Germán Abdala y su legado de compromiso y coherencia en la defensa de los trabajadores
El compromiso en la defensa de los trabajadores y su permanente coherencia ideológica fueron los valores que guiaron la trayectoria del dirigente del gremio estatal de ATE y militante peronista Germán Abdala, quien falleció hace 30 años -un 13 de julio de 1993-, dejando un legado de construcción colectiva y coherencia para el sindicalismo argentino.
“Lo siento como un hermano que se extraña todos los días. Peleamos espalda con espalda en varias luchas y construimos nuestras familias de forma conjunta en Lanús”, señaló en diálogo con Télam Víctor De Gennaro, fundador de la CTA y exdiputado nacional que comenzó a militar con Abdala en ATE en los años ’70.
Abdala nació en 1955 en la localidad balnearia de Santa Teresita y en su adolescencia se trasladó a Buenos Aires, donde en los años ’70 comenzó su militancia sindical en la agrupación Armando Olmos, que integraba la CGT de los Argentinos.
Germán asume además la conducción de la seccional ATE de la Capital Federal, cuando aún no tiene más de 30 años, y además se suma a las filas de la renovación peronista y funda una agrupación para impulsarla en la Ciudad de Buenos Aries.
En 1975, Germán ingresó a trabajar en los talleres de Minería del Estado, donde profundiza su militancia gremial al sumarse a ATE y estrecha sus vínculos con De Gennaro, y ambos inician una activa participación en la vida del gremio, que prosiguió incluso durante la dictadura militar.
Juntos impulsaron la conformación de la agrupación Anusate, que integraban quince seccionales del interior del país y la capital federal para disputarle la conducción de la organización a Juan Roberto Horvath.
En 1984, con la recuperación de la democracia y bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, se celebran elecciones en ATE y la agrupación Anusate desplaza a la conducción de Horvath, acusada de haber convalidado a la última dictadura.
Germán asume además la conducción de la seccional ATE de la Capital Federal, cuando aún no tiene más de 30 años, y además se suma a las filas de la renovación peronista y funda una agrupación para impulsarla en la Ciudad de Buenos Aries.
En esos años, comienza a darse en Argentina un debate sobre la conveniencia de privatizar las empresas públicas, impulsadas desde los medios de comunicación por periodistas como Bernardo Neustadt, con quien mantiene varias polémicas públicas.
“Los liberales nos suelen acusar de estatistas. Un día, Neustadt me llamó el último estatista. Para la estrecha concepción de ellos somos estatistas, porque nosotros decimos: el Estado tiene que ser más fiscalizador, programar más, dirigir más e incidir más en áreas que son clave en la economía argentina. ¿Cómo puede ser que tengamos un noventa por ciento de los yacimientos mineros tapados, ni siquiera los minerales que necesitaríamos para producir insumos?”, cuestionó en una nota que en 1987 publicó la revista Crisis.
Y en ese sentido, remarcaba: “Necesitamos un Estado que resuelva estos problemas, ellos lo llamarán ‘benéfico’, nosotros le llamaremos un Estado con rol social, un Estado popular, un Estado al servicio de las mayorías”.
Mientras tanto, comienzan a manifestarse sus primeras dolencias oncológicas, pero eso no le impide seguir con su militancia gremial y ser ratificado, en 1988, al frente de la seccional ATE de Capital.
Abdala falleció el 13 de julio de 1993 en el Hospital Italiano y sus cenizas fueron esparcidas frente al mar, en una playa de la ciudad que había cobijado su infancia
“Todo lo que hacía, lo hacía con alegría y con una gran sonrisa. Desde ese lugar construía y mostraba su enorme capacidad para formar, analizar y plantear iniciativas. Así actuaba en el sindicato, en el peronismo y en el club “Los Gurises” de Lanús, donde jugábamos al fútbol juntos”, apuntó De Gennaro.
Abdala se integró a la campaña electoral del peronismo que postulaba la candidatura de Carlos Saúl Menem, en 1989, en los días en los cuales el gobernador de La Rioja prometía “salariazo y revolución productiva” en medio de un país agobiado por la inflación y con un gobierno radical que se encontraba en franca retirada.
Participa en ese período electoral como candidato a diputado nacional por el justicialismo y, tras el triunfo electoral de Menem en los comicios presidencial, el gremialista obtiene una banca en el Congreso.
Pero el camino emprendido por el riojano, que contradecía abiertamente las posturas que había presentado en la campaña electoral, obligó a Germán a pararse en la vereda de enfrente y cuestionar las medidas del gobierno al expresar una postura disidente en las filas del peronismo.
Junto con Carlos “Chacho” Álvarez, Darío Alessandro, Luis Brunati, Juan Pablo Cafiero, Franco Caviglia, Moisés Fontela y José «Conde» Ramos, conforma en Diputados el denominado “Grupo de los Ocho”, formado por legisladores peronistas que se oponían a la política de privatizaciones y reducción del gasto público impulsadas por el menemismo.
Pese a todo, consigue en el Congreso la aprobación de la Ley de Convenciones Colectivas para los trabajadores del Estado.
La sanción de los indultos presidenciales a los militares condenados por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, lo llevan a renunciar a sus cargos partidarios en el Justicialismo y cancelar su afiliación a un espacio en el que había militado desde muy joven.
Mientras avanzaba la enfermedad que padecía, Abdala se aboca en 1991 junto con De Gennaro en la construcción de una nueva alternativa sindical, la CTA.
Además, postula que el peronismo en el cual se referenciaba “es un dato histórico” y llama a construir una nueva propuesta que represente a los trabajadores y a los sectores postergados.
“Se fue sin pedir permiso y planteando la necesidad de pelear por un futuro. A veces me preguntan dónde estaría hoy, dónde se ubicaría. No lo sé. Pero seguro que yo estaría con él”Victor De Gennaro
En noviembre de 1992, con más de 20 operaciones en su cuerpo, Germán participa del Congreso fundador de de la CTA, al cual asiste en silla de ruedas.
“A mí no me va a matar el cáncer, me mataría eso sí, la tristeza, si no logramos dar forma organizativa y presencia a este fervor militante”, alcanza a pronunciar en ese cónclave.
Gravemente enfermo, Germán es llevado por su compañera, Graciela Bordenave y su hija mayor Griselda, a ver el mar por última vez en su Santa Teresita natal.
Falleció el 13 de julio de 1993 en el Hospital Italiano y sus cenizas fueron esparcidas frente al mar, en una playa de la ciudad que había cobijado su infancia.
“No quiero velorio, no me bancaría la corona de ningún hijo de puta”, le decía a sus íntimos al plantearles que no deseaba funerales en su despedida.
“Se fue sin pedir permiso y planteando la necesidad de pelear por un futuro. A veces me preguntan dónde estaría hoy, dónde se ubicaría. No lo sé. Pero seguro que yo estaría con él”, subrayó De Gennaro, amigo y compañero de Germán Abdala.