La historia detrás de la última foto de Pablo Grillo antes del disparo del gendarme Guerrero

Este fin de semana se publicó en las redes la última foto que tomó Pablo Grillo antes de recibir el impacto del cartucho de gas lacrimógeno. En la foto se ve la estructura detrás de la que estaba protegiéndose -o encuadrando su toma-. Sobre la madera incendiada hay una muesca: la que hizo el cartucho de gas lanzado por el cabo de la Gendarmería Héctor Guerrero, una milésima de segundo previa a pegarle en la cabeza.
Este fin de semana se publicó en las redes la última foto que tomó Pablo Grillo antes de recibir el impacto del cartucho de gas lacrimógeno. En la foto se ve la estructura detrás de la que estaba protegiéndose -o encuadrando su toma-. Sobre la madera incendiada hay una muesca: la que hizo el cartucho de gas lanzado por el cabo de la Gendarmería Héctor Guerrero, una milésima de segundo previa a pegarle en la cabeza.
La imagen fue recuperada de la cámara de Grillo. Era parte del informe del Mapa de la Policía sobre el caso, y fue posteada este domingo por Cora Gamarnik, que además de ser especialista en fotoperiodismo es pariente de Pablo, y encontró en esta publicación una forma elocuente de pedir justicia. “Sabemos quien le disparó, sabemos quien era el jefe del que disparó, sabemos quién dio la orden. Sabemos que Bullrich y Milei son responsables. Y sobre todo sabemos que tarde o temprano será justicia”, escribió Gamarnik junto a la foto.
Leerlo es caer en la cuenta de que ya pasaron cuatro meses desde el ataque y el autor del disparo, el cabo Guerrero, ni siquiera fue llamado a indagatoria.
“No entendemos por qué”
La demora “nos resulta incomprensible”, le dice a Página/12 Fabián Grillo, el padre de Pablo. “No entendemos por qué todavía no lo llamaron a indagar”. La causa está a cargo de la jueza María Servini y el fiscal Eduardo Taiano, que como última medida visible hicieron un allanamiento a la Gendarmería para secuestrar el arma utilizada por Guerrero y varios cartuchos de gas sin usar.
Las novedades sobre el proceso de recuperación de Pablo son mejores: su papá contó que continúa con su tratamiento en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, de buen ánimo. Este domingo vio el partido de Independiente acompañado por un amigo.
“Él va bien, sigue con el tratamiento, hace todo para recuperarse. Hay un tema que es fundamental que es la colocación de la prótesis, que si todo marcha va a ocurrir de acá a un mes, en el Hospital Ramos Mejía”, agrega.
La prótesis ya esta hecha, pero como tuvo que pasar por varias operaciones, es necesario esperar para someterlo a una nueva intervención.
Hasta ahora, Pablo se acuerda de que estuvo en la marcha de los jubilados y de la situación de represión que había cuando le dispararon, pero no del momento en sí. Para él es como si de golpe hubieran apagado la luz.
A diferencia del proceso de recuperación, en lo judicial el panorama es de parate. La familia, por supuesto lo viene denunciando. “Lo último que se presentó fue el trabajo del Mapa de la Policía. Ya está todo entregado, está incorporado a la causa el informe que reconstruye lo sucedido, cuadro por cuadro”, dice Grillo. Apunta que “tampoco las imágenes de Gendarmería dejan dudas sobre lo que pasó”: está claro que el cabo Guerrero no disparó hacia arriba, en un ángulo de 45 grados hacia el cielo, como indican las recomendaciones para el uso de esta arma, sino que apuntó en un ángulo llano, directo hacia los manifestantes.
Así un arma menos letal se convierte en mortal. Eso lo que pasó, por ejemplo, con Carlos Fuentealba, asesinado en Neuquén una manifestación docente en 2007. En aquel caso, la granada de gas le dió en la nuca a Fuentealba, provocándole una herida que le causó la muerte. A Pablo Grillo en cambio le pegó de frente, sobre los huesos más duros del cráneo y eso le dio una chance para sobrevivir.
Cuando la jueza Servini allanó la Gendarmería encontró el sumario hecho por la propia fuerza sobre el episodio, en el que cerró el tema echándole la culpa a la víctima. En aquel informe la Gendarmería sostuvo que el ataque del cabo Héctor Guerrero fue un «hecho fortuito» y responsabilizó a Grillo de haberse puesto en la línea de fuego. Así, buscó sacarse de encima toda responsabilidad por las consecuencias de la represión ilegal, encabezada por Patricia Bullrich
Guerrero todavía está en funciones. El sumario concluyó que ni él ni sus superiores merecen «reproche alguno desde el punto de vista disciplinario»
El allanamiento incluyó el secuestro del arma con la que el cabo le disparó a Grillo en la cabeza, más diez cartuchos idénticos a los utilizados. Con esa pistola lanzagases se va a hacer una reconstrucción de los hechos, que aún no tiene fecha fijada.
«Son cuatro meses de impunidad, hay que seguir hablando del tema, se tiene que saber la verdad sobre lo que ocurrió», dice Gamarnik. «La opinión pública no tiene que pensar que esto ya pasó, porque Pablo sigue en recuperación, porque el gendarme que le disparó sigue sin ser juzgado y porque Bullrich sigue reprimiendo».
Gamarnik es muy cuidadosa sobre la fotografía que posteó -dirá varias veces que la había publicado primero el Mapa de la Policía, en su meticulosa reconstrucción del hecho. Contará también que los familiares y amigos de Pablo siguen haciendo actividades todas las semanas en su barrio de Remedios de Escalada en reclamo de justicia. Una vez al mes, lo refuerzan con un un festival. «Es muy valioso lo que hace el barrio, también lo que hacen las y los reporteros gráficos, que cuando se conoció el sumario con el que la Gendarmería se autoexculpó hicieron una acción frente al Congreso.
La acción quedó grabada en un video que recuerda que el impacto de gas lacrimógeno no fue -como intenta instalar la Gendarmería- un hecho «fortuito», sino una acción que tiene responsables: el cabo Guerrero, la cadena de mandos y la ministra de Seguridad Bullrich.