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Alan Menken: «En un musical también colabora la audiencia» 

Su primer trabajo para la empresa del ratón fue nada menos que «La Sirenita», que le dio el primero de sus ocho premios Oscar. Y aún hoy extraña a su socio Howard Ashman, fallecido en 1991.

No reconocerías a Alan Menken en la calle. El compositor –con su cabello gris y puntiagudo, la frente arrugada y una sonrisa alentadora– es, en definitiva, inconspicuo. Sin embargo, ver su obra es darse cuenta de que este hombre de 75 años musicalizó tu infancia. La Sirenita, La Bella y la Bestia, Aladdin, Pocahontas: el hombre es casi más Disney que Walt mismo. Con ocho premios Oscar, Menken tiene más estatuillas doradas que cualquiera que esté vivo. Además, cuenta con 11 Grammys, un Emmy y un Tony. Meryl Streep, a aguantársela.

“Si apareciera en los Oscar ahora, el auto se estacionaría delante de todos esos fotógrafos, se abriría la puerta, saldría y dirían, ‘Oh…’”, se ríe Menken.

Estamos hablando en el Hotel Marylebone después de los dos shows con entradas agotadas de Menken en el London Palladium: sus primeros conciertos como solista en el Reino Unido. El repertorio abarca sus éxitos de Disney hasta una mezcla de canciones de su aclamado musical de Broadway, Newsies. Al mismo tiempo, se está preparando para una adaptación musical de Hércules (1997, que se estrenó en el West End londinense iniciando una gira de siete meses. Está exhausto, admite: “Estoy cantando las canciones y contando las historias detrás de ellas. Así que quiero estar emocional y mentalmente presente. Lo hacés dos veces seguidas y los conciertos duran unas dos horas y media cada uno”.

Menken se siente más cómodo tras el piano. Para el genio oculto responsable de la canción “Part of Your World” de La Sirenita y del himno a la naturaleza “Colours of the Wind”, de Pocahontas, es irónico que él quisiera ser un intérprete. “Realmente, quería ser un cantautor como Billy Joel, Elton John o Jackson Browne”, dice. Después de la escuela, para complacer a su familia de médicos, se inscribió en pre-medicina en NYU. Sin embargo, no duró mucho y se pasó de la antropología a la filosofía antes de graduarse finalmente con un título en musicología. Luego se inscribió en el famoso Taller de Teatro Musical BMI, dirigido por el compositor Lehman Engel, quien ganó un Tony. Fue allí donde aprendió su oficio, ganándose la vida componiendo jingles, escribiendo canciones para Plaza Sésamo y tocando su música temprana en clubes para mantener a flote a su esposa, Janis Menken, a quien se casó a los 23 años.

“Y luego, finalmente, en el camino, conocí a Howard Ashman”, dice Menken sobre su querido colaborador y letrista, que murió en 1991 a causa del SIDA, a los 40 años. Ashman, con quien Menken se unió más tarde para La Sirenita, La Bella y la Bestia y Aladdin, invitó al compositor y a su maestro Engel a escribir la música para su adaptación de 1978 de God Bless You, Mr. Rosewater de Kurt Vonnegut, lo que llevó a un segundo proyecto adaptando la película de Roger Corman de 1960 La tiendita del horror y convirtiéndola en un éxito del Off-Broadway.

Cuando Disney lo contactó, Menken nunca había trabajado en la banda sonora de una película. “Recuerdo nuestra primera sesión de grabación… fue la primera vez que tuve una orquesta tocando mi trabajo”, dice. Para su primera reunión, a Menken se le había encargado musicalizar la mágica escena de apertura de La Sirenita, en la que Ariel emerge del océano y divisa el barco del Príncipe Eric. Él observaba nerviosamente mientras los productores discutían su trabajo a distancia. “En mi mente, ellos estaban diciendo: ‘¿Cómo le decimos que esto es horrible? Tenemos que deshacernos de él. Es simplemente terrible’”, dice. En realidad, solo tenían una observación: agregar un toque de “¡wow!” a la partitura cuando Ariel emerge en la roca.

Ashman y Menken pronto encontraron la diversión en medio del miedo al fracaso. Le otorgaron a Úrsula la Bruja del Mar -la astuta villana de la historia basada en la drag queen de los años setenta Divine-, un gran número seductor (“Poor Unfortunate Souls”) para engañar a Ariel para que cambiara su voz por piernas y amor. Le dieron al cangrejo trinitense Sebastián un ruego al estilo calipso (“Under the Sea”) para persuadir a Ariel de quedarse en Atlantica. “Quiero encontrar un dispositivo dramático que lo haga entretenido e interesante”, explica Menken sobre su proceso. “Un motivo musical para seguir el vocabulario”.

La Sirenita.

La Sirenita fue el comienzo del llamado Renacimiento de Disney, un período de 1989 a 1999 durante el cual el conglomerado produjo una serie de películas comercialmente exitosas y aclamadas por la crítica. De los diez grandes éxitos de Disney de esa época, Menken trabajó en seis. “Ganó el primer Oscar por la banda sonora de La Sirenita”, dice Menken. Esa misma noche, en 1990, Ashman le dijo a Menken que estaba terminalmente enfermo.

“Estaba sufriendo. Tenía SIDA y lo estaba ocultando”, dice Menken. Ashman murió un año después, el 14 de marzo de 1991. “Howard nunca vio La Bella y la Bestia completada. Nunca vio Aladdin completada”, dice Menken, mirando hacia abajo a sus manos y luchando contra las lágrimas que le brotan a los ojos. Sobre cómo continúa sin Ashman, Menken dice simplemente: “Él está conmigo”.

“Es el fundamento de todo esto, esta otra historia. No le decía a nadie que tenía SIDA por el estigma. Pensó que lo iban a boicotear. Pero, para su crédito, ese no fue el modo en que se comportó Disney. Fueron maravillosos”.

Poco después de la muerte de Ashman, Menken fue presentado a Tim Rice, el autor de canciones detrás de Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat, Jesucristo Superstar y Evita, con quien completó Aladdin. “Estaba pensando: ‘¿Qué va a pasar? Howard no está aquí. ¿Se va a descarrilar todo?’”, recuerda Menken. Con Ashman en su mente y en su corazón, la pareja se sentó y escribió “A Whole New World”, una icónica canción de amor sobre ampliar horizontes a través de un romance desinhibido.

Si a principios de los años noventa fue el Renacimiento de Disney, ahora estamos en la revolución industrial. Las adaptaciones en acción real de los clásicos son producidas en masa y sacadas a la luz en un plazo de un año a seis meses, siendo Blancanieves y Lilo & Stitch las últimas en sufrir el duro golpe de la crítica. Hasta ahora, La Sirenita, La Bella y la Bestia y Aladdin han recibido su tratamiento en acción real. “El director es la fuerza dominante”, dice Menken, quien ve el proceso de remakes como un “baile” entre entender la nueva visión de alguien y mantener su posición. “No querés que yo sea el guardián de la llama, diciéndoles lo que pueden o no pueden hacer”.

Algunos proyectos fueron más fáciles que otros. Bill Condon, quien dirigió La Bella y la Bestia de 2017 con Emma Watson como la literaria Bella, era un fan del teatro musical que tenía en mente una adaptación bastante directa. Del mismo modo, Robert Marshall, quien dirigió la adaptación cinematográfica del Chicago de Broadway, siguió un enfoque similar en La Sirenita. Fue Guy Ritchie, con su enfoque lleno de acción en Aladdin de 2019, quien realmente agitó las aguas.

“No conozco a este tipo”, recuerda Menken pensando en el director de Juegos, trampas y dos armas humeantes. “Quiero decir, es muy inteligente. Pero no creo que sea un criatura particularmente del teatro musical”, añade, con bastante certeza. Ritchie es, después de todo, mejor conocido por sus películas de gangsters británicos. “Realmente quería darle un toque pop, lo cual estuvo bien. Pero tuvimos que encontrar este matrimonio entre de dónde viene él, de dónde vengo yo, y caminar uno hacia el otro hasta encontrar un punto dulce, lo cual hicimos”.

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Alan Menklen y Howard Ashman.

Aparte de los choques creativos, los remakes en acción real de Disney han enfrentado un nivel creciente de reacciones culturales adversas. En 2023, la actriz y cantante Halle Bailey recibió ataques racistas en línea tras ser elegida como Ariel. “Pensé que era una elección maravillosa”, dice Menken. “Creo que nos costó mucho en taquilla, pero eso no es mi área de conocimiento”. Sin embargo, no fue su primer enfrentamiento con la controversia. Años atrás, los fanáticos de La Bella y la Bestia quedaron decepcionados después de que una escena que había sido anunciada como el “momento exclusivamente gay” de LeFou resultara ser un brevísimo plano que lo mostraba bailando con un hombre.

“Es un personaje. Es solo un tipo nerd que tiene adoración por un héroe”, dice Menken sobre la relación de LeFou con el musculoso Gastón. “Howard estaría horrorizado, francamente”, añade sobre el debate de la sexualidad. “Y él era gay”. Aún así, Menken planea disfrutar de la montaña rusa de Disney a través de muchas más vueltas, con Hércules como su próximo proyecto. El musical, dirigido y coreografiado por Casey Nicholaw, con quien Menken trabajó en la adaptación de Broadway de Aladdin nominada al Tony, promete ser una “aventura de autodescubrimiento con bromas agudas y un toque de inframundo” mientras el hijo titular de Zeus intenta demostrar que es digno del Monte Olimpo.

Es un proyecto que Menken ha querido lanzar durante décadas. “Hay tanto estilo”, dice. “Las letras de David Zippel son muy ingeniosas. Querés satisfacer las expectativas de la audiencia y ampliarlas”. Independientemente de los nervios que Menken pueda tener, la historia y sus personajes son evidentemente material musical exitoso: Hades, el dios del inframundo que hace bromas, es maravillosamente mordaz y extravagante, un villano destinado al escenario.

Aún así, Menken dice que las presentaciones previas serán la prueba definitiva del éxito del espectáculo. “Los musicales son colaborativos”, dice. “El último colaborador, especialmente con un musical de escenario, es la audiencia. Ellos están hablando contigo. Estás aprendiendo de ellos y es… ¡vaya!”.

A pesar de casi cinco décadas en el negocio, Menken sigue manteniendo la mirada ingenua sobre la magia de su trabajo, y no muestra ni el  más mínimo interés en renunciar a ello. “Amo el medio. Siento que le debo a mis habilidades usarlas”, dice. “He estado haciendo esto tanto tiempo que realmente no tengo pasatiempos”. Lo que sucede cuando se detiene la música es un tema que aparece con frecuencia en la terapia de Menken, algo que ha estado haciendo durante los últimos 50 años. En concreto, le preocupa qué pasaría con su equipo si alguna vez decide retirarse. Así que, por ahora, eso está completamente fuera de la discusión. Él dice que seguirá componiendo hasta que su talento flaquee: “Entonces, espero que alguien me pegue en la cabeza y me diga que pare”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Fuente: Pagina12

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