Espectáculos

Los Auténticos Decadentes, 30 años de vida loca

El aniversario de un disco lleno de hits fue la excusa perfecta para desatar un cumbiazo sin fin, inevitable consecuencia de la banda argentina plenipotenciara de la joda.

Ahora que los recitales dejaron de ser lo que eran para convertirse en “experiencias”, la apología a las hipérboles pasó a ser una constante. En ese sentido, nadie pondría en duda que cada vez que Los Auténticos Decadentes se suben a un escenario le hacen justicia a cualquiera de los adjetivos que giran en torno al imaginario festivo. Sin embargo, el Movistar Arena tomó forma de bailanta, una bien masiva, como pocas veces sucede en el predio de Villa Crespo. Y es que desde que la banda apareció, hasta que se despidió dos horas más tarde, ninguno dejó de bailar. Pasó que Mi vida loca, su disco emblemático, hace unos meses cumplió 30 años, por lo que Cucho Parisi & Cía decidieron tirar la casa por la ventana con una celebración que no se privó de nada. Bueno, sí: de soplar las velitas.

En la primera de las dos funciones (la otra estaba pautada para el sábado), el grupo se dedicó a repasar ese repertorio casi en su totalidad, y a medida que avanzaba lo fue alternando con otras canciones que nacieron a partir de esa impronta. Fue una metralleta de hits, uno tras otro sin parar. Si bien no respetaron el orden del tracklist, lo que suelen hacer artistas como Fito Páez, estos plenipotenciarios de la joda arrancaron con el himno que abre el álbum, “La guitarra”. Mirándolo bien en retrospectiva, y porque conceptualmente están en sintonía, ese ska con forma de tarantela es para la música popular contemporánea argentina lo que “Our House”, el clásico de Madness, es para la escena inglesa. Si hasta su video tiene puntos en común, con el delirio como leitmotiv.

Sigue siendo increíble que un mismo disco pueda contener tantos éxitos juntos, y más si se toma en cuenta el bajón que les significó su anterior álbum, Fiesta monstruo (1993), con el que musicalmente se sintieron desvalorizados. Para escoltar al primer corte promocional de ese trabajo, desempolvaron el rocksteady “Me morí de risa”, y, como ya es habitual en sus performances, empezaron a pasarse el micrófono entre ellos al momento de cantar. Entonces Jorge Serrano se transformó en la voz líder en la cumbia “Corazón”, custodiada por la cuartetera “Diosa”, hitazos paridos durante un retiro compositivo en Villa Gesell. En el primer hiato del repaso de Mi vida loca, Diego Demarco recogió el tutor para desenvainar la punzante balada “Amor”, con esas guitarras sufridas con dejo a Rata Blanca.

De la melancolía se mudaron al desenfreno, sin escalas, arreados por Cucho, nuevamente en el rol de frontman, en el ska “Pendeviejo”. Al terminar, el cantante y compositor avisó que iban a relajarse porque tenían por delante una lista larga de temas. La advertencia parecía una broma, porque luego desenfundaron “Los piratas”, encuentro entre la murga y la música disco que coronó los “Deca” en alquimistas de lo imposible. Y es que no hay otra banda en el mundo que se atreva a llevar adelante semejantes menjunjes. A continuación, Diego Demarco volvió a pedir cancha en “Besándote” y en la insoslayable cumbia “El gran señor”. Él mismo se encargó de retomar la conmemoración de Mi vida loca de la mano de la bossa nova “Turdera”, que, según cuenta la historia, por poco no llega a ser parte de ese material.

Acto seguido, Martín Damián “La Mosca” Lorenzo tuvo el protagonismo interpretativo en uno de sus aportes para ese cancionero, “Las miradas” (próxima al experimento salsero que hicieron Los Fabulosos Cadillacs en su disco El León). Mientras que “Qué le vamo’ a hacer” se comportó como el primo hermano dancehall de “Gente que no”, en el que Los Auténticos Decadentes y Todos Tus Muertos fueron un solo embrión. Pese a que este último no fue de la partida en esta oportunidad, sí dijeron presente sus revisitas a “Viejos vinagres”, el clásico de Sumo, y a “Costumbres argentinas”, de Los Abuelos de la Nada. Esta vez sin su autor, Andrés Calamaro, en calidad de invitado. No obstante, todavía faltaba un rato para que los comensales irrumpieran por el tablado.

Tras hacer “Sigue tu camino”, “Vení Raquel” y la fabulosa “Un osito de peluche de Taiwán”, paradigma de la canción perfecta, al igual que “La prima lejana”, que sonó más tarde, la banda prosiguió repasando el álbum cumpleañero. En este tramo, revisaron una terna de temas que llevan impresos su sello pop característico: “El pájaro vio el cielo y se voló”, “La chica del sur” y “Mil noches”. Acá el comando lo tuvieron el guitarrista Gustavo “Nito” Montecchia y el primer convidado de la noche, el otrora colaborador de los Decadentes, Nico Landa, quien en el papel de manager fue figura fundamental de ese álbum: tanto en el presupuesto para hacerlo como en la idea de grabarlo en Los Angeles con el productor Afo Verde (la primera opción fue Gustavo Santaolalla).

Más tarde, desde las pantallas Julieta Venegas cantó “No me importa el dinero”, lo que dio pie al punk remojado en ranchera “Esta locura”, con el que iniciaron otro segmento orientado a Mi vida loca, del que también fueron partícipes el ska “Aguinaldo (frío, calor)» y “El murguero”. En el borde del vallado que lindaba con el tablado, un puñado de fans agitaba globos amarillos y rojos. Colores alusivos a la tapa del disco, que estuvo representada en la puesta en escena con un corazón enorme (esa misma víscera bermeja los músicos la llevaban puesta en sus ropas en forma de broche) colgando arriba de ellos y rodeado por una faja de metal con el título. En tanto eso sucedía adelante, en el medio del campo, a esas alturas del show, abundaba el pogo.

De pronto invocaron a Rubén Rada, y no encontraron mejor manera de hacerlo que son de su clásico “Blumana”. Levantó tanto la improvisación, con el legendario músico uruguayo entrando al escenario bailando, para luego sentarse en las tumbadoras, que casi tocan la canción entera. En realidad, lo llamaron para que participara en “Cha cha muchacha” y “Cómo me voy a olvidar”, y se terminó quedando hasta el final, pasando a los bongós. Cerraron con “Somos”, y en el bis hicieron “Loco (Tu forma de ser)”, y la biográfica “Y la banda sigue”, a la que se sumó Lola Parisi, hija de Cucho, en voz. De Mi vida loca aún faltaba “Marecchiare”, aunque es tan disparatada que eligieron poner de fondo música italiana. Y el público estaba tan, pero tan contento que no hubo necesidad de pedir una más. 

Fuente: Pagina12

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