Guevara en el Cristo; un ateísmo cristiano
En la noche asmática e irrespirable volvió a tener lugar la misma plegaria invocante » Padre porqué me has abandonado».
En la noche asmática e irrespirable volvió a tener lugar la misma plegaria invocante » Padre porqué me has abandonado».
Surgió de un lugar tan extraño de su cuerpo que ni siquiera necesitó ser pronunciada. Y también fue soñada como pesadilla con la sobrecogedora fórmula «Padre no ves que estoy ardiendo».
Todo el diario de Bolivia Guevara lo escribe para que no sea necesario pronunciar la plegaria que lo habita.
No hay ninguna ley histórica en juego, nada en esa realidad hace pensar en la Revolución como posibilidad.
Una vez más como en la noche de la cruz, se trata de algo que está lejos del sacrificio que se realiza para sostener el nombre del padre. Por el contrario fuera de toda Ley y allí donde el padre no responderá nunca, es que surge el único lugar donde el amor puede existir.
Un amor sin objeto que lo límite.
Por ello Pilatos nunca terminará de concluir su juicio. El juicio no se clausura nunca y está suspendido en el tiempo. No se puede juzgar ese amor que no es nunca matable del todo y está hecho con la materia de lo insacrificable.
Así es que, Cristo no resucita, lo que ocurre con él es qué no se lo puede matar del todo y por ello sangrará para siempre. Ni masoquismo, ni sacrificio, se trata del Amor sin ley y de una muerte «no-toda».
Lo que implica que para el Reino de la igualdad nunca será posible escribir Ley alguna.
Es lo que los cuerpos mesiánicos saben sin que lo Simbólico nunca responda por qué razón fueron elegidos. Retroactivamente, Guevara nace con el judío de la cruz y ambos están siempre por advenir. Por llegar a las puertas de la ciudad. En cualquier circunstancia.
El Cristo está en Guevara como ese flujo del amor sin objeto que continuará su expansión incesante.
Es la pequeña llama que no se apagará nunca, ni siquiera ahora con los vientos oscuros que soplan sobre el mundo, que no saben lo que pueden los cuerpos.