Alegatos en el juicio por el doble femicidio en Monte Chingolo
El juicio que se le sigue a un joven como acusado de asesinar y enterrar en los fondos de una casa a una mujer y a su hija de 7 años., en abril de 2020 en la localidad bonaerense de Monte Chingolo, entra este lunes en la etapa de alegatos luego de una primera semana en la que el imputado se declaró inocente y apuntó contra una vecina, mientras que otros testigos complicaron su situación.
El debate se reanudará este lunes en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2 de Lomas de Zamora, que juzga a Alejandro Romero Lugo (27) por el doble femicidio de Cristina Beatriz Iglesias (40) y su hija Ada Antonia Iglesias (7).
En la última audiencia, el acusado declaró durante una hora y vinculó con el hecho a una mujer de nombre Jésica, de quien dijo que era una vecina de las víctimas y que «quería quedarse con la casa» en la que vivían madre e hija.
Romero Lugo agregó que Jésica y otra mujer, identificada como Natalia, «lo amenazaron de muerte para que se haga cargo de los hechos» y como «les tenía miedo, se autoincriminó».
«Le faltó el respeto a las víctimas y a los jueces pensando que iban a creer la nueva versión infantil que dio. Los subestimó. Dio una versión que no se condice en nada con todo lo que se escuchó previamente en la sala», afirmó a Télam el abogado Mariano Lizardo, quien está a cargo de la querella junto a su colega, Paula Ojeda, especialista en delitos de género.
La versión que el acusado aportó en el juicio es efectivamente distinta a la que había realizado cuando fue detenido y también a otra que formuló durante la etapa de instrucción, que tuvo a su cargo el fiscal Jorge Grieco.
En la elevación a juicio -a la que tuvo acceso Télam-, el fiscal reseñó que en una declaración informal ante la Policía el imputado acusó a un conocido suyo que le vendía marihuana y realizó relatos «telenovelescos e inverosímiles en los que, increíblemente, resultaba una víctima que obraba coercionado en aras de permanecer vivo».
Luego, en su declaración judicial confesó el crimen y dijo que asesinó a su pareja cuando consumían pastillas y alcohol y que luego mató a la niña, tras lo cual cavó el pozo en el fondo de la casa y enterró los cuerpos.
En tanto, se espera que el lunes aleguen la querella y también la defensora oficial de Romero Lugo.
Durante la primera jornada del juicio declararon Dolores, la hija mayor de Cristina; su exnovio; Fernando, hermano y tío de las víctimas; un mecánico vecino a la vivienda de las mujeres asesinadas y un excuñado del acusado.
Dolores contó que ella debió entrar «de prepo» en la casa de su madre ya que la misma estaba cerrada con llaves y Romero Lugo no estaba presente.
La testigo sostuvo que una vez en el interior del inmueble observó «tierra removida» en los fondos y «rastros de sangre lavados» en distintos sectores y objetos de la casa.
También recordó que el acusado le había dado previamente varias respuestas «dudosas» sobre la supuesta desaparición de su madre y hermana menor.
En ese sentido, el exnovio de la testigo contó al tribunal que él estuvo presente junto a ella en ese momento y ratificó los dichos de Dolores.
A su vez, el hermano de Cristina dijo que en un primer momento a Dolores no quisieron tomarle la denuncia en la comisaría local, por lo que él, al enterarse de lo que ella había visto en la casa, la acompañó nuevamente a la seccional.
Mientras que un mecánico que vivía en la casa lindera a la de las víctimas contó que Dolores y por entonces su novio entraron a la vivienda por el tapial de su domicilio y que les proporcionó una escalera.
A su vez, el excuñado del acusado dijo que en la huida Romero Lugo dejó en su casa el DNI de Cristina y las llaves de una puerta trasera de la vivienda de la mujer.
El hecho
El doble femicidio ocurrió el 25 de marzo de 2020 -a cinco días de iniciado el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) por la pandemia de coronavirus-, y fue descubierto 48 horas después en una casa de la calle Domingo Punta 4064, de Monte Chingolo, en el sur del conurbano.
Según los forenses que trabajaron en el lugar, Cristina fue degollada en el marco de una pelea, mientras que su hija recibió cortes en el cuello.
Los investigadores determinaron que el imputado «limpió con gran dedicación la escena principal (interior de la casa), lavando la sangre, girando uno de los colchones a fin que no sea visible el rastro hemático, lavando incluso en el lavarropas un oso de peluche y ropa de cama».
Además, para los pesquisas Romero Lugo se apoderó del teléfono celular de Cristina y «respondió mensajes a la hija mayor de ésta, montando un teatro en el que se hacía pasar por la víctima con el objeto de siquiera levantar sospecha».
Es que Dolores estuvo buscando durante varios días a su madre y a su hermana porque no tenía noticias de ellas, y le escribía mensajes a su teléfono celular y recibía respuestas inverosímiles, por lo que comenzó a sospechar que algo les había pasado.
Cuando la joven le preguntó a Romero Lugo, él argumentó que Cristina se había ido a la casa de una vecina.