Cristhy Jaramillo, la voleibolista transexual: «Desde que tuve conciencia me sentí en un cuerpo biológico que no me correspondía».

Siempre mantuvo bajo perfil, a principio de 2023 prefirió no hablar, nunca lo había hecho. Pasó el tiempo y decidió contar su historia. «Me dieron ganas de enseñar, educar un poco y que la gente aprenda antes de tirar cualquier comentario absurdo, negativo o con cierta malicia. Cada caso es especial, pero pasamos por un montón de etapas en las que casi todo lo que hacemos es corrosivo para el organismo. Cuando tomás ciertas sustancias, te estás matando un poco por dentro«, afirmó la deportista al comienzo de esta charlas con Página 12.
Cristhy Jaramillo nació en San Cristóbal, Venezuela, una ciudad que limita con Cúcuta, Colombia. Lo tiene que aclarar porque su tonada venezolana es casi imperceptible. Hoy juega al vóley en UNTREF, practica beach volley en el CeNARD y es entrenadora de gimnasia rítmica en Ferro. Por qué vino a Argentina, qué significa el deporte para ella, cómo fue su proceso de transición y su mensaje ante las críticas.
La adaptación al país
En 2010 vino hacer un curso a Buenos Aires. La ciudad le «voló la cabeza». Pasaron los años y por las circunstancias económicas, políticas y sociales de Venezuela, en 2015 decidió venir a probar suerte. Aunque la intención era instalarse en Chile, pensó que podía volver al país unos días y después emigrar al país trasandino. «En Buenos Aires conseguí trabajo en una semana. Me iba a quedar veinte días, después un mes y bueno estoy acá hace diez años», comenta Jaramillo.
Al tiempo consiguió trabajo de lo suyo y empezó como entrenadora de gimnasia rítmica en el Club Italiano en Caballito. «Se me fueron dando las cosas, fue todo muy complicado porque salir de mí país, ir a otro, el laburo, el proceso que yo estaba haciendo, pero fue gratificante porque fue fui evolucionando poco a poco. En Venezuela somos un país súper subdesarrollado, intelectual, económica y políticamente y no podía tener este acompañamiento en mi proceso. Todo lo tuve que hacer a escondidas», confiesa.
El proceso de transición
Cuando Cristhy Jaramillo habla de su proceso, habla de la transición de género que pudo realizar por completo en Argentina, pero que ya había comenzado en su país natal, aunque no de la mejor manera: «No tuve acompañamiento ni familiar ni institucional, vengo de una familia cristiana evangélica. Tengo recuerdos vagos de con seis o siete años ver a mi mamá hablando con la psicóloga del colegio porque yo lloraba porque estaba en las filas que «no tenía que estar», porque entraba a los baños que «no tenía que entrar». En mi caso, me pasa desde que tengo conciencia. Siempre fui lo que soy ahora, obviamente en un cuerpo físico y biológico que no se correspondía con mi sistema hormonal».
La deportista pudo realizar su transición en Argentina, pero desde chica había comenzado con algunos tratamientos en Venezuela que podrían haber sido perjudiciales para su salud: «A los 13, 14 años empecé a tomar hormonas, pero nada muy profesional. Es muy poco recomendable hacerlo sin control y como estaba en la frontera con Colombia, un poco iba para allá. Pero no es lo que se debe hacer. A mí me pasaba algo, que a pesar de que tenía muchas ganas de evolucionar en mi proceso, no quería hacer lo que hacían muchas de operarse a lo loco o de hacer tratamientos por fuera de clínicas. Hay casos de operaciones fuera de clínicas que son totalmente fallidas». Desde que llegó al país hasta ahora la misma endocrinóloga la acompaña. «Cuando llegué la doctora me dijo que lo que estaba tomando me podía producir un ACV con 35 años», cuenta.
Las críticas sobre la ¿ventaja deportiva?
En el deporte se genera mucha polémica acerca de la participación de mujeres trans debido a la supuesta ventaja que tendrían sobre el resto de las mujeres cis. Hay algunas teorías que hablan de que las ventajas físicas son reales en el caso de que la transición se realice después de la pubertad y otras que aseguran que con los cambios hormonales que sufren las mujeres trans durante su proceso y lo que eso provoca física y emocionalmente desmitifica cualquier superioridad en el rendimiento deportivo.
Con respecto a esto, Jaramillo afirma: «Creo que les diría que está bueno pensar diferente, pero está bueno conocer a la otra persona antes de hacer algún comentario tanto negativo o positivo. Está bueno aprender a escuchar, todos los casos son diferentes, yo nunca hablo de otro caso, sino de mí. Hay muchas personas que están en contra y en la medida que me conocen ven que no es como parece. Estoy súper abierta a educar, a que la gente sepa quiénes somos y por qué podemos hacer el deporte. Creo que hay cuestiones de ego o o porque no se conoce bien. Yo voy por mi evolución más allá del deporte, si lo puedo hacer bárbaro y si no puedo también».
La jugadora, que además es entrenadora de un equipo de disidencias en la Liga Podio, contó los motivos de por qué no había querido hablar hace unos años y ahora sí tuvo ganas de hacerlo: «Con respecto al proceso y a toda esta transición, no la he generado para el deporte. Es lo que quiero, lo que siento y voy a tener el resto de mi vida. El deporte es algo que me llena el alma y lo voy a tener siempre, pero me pasó de ver casos de mucha exposición, y lo que opinaba la gente y no me daban ganas de acercarme y hablar. Después con el tiempo pensé que tengo que ayudar a concientizar. Con respecto al deporte sé que se genera mucha controversia y hay mucha crítica poco constructiva que eso es donde me da un poco de temor, de salir, de hablar y expresarme».
Completar la transición
«Estoy acá, voy por todo», pensó Jaramillo al llegar al país. «La verdad es que mi objetivo es asemejarme lo más posible a lo que es una mujer biológica, comprendiendo que es imposible pero sí hay muchos mecanismos que podés implementar para acercarte. Obviamente no vamos a poder procrear y un montón de otras cosas, pero lo que es a nivel hormonal sí podemos estar muy a la par. Lo que quería esta jugadora venezolana, argentina por adopción era operarse: «En realidad fue una operación que ha evolucionado, pero que era complicada antes. Cuando llegué acá, mi objetivo principal era ese. Con la operación te cambia hasta el pensar. Es una sacudida que le hacés al organismo. Lo hice con tanto amor y lo quise con el alma entonces como que fue un poco más fácil y llevadero, pero es un paso que tenés que estar muy segura porque no tenés retorno y tiene complicaciones a la larga. Te cambia la psiquis, hay personas que se han vuelto locas, que no han podido sobrellevar lo que conlleva el operarse».
El acompañamiento que sí estuvo
«En ciertos momentos de la vida tuve diferentes maestros y actualmente me apoyé en mi compañero de vida porque estuvo ahí alentándome. Es lo mejor que me ha podido pasar acá, está ahí siempre. En su momento contacté al cirujano, Javier Belinky, y automáticamente a los dos meses ya estaba en quirófano, fue todo muy rápido». Con su familia fue mucho más difícil: «Mi padre falleció hace 2 años, nunca lo pudo entender, se fue de este mundo y no. Mi mamá me pasó que nunca pudo nombrarme por mi nombre real, siempre fue por el nombre que ella me eligió. Hace dos años la traje para acá. Lo que pasa con nosotras en Venezuela es que somos el ‘payasito de la cuadra’, la burla, la mancha negra, la oveja negra. Estando acá y viéndome quién soy, lo que hago y cómo la gente me ve, mi mamá cambio su manera de ver las cosas».
La nacionalidad, en espera
Jaramillo juega en UNTREF en la División de Honor y también se entrena en beach volley, donde su idea es jugar todo el circuito nacional y porqué no, apuntar a más. Está a la espera recibir la nacionalidad: «Argentina es un país que me acogió totalmente. estoy muy feliz de haber tomado la decisión de venir para acá porque a pesar de cosas malas y buenas que siempre va a haber, me pude encaminar en mi proceso. El país me permitió no solamente ser quien soy, sino también me permitió hacer deporte como lo siento. Me dio me dio un montón de cosas que no tenía y que no sabía que podía acceder».
Después de charlar durante más de una hora y media, la deportista habló de su fuerza interior para atravesar una transición de género, el rechazo de su familia, las críticas externas y los propios cambios internos. «No sé de dónde viene mi fuerza emocional. Siempre pensé que no iba a dejar de ir por lo que siento, lo que me hace feliz. Nunca fui a un psicólogo ni lo pude hablar con nadie, pero sí con personas que fueron como maestros en diferentes etapas de mi vida. Siempre fui por el lado del amor y de entender que bueno que está bien que alguien no entienda mi proceso, pero entonces yo tampoco tengo que entender lo que el otro sienta. Yo soy esto y te lo digo con amor, me nace así, me nace de adentro», concluyó Cristhy Jaramillo, con una palabra que resume la idea de esta charla. Se llama empatía.




