Lula Bertoldi y «Bruja» Salguero, juntas en Café Berlín
Ambas cantantes descreen de las fronteras entre el rock y el folklore, y ya proyectan componer y grabar un álbum a dúo.
Tal vez en una entrega de Premios Gardel. Tal vez en un “cruce de números” -ninguna de ambas lo recuerda bien- fue que se originó el hecho en común: terminar juntas, tocando, cantando y proyectando un disco. Una, Luciana “Lula” Bertoldi, que viene del palo rockero, porque canta, toca guitarra y compone hace diez discos y casi veinte años para el trío Eruca Sativa. La otra, María de los Ángeles Salguero, la “Bruja”, con toda su Rioja encima en varios de sus doce discos, e intervenciones clave en conciertos como la Cantata riojana, el Homenaje a monseñor Angelelli y Padrecito de los Pobres, del Pica Juárez y Ramiro González para el “Chacho” Peñaloza. “En un comienzo, suele costarme abrirme, pero un día Lula me invitó a su casa y ahí nos fuimos conociendo, entre charlas, mates y alguna comidita que me animé a hacer. La sentí cerca y hubo un ensamble… un primer serviñaku”, recuerda Salguero. Y su testimonio cuadra exacto con el de Bertoldi. “Pegamos un ondón, sí. Cocinamos, comimos, charlamos y terminamos re amigotas. A veces no hay mucha explicación, solo es una energía que te atrae, algo que te llama”.
El ondón que remarca Bertoldi determinó la juntada cuya manifestación en público será el jueves 12 de diciembre a las 20.30, en el Café Berlín (Avenida San Martín 6656). Las voces de ambas confluirán en clásicos de la buena música argentina y popular. Desde “Cuando tenga la tierra” y “Zamba para olvidar” hasta “Yo vengo a ofrecer mi corazón” y “Rezo por vos”, pasando por “Amor ausente”, “Ella baila sola”, “Juana Azurduy”, “Todos los días un poco” y la inmensa “Barro tal vez”. “Son canciones que van por el medio, que no queremos encasillar. Por eso hacemos repertorios cruzados, algo que por supuesto nos resulta interesante y divertido”, refiere Bertoldi. “Y con la poesía como estrella, algo que acompaña el andar en estos tiempos en que necesitamos abrazarnos”, tercia Salguero.
-Hay una cosa fuerte en común entre las canciones que pueblan el repertorio: la mayoría fue popularizada por Mercedes Sosa. ¿Qué significa su legado para ambas?
Lula Bertoldi: -Que justamente fue ella la persona que abrió la tranquera para que los músicos pasaran de un lado para otro y viceversa. Mercedes manejó muy bien este repertorio de cruce, incluso juntándose con Fito, con Charly, con Spinetta. Es su gran legado, creo.
“Bruja” Salguero: -Cuando era pequeña, en mi familia humilde no teníamos artefactos para escuchar música, solo la radio. En ella, una mujer me contaba una historia pero con melodía… así conocí a Mercedes. Luego, cuando fui creciendo y comprendiendo la importancia de la palabra para expresar sobre todo los anhelos de la gente laburante, ella se convirtió en mi guía. Y así también aprendí a derribar paredes entre géneros y hablar en un mismo idioma, el de la música argentina.
-¿A qué otras mujeres pondrían a su altura?
L.B.: -Hay pocas personas, no solo mujeres, que estén en ese nivel de legado, sin haber compuesto las canciones. Porque es eso ¿no? La “Negra” no compuso y sin embargo ha sido intérprete de la emoción degenerada, dicho esto respecto de la inexistencia de géneros. Es como una gran voz que ha llevado grandes canciones a la popularidad, al inconsciente colectivo. Hay grandes mujeres en los géneros en particular como Fabi Cantilo, Hilda Lizarazu, María Gabriela Epumer o María Elena Walsh, cuyo legado, ahora que lo pienso bien, podría ser de la importancia del de la “Negra”.
B.S.: -Yo pienso en “Tona” Páez, vidalera de Chilecito, con su canto marrón, auténtico, y sus coplas, muchas de ellas recopiladas, que reflejan la palabra real del pueblo.
El primer serviñaku musical –tal como define Salguero al encuentro con Bertoldi- no solo pasa por el recital compartido, sino que contempla la posibilidad de empezar a componer juntas, e incluso publicar un disco como dúo. “Se ha dado una sinergia entre ambas que por supuesto pasa por lo musical, por el repertorio y por la historia compartida de ser mujeres en el ambiente. Somos muy distintas con la ‘Bruja’, pero a la vez tenemos algo que nos junta, que nos complementa. Y algo muy importante: nos reímos mucho”, asegura Lula.
-¿Qué tiene la “Bruja” de rockera y qué Lula de folklorista?
L.B.: -Yo no tengo nada de folklorista, la verdad. Hago esto por puro amor al género, desde un lugar muy sentido, como una persona que toca una zamba o una chacarera en un asado o en un fogón. Después de todo, no dejan de ser canciones con una letra o una melodía bellísimas.
B.S.: -Yo de rockera tengo una revolución en mis huesos que me hace cantar, contar y gritar con orgullo nuestras tradiciones que renuevan. Y alguna rebeldía que me hace sacudirme de límites o imposiciones.
-¿Ven fronteras entre los géneros?
L.B.: -Ninguna de las dos las ve. Obviamente, cada una tiene una formación distinta, pero eso no impide que podamos hablar un mismo lenguaje, porque el show que compartimos camina por esa fina línea que “divide” géneros que para nosotras están súper hermanados. El rock argentino y el folklore están muy cerquita. Y es lindo esto, porque hay un repertorio que va cruzando esa cordillera. De hecho, las fronteras se derriban pensando que nos las hay.
B.S.: -También siento que hay mucha cercanía, sí. Dentro del folklore hay muchos ritmos que tienen una potencia similar a la del rock, tanta como en el canto visceral que hace chirlera la garganta, en el latido del aro y en el parche de un bombo, o de una caja; en el brincar de toda una multitud en una chaya saltada; en el grito ancestral de un sapucay o un grito chayero. Y a esta explosión del alma, en ambos estilos suelen sumarse poesías que acompañan al pueblo en sus esperanzas. Aquí está la conexión exacta.