Las voces y las historias de la Plaza de Cristina
Si algo le dio color a la Plaza de Mayo durante la concentración multitudinaria con la que se reclamó por el atentado contra la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el ataque a la democracia, fue la variedad de personas que se acercaron. Jóvenes y mayores, porteños y bonaerenses, desocupados
Salida de amigos
«Somos amigos desde hace años y los chicos también y quisimos encontrarnos en la Plaza y traerlos a nuestros hijos para repudiar la violencia», cuentan Juan y María Inés que llegaron desde Ezeiza con sus hijos Benita y Fermín, después de citarse en una esquina de la Diagonal Norte con su amigo Juan de Recoleta que trajo de la mano a sus hijos Toni y Rafa. «Los chicos quisieron traer la bandera y nos parece bien porque es un día para defender la democracia», completa Agustín.
Defender la democracia
Ciro “Chino” Rud y Alicia Medela son nieto y abuela. Vinieron de Boedo y San Cristóbal. “Le estuve mostrando la Catedral, donde está la tumba de San Martín y los frisos clásicos del frente. Vinimos para defender la democracia. No por mí que ya soy bastante grande sino por él y los que vienen”, dice ella que es jubilada y trabajó en una editorial. “Mis papás y mi abuela venían y quise venir porque no entiendo el odio que hay entre los políticos. Por qué son violentos y no pueden hablar para ponerse de acuerdo”, reflexiona él que tiene ocho años.
Lisa y su primera plaza
«Fue el primer intento de magnicidio de Lisa», bromea Juan Motta, quien lleva a upa a su hija de un año y medio. «Y el último», advierte su pareja Antonella. «Vivimos en La Paternal y somos docentes de la Universidad de Tres de Febrero. Sentimos que teníamos que estar para defender a Cristina», definen y él se anima a denunciar: «Es lo que seimpre pasa con los peronistas. Somos objeto de violencia, de marcaje, de persecución y eso no cambia y hay que frenarlo porque sino, así empiezan los fascismos y las dictaduras».
Sentirse comprendidas
Fiorella Díaz se define como una mujer trans y conversa frente al Cabildo con un grupo de amigas. «Somos de la agrupación Colectivamente de San Martín y somos mujeres trans. Vinimos porque aunque el proyecto de identidad de género fue presentado a distintos políticos y gobiernos durante años, solo Cristina nos escuchó y nos puso en la agenda política. La ley cumplió 10 años hace poco y se lo debemos a ella», sintetiza.
Vender y festejar
Rosa es de Parque Patricios y llegó con su hijo a abrir el puesto de choripanes bien temprano. Sin embargo, no deja de sumarse a las batucadas y cánticos y lleva remera y gorro con el rostro de Cristina y una bandera argentina en los hombros. «¿Cómo no voy a ser cristinista, si ella nos dio todo? Estoy acá para vender y hacer unos pesos para mi casa, pero también para bancarla», proclama ante el aplauso de sus clientes.
Cristina, Néstor y Chávez
Cristina y David reponen fuerzas en la recova del Ministerio de Economía. Compraron una foto enmarcada en la que se la ve a Cristina Fernández sonriente, acompañada por su esposo Néstor y por Hugo Chávez. «Lo llevamos para casa como recuerdo de este día en el que los argentinos dijimos que éste es el límite. Que basta», cuenta él. que trabaja en una cooperativa de limpieza de las calles en San Miguel. «Yo trabajaba en una empresa y tuve que dejar porque me enfermé y soy insulino dependiente. Cristina Kirchner fue la que decidió que tenían que darnos las cintas reactivas y la insulina gratis. sino quizás no estaría viva. ¿Cómo no voy a venir a bancarla ‘».
Derechos para todos
En cambio el colectivo «Lesbianas por Cristina» prefieren no indentificarse individualmente, pero se entusiasman contando. «Fuimos adolescentes durante el gobierno de Cristina y pudimos crecer en paz porque ella amplió los derechos peor no solo para nosotras sino para muchos otros sectores. Por eso la bronca y la furia que sentimos al ver que quisieron atacarla», cuentan sumando sus voces para «bancar a la Jefa».
El acceso a la jubilación
«Quisimos estar para bancar a la democracia», cuenta Carlos de 72 años, orgulloso de haber pertenecido en su juventud a la Juventud Peronista. «Anoche no pudimos dormir de la angustia. Tuvimos los ojos como el 2 de oro», completa su esposa Mirta, de 68 años, quien recuerda que logró jubilarse gracias a la moratoria previsional que impulsó la Vicepresidenta durante su mandato.
«Hace unos años fuimos a la Quinta de San Vicente donde vivieron Perón y Evita y vimos todo lo que hicieron por la gente, que es lo mismo, trasladado a la actualidad, que hicieron Néstor y Cristina. Por eso estamos acá», cuentan .