‘Rock entre dictaduras’, recuperar canciones con ritmo sinfónico
La Orquesta Juan De Dios Filiberto en su versión rockera, dirigida por Laura Cmet, y a la que se sumaron como cantantes Celsa Mel Gowland, Isabel de Sebastián y Rubén Goldín, presentó la noche del viernes en el Auditorio Nacional del Centro Cultura Kirchner (CCK) “Rock entre dictaduras. 1973-1976”, un concierto creado por Juan “Pollo” Raffo, con temas de Charly García, Luis Alberto Spinetta, Lito Nebbia y Norberto “Pappo” Napolitano, entre otros cantautores, para reivindicar y recuperar temas de una época particular de la Argentina.
Gestado y curado por Raffo, codirector de la Orquesta, el motivo del concierto fue rescatar “aquel momento, el del retorno de una democracia sin proscripciones y de la idea de que la revolución estaba a la vuelta de la esquina” cuando “artistas y audiencias que habían protagonizado el nacimiento del rock argentino durante la década anterior alcanzaban ahora un estado de joven madurez”.
“Ese balance entre impulso y experiencia -invitaba la convocatoria previa- generó un corpus de músicas y letras que, a tono con el espíritu de época, desafió lo convencional y nos interpela hoy desde un lugar de riesgo”.
Antes de que comience el concierto, y ya con la orquesta en el escenario, Raffo destacó que la época elegida combinaba “un impulso juvenil y a la vez espesor de la experiencia” recorrida de los músicos que, por esos años, tenían entre 25 y 27 años. A la vez, destacó que había “cierta idea de liberación musical” por lo que las melodías no estaban en las canciones para apoyar a las letras. Para terminar, subrayó que no fue difícil “traducir” los temas originales a su versión orquestal porque respondían a la tendencia mundial del rock progresivo.
En el arranque, sonaron “La casa de la mente”, un tema de 1975 de la banda Espíritu, conformada por Osvaldo Favrot, Francisco Bergé, Gustavo Fedel, Carlos Goler y Claudio Martínez, muy influenciados por el grupo Yes, a la que siguió “Aire (sugerente)”, canción de 1975 del grupo Alas y compuesta por Gustavo Moretto: para pasar luego a una versión instrumental de “Tango en segunda”, que Charly García compuso en 1974 para Sui Generis, que integraba con Nito Mestre, y que formaba parte del tercer disco del dúo, “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”.
Celsa Mel Gowland e Isabel de Sebastián (ambas cantantes de la banda Metrópoli junto Ulises Butrón y Richard Coleman) y Rubén Goldín, uno de los integrantes de la trova rosarina que encabezó Juan Carlos Baglietto en la década del 80, hicieron juntos hicieron una versión de “Instituciones”, también del disco de Sui Generis.
Si bien se conoce la potencia y color de las voces de los tres cantantes, el sonido estaba desbalanceado y las dejaba en un segundo plano respecto de la música, inconveniente que se superó hacia la mitad del show.
Con “Azafata del tren fantasma”, un tema de 1974 de Invisible, el grupo de Spinetta, Machi y Pomo, que cobró mucha fuerza gracias al ritmo jazzero del arreglo y un trabajo formidable de la batería y la percusión de la orquesta. Luego llegó “Humanoides”, un tema de Rinaldo Raffinelli, integrante junto a Edelmiro Molinari y David Lebón de Color Humano.
Después llegó uno de los momentos altos de la noche: visiblemente emocionado, Goldín advirtió que en la platea estaba Emilio del Guercio, autor de “Milagro del pueblo”, tema de Aquelarre de 1974 del disco “Brumas”. Al terminar el tema, llegó la primera ovación del público, a la que sucedió una versión instrumental a puro blues de “Stratocaster Boogie”, un tema de Pappo’s Blues de 1973, que también hizo estallar en aplausos a los espectadores.
Isabel de Sebastián tuvo a su cargo una cuidada y sensible versión de “La lección del viajero”, que pertenece a “Melopea”, disco de 1973 que fue el debut solista de Litto Nebbia, que compuso todas las canciones de esa placa junto a Mirtha Defilpo. Luego, Goldín brilló con “Para Victoria”, que Roque Narvaja compuso en 1975 para su disco “Chimango”, y Celsa Mel Gowland cautivó con su voz en “Hombre de mala sangre”, de Lebón y Liliana Lagarde.
La orquesta vibró con “Tarka y Ocarina”, del grupo chileno Los Jaivas, a la que ensambló con “Los chacareros de dragones”, que León Gieco compuso en 1976 para su disco “El fantasma de Canterville”. “La idea de ensamblar estos dos temas es porque el de Gieco habla del golpe en Chile del 11 de septiembre de 1973, de la represión, de Víctor Jara, y porque Los Jaivas estaban exiliados en la Argentina en ese momento y porque en vivo eran un grupazo”, explicó Raffo a Télam días antes del concierto.
El final fue con “Cantata de los puentes amarillos”, tal vez una de las obras cumbres de Spinetta, que integra la lista de “Artaud”, disco de 1973. La potencia de la orquesta, sumada a las voces de Mel Gowland, de Sebastián y Goldín provocó que el público, al mejor estilo recital de rock, aplaudiera de pie y pidiera “otra”. El bis fue con Raffo en el piano para que los cantantes sorprendieran con una versión de “Natural”, de Tanguito, un tema fuera del período que enmarcaba la noche, pero que sin la aspereza de la guitarra original, se convirtió en una pieza conmovedora.
Si bien las “traducciones” de temas de la música popular a una versión sinfónica terminan a menudo con resultados poco felices, los arreglos y las orquestaciones de Raffo calzaron perfecto en cada uno de los temas que conformaron la lista del concierto. Como si ese espíritu de liberación se hubiera trasladado al Auditorio Nacional del CCK.
El otro acierto fue convocar a Laura Cmet. Su dirección le dio solidez y contundencia a la orquesta Filiberto, y a la vez supo darle frescura y la impronta rockera que se necesitaba para poner en valor a este grupo de canciones que, pese a tener casi cinco décadas de ser estrenadas, parecen haber sido escritas hoy.