire acondicionado lleva a que en muchos hogares, así como en espacios de trabajo, las ventanas queden siempre cerradas. Ese aire viciado, sin renovar, cuenta con una alta presencia de los gérmenes acumulados en los filtros, lo que facilita su contagio.
Si un cuerpo está expuesto directamente a la corriente fría del aire acondicionado también puede generar en dolores y contracturas musculares, sobre todo en la parte superior (hombros, clavícula) y la espalda; problema que se agrava por estar muchas horas trabajando en la misma posición.
Cómo usar el aire acondicionado sin que cause problemas
Un punto clave para que el aire acondicionado no sea un enemigo de la salud es la temperatura: la más adecuada es entre 22 y 24 grados, y un par de grados más por la noche. Tenerlo más frío implica abrir la puerta a las infecciones respiratorias. Asimismo, como este es un aire seco, se recomienda que el ambiente tenga una humedad del aire de un 30% al 60%.
El cuerpo no debe estar expuesto directamente a la salida del aire, un problema que se suele dar en los automóviles: la sugerencia de Separ es que las rejillas apunten hacia arriba, porque el aire frío luego desciende a la superficie.
Precisamente, en un coche no es buena idea poner el aire acondicionado a la temperatura de máxima potencia cuando el interior está muy caliente. Lo mejor es abrir las ventanillas y puertas, dejar que se ventile, y luego encender este accesorio a una temperatura de 21 a 23 grados.
Cabe recordar que una temperatura más alta puede alterar la concentración del conductor, y una mayor potencia equivale a que el consumo de combustible aumente hasta un 20%.
Otro punto importante es realizar un mantenimiento periódico de los aires acondicionados, tanto del hogar como del trabajo o el coche, con el cambio de los filtros según las indicaciones del fabricante.
En los espacios de trabajo
Un problema habitual son las polémicas en los espacios de trabajo, entre los empleados que se encuentran cerca de las cajas de los aires acondicionados y los que reclaman más frío porque están en zonas donde no les llega la corriente de aire artificial.
“Lo mejor es consensuar una temperatura de 22 a 24 grados, y beber mucho agua”, apunta Bronte. Además que el calor incentiva la deshidratación, la sequedad del aire acondicionado en las mucosas se combate con una continua ingesta de líquidos.
Hay espacios donde el aire acondicionado se pone a temperaturas exageradas, como salas de cine, buses o aviones. En estos casos, el truco es llevar una prenda liviana para evitar que esa corriente de aire, que puede ser agradable en un primer momento, se convierta en una ligera tortura cuando es demasiada fría.
Fuente de la noticia (La Vanguardia)