La Iglesia publicó sus archivos sobre la violencia política de los ’70 y la dictadura
¿La Iglesia jerárquica apoyó el golpe de Estado de 1976? ¿Cómo se involucraron activa y pasivamente los miembros de la Iglesia en las distintas etapas y manifestaciones de los procesos de violencia? ¿En qué medida la Iglesia contribuyó al clima de violencia existente? ¿Pudo la Iglesia contener las distintas violencias o estuvo ella misma sumergida en estos fenómenos? ¿En qué medida conoció lo que estaba ocurriendo y cuál fue su implicación en ese drama?
Estos y otros interrogantes intenta responder la obra «La verdad los hará libres: la Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina 1966-1983», editada por Planeta, cuyo primer tomo fue presentado estos días por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) bajo la autoría de los teólogos e historiadores Carlos María Galli, Luis Liberti, Juan Durán y Federico Tavelli, entre otros.
Se trata de una investigación histórica a partir de la desclasificación de toda la documentación relacionada a la violencia política de los ’70 y la represión durante la dictadura cívico-militar, que se encontraba archivada en el Vaticano y la Iglesia argentina.
Previo a la publicación de los libros, algunos documentos de la información desclasificada fueron presentadas ante la Justicia argentina -concretamente ante el juez federal Ariel Lijo- con el objetivo de «ayudar a lograr una justicia largamente esperada», según indicó la CEA en comunicado.
Para Galli, «fue como un cierto descenso a los infiernos»
El decano de la facultad de teología de la Universidad Católica Argentina (UCA), el sacerdote Carlos María Galli, reflexionó que la lectura e investigación sobre los archivos de la Iglesia en relación a la violencia política de los ’70 y la dictadura constituyeron un «cierto descenso a los infiernos», y agregó que el objetivo fue «aproximarse lo más posible a la verdad histórica de los hechos».
En diálogo con la agencia Télam en la sede de la facultad que funciona en el edificio del seminario metropolitano del barrio porteño de Villa Devoto, Galli dio detalles del libro «La verdad los hará libres. La Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina 1966-1983», cuyo primer tomo -de un total de tres- acaba de ser editado por Planeta.
– ¿Qué les pidió concretamente la Conferencia Episcopal Argentina al encargarles este trabajo? ¿Cuál es el objetivo primordial de la
obra y cómo fue el proceso de escribirla?
– El objetivo es aproximarnos lo más posible a la verdad histórica, abierto a luz de la fe, y sin relatos ideológicos ni apologías corporativas. En 2012, el Episcopado tomó la decisión de sistematizar sus archivos para ponerlos a disposición de víctimas y familiares. En 2013, cuando inicia su pontificado, el papa Francisco da instrucciones para también abrir los archivos de la nunciatura en Argentina y de la secretaría de Estado del Vaticano. Esa tarea llevó del 2013 a mediados de 2016. Cuando asume Oscar Ojea al frente del Episcopado, a fines de 2017, me pide poder hacer una investigación histórica seria que colabore a una memoria desinteresada y constructiva. Para ello formamos una comisión y se decidió que la investigación comenzara en el año ’66 porque no se entiende lo del ’76 sin la historia precedente inmediata. Se convoca a un grupo de investigadores e historiadores de la facultad y otros centros. Se decidió estudiar no solo a la jerarquía, sino a los distintos miembros de la Iglesia: laicos, consagrados, sacerdotes y obispos. En total trabajamos unas 40 personas en los 5 años que duró el proceso de escritura.
-En lo personal, ¿qué significó para usted formar parte del equipo que realizó esta obra inédita, largamente esperada por distintos sectores de la sociedad?
– En principio, quiero aclarar que no contamos con más información de la que existe sobre el destino de los desaparecidos, sino sobre los pedidos de ayuda que recibió la Iglesia por parte de familiares de desaparecidos o secuestrados, como también de las gestiones que hizo para encontrar información. Son historias dolorosísimas, leer los archivos fue como un cierto descenso a los infiernos -como decía Ernesto Sábato-: se ve la maldad humana, se comparte el dolor de la víctima. Se observa un espiral demoníaco de violencia, los límites de la maldad humana que culminó en el terror de Estado, con todo lo cruel que implicó usar el Estado para desaparecer personas. Pero no hablamos en el libro de la suerte o el destino final de los desaparecidos. No es que la Iglesia supiera más y tuviera escondida esa información. No hay que pretender eso de los archivos. Lo que buscamos investigar es cómo actuó la iglesia frente a los pedidos que le llegaban en base a lo que estaba sucediendo.
– Próximo a cumplir 10 años de pontificado, ¿cuál fue el rol del papa Francisco en esta investigación?
– Jorge Bergoglio, primero como integrante de la Conferencia Episcopal Argentina, promovió sistematizar y poner a disposición los archivos antes de ser Papa, y como Papa dio instrucciones para que se haga en la secretaría de Estado de la Santa Sede. Y además autorizó que podamos usar lo que encontramos para esta investigación. Los archivos vaticanos se liberan recién cuando se cumplen 70 años. La apertura para nuestro estudio es excepcional, una novedad en la historiografía. No conocemos trabajos promovidos por la misma Iglesia en otros países donde hubo conflictos y violencia. Nuestro objetivo fue aproximarnos lo más posible a la verdad histórica de lo sucedido, no hay otro fin.
– ¿Qué repercusiones espera que tenga la obra hacia el interior de una Iglesia que durante mucho tiempo no quiso revelar esta información, por un lado, y de parte de los organismos de derechos humanos o familiares de víctimas, que también durante muchos años reclamaron que esta información sea pública?
– Esperemos que se dé credibilidad al trabajo histórico documentado y reflexionado. Se verá si hay un debate honesto por conocer la verdad o una postura ideológica previa que quiere que la verdad sea como uno la piensa y, en ese caso, algunos dirán que el trabajo es pobre, insuficiente, o que busca lavar la cara de la Iglesia. Pero confiamos en que habrá debates a partir de la lectura completa de la investigación.
– A casi 40 años del retorno de la democracia, ¿cuál es el aporte que considera que esta obra puede hacer a la sociedad argentina?
– Hay algunas coincidencias favorables, providenciales, en la aparición de este obra en un año polarizado por el empobrecimiento general de argentinos, y por el debate político en orden a las elecciones que habrá este año. Pero también es el año en que se cumplen 40 años de democracia y 40 años de que, por primera vez, el Episcopado hiciera una autocrítica de su accionar, en el ’83, antes de las elecciones. Para tratar de encontrarnos en cualquier comunidad hacen falta verdad, justicia, libertad, amor, amistad social. Cuando se habló desde la Iglesia de reconciliación sonó como una falsa conciliación que no buscaba verdad y justicia. Con este libro decidimos acercarnos a la verdad que nos puede ayudar a avanzar, a conocer un poco más la verdad, y que se haga un poco más de justicia. Eso ayudará a que haya una pacificación y un reencuentro de la sociedad argentina.
La desclasificación de estos archivos también fue un pedido realizado durante mucho tiempo por los organismos de derechos humanos: referentes como Estela de Carlotto o la fallecida Hebe de Bonafini lo solicitaron en múltiples oportunidades a las autoridades de la Iglesia argentina e incluso al papa Francisco.
«Esta obra, pensada en tres tomos, es el fruto de un largo proceso de sistematización e investigación impulsado por la CEA, con la colaboración de organismos de la Santa Sede, que comenzó en el año 2012 con la sistematización de la documentación existente en torno a la década del ’70 del siglo pasado y custodiada en los archivos de la Conferencia Episcopal y de la Santa Sede», explicó el Episcopado en una carta de presentación de la obra.
El comunicado lleva la firma de la comisión ejecutiva del Episcopado, que preside monseñor Oscar Ojea, el vicepresidente primero, Marcelo Colombo; el vicepresidente segundo, Carlos Azpiroz Costa, y el secretario general, Alberto Bochatey.
Francisco: «Nunca se avanza sin memoria»
Al anunciar la obra, los obispos argentinos destacan una cita del papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, que indica: «Nunca se avanza sin memoria, no se evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa. Necesitamos mantener viva la llama de la conciencia colectiva».
Es que Jorge Bergoglio tuvo un papel protagónico en la publicación de la obra: en 2012, antes de ser Papa, formó parte de la conducción del Episcopado que impulsó la apertura de los archivos a víctimas o familiares, y luego en el 2013, ya como pontífice, dio instrucciones para que también se abrieran los de la nunciatura apostólica en Buenos Aires y los de la Santa Sede para este estudio.
«Desde el comienzo nos propusimos escuchar la voz de los archivos. Se ha podido entrar en contacto de forma excepcional e inédita en la historia de la iglesia con toda la documentación. Este acceso constituye una situación sin precedentes porque habitualmente estos archivos están disponibles para los investigadores unos 70 u 80 años después de su producción», explican los autores.
El trabajo de investigación de aquella etapa histórica a partir del material de archivo – y de otras fuentes – fue encargado por la CEA a la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA) en la persona de su decano, el sacerdote Galli, con el objetivo de «investigar los registros documentales a fin de ofrecer una narración histórica que, con criterio científico, diera voz a los mismos», según se precisó.
«La obra que ahora sale publicada es fruto del trabajo de un equipo de docentes e investigadores que se abocaron a escrutar los archivos por primera vez accesibles. La misma está pensada en tres tomos», explicaron desde la CEA.
En total, unas 40 personas -entre teólogos, historiadores e investigadores- trabajaron durante cinco años en la redacción de los tres tomos: el primero -de casi mil páginas- acaba de ser publicado, el segundo tomo -y el que es esperado con mayor expectativa ya que contiene el estudio de documentos desclasificados- saldrá a la luz a principios de marzo, en tanto que el tercero se publicará en el último trimestre del año.
El primero de esos tomos, que ya se vende en librerías, ofrece «un marco de comprensión de la realidad social y eclesial argentina en la segunda mitad del siglo XX deteniéndose tanto en las concepciones teóricas como en las acciones concretas que alimentaron las diversas formas de conflictividad y violencia».
En tanto, el segundo tomo «afronta las vicisitudes y contradicciones de la Iglesia católica durante los años del llamado Proceso de Reorganización Nacional con la intención de revelar, de forma cronológica e integral, todo el ciclo de los acontecimientos desde el Golpe de Estado de 1976 hasta el regreso a la democracia en 1983».
Lijo recibió documentación de Iglesia sobre dictadura y la pone a disposición de todos los jueces
El juez federal Ariel Lijo analiza la documentación sobre denuncias que recibió la Iglesia por parte de familiares y pedidos de informes hechos al respecto durante la última dictadura cívico militar y la pondrá a disposición de todos los presidentes de Cámaras Federales del país para que los magistrados que llevan causas por delitos de lesa humanidad puedan consultarla, adelantaron fuentes judiciales.
El documento fue entregado al juez por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, agregaron las fuentes.
El magistrado comenzó una revisión de todos los documentos antes de poner ese material a disposición de colegas de todo el país que lleven adelante investigaciones en causas por delitos de lesa humanidad.
Se trata de denuncias que recibió la Iglesia por parte de familiares de víctimas y de «pedidos de informes que las distintas iglesias hicieron» en ese momento a quienes ocupaban el Poder Ejecutivo, se detalló.
Toda esa documentación será publicada en el libro «La verdad los hará libres: la Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina 1966-1983», que el Episcopado le encargó a la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA) y cuyo primer tomo acaba de ser editado por Planeta.
El segundo tomo -que contiene el material desclasificado- verá la luz a principios de marzo mientras que el tercer tomo será pública en el último trimestre del año.
Este segundo tomo incluirá fotografías y documentos «para contextualizar en el tiempo y en el espacio algunos de los actores eclesiales analizados».
«Algunos documentos son inéditos y desconocidos para el público o bien si fueron publicados tuvieron difusión fugaz. Cada uno de estos aportes documentales está brevemente acompañado de una indicación identificada en sus fuentes», se explica en la introducción del tomo 1.
Finalmente, el tercero mostrará «una serie de ensayos con diversas lecturas teológicas e históricas acerca de lo sucedido en aquel tiempo».
Desde la Iglesia argentina explicaron que los tres tomos quieren ser «un aporte a la historiografía argentina en orden a comprender mejor un periodo tan doloroso de nuestra historia reciente», y aclaran que la obra «es responsabilidad intelectual de los investigadores que han trabajado sobre los documentos custodiados en ámbitos eclesiásticos».
Para el Episcopado que conduce monseñor Ojea, con la publicación de esta obra cumplen la «palabra empeñada» en el año 2012 cuando anunciaron que estaban abocados a «revisar todos los antecedentes» referidos al accionar de la Iglesia en esos años.
En una declaración de noviembre de ese año, los obispos exhortaron «a quienes tengan datos sobre el paradero de niños robados, o conozcan lugares de sepultura clandestina, que se reconozcan moralmente obligados a acudir a las autoridades pertinentes».