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El aura de Madrid dejó de iluminar

Estaba stand by. Con todo el peligro que significa el término, en estos tiempos de deudas interminables e impagables. Ahora quedó en terapia intensiva. Así Boca dejó a River, después de un baile literal en la Bombonera y un 2-0 que quedó corto. El resultado metió directo al equipo de Miguel Angel Russo, que ahora dirige Claudio Ubeda, en la Copa Libertadores. A la vez que por ahora puso a River en zona de repechaje del máximo certamen continental. 

El equipo de Gallardo está al borde del abismo y aún con un partido más que Argentinos (recibe a Belgrano mañana 21.15) y Deportivo Riestra (de local ante Independiente a las 19), que podrían pasarlo y dejarlo, al menos momentáneamente, afuera de todo. El fin de semana que viene River juega con Vélez en Liniers. La categórica derrota en la Bombonera es el último eslabón. Pero la cadena que lo deja en esta situación es mucho más prolongada, después de la inédita marca de cuatro derrotas consecutivas como local. Marcelo Gallardo no le encontró la vuelta a tres mercados, con inversiones millonarias, y mucho menos al funcionamiento del equipo. 

Ni los nombres, ni las formas. Por eso esta caída en la Boca tiene olor a fin de ciclo. El tiempo y próximos e inmediatos resultados dirán si ese cierre pone en cuestión incluso la continuidad del entrenador. Pero lo real y concreto es que este rendimiento, esta derrota, adosados a lo que venía de arrastre, sí marcan el final del aura de Madrid. Ese es el ciclo que termina. Es que así fue esta vuelta de Gallardo, llegó como el técnico ganador de la final histórica. Y desde ese retorno no terminó de sumar frustraciones y eliminaciones. Hace una semana se escuchó el «que se vayan todos…», en el Monumental. El DT perdió, así, en esta semana, todo el plafón que le quedaba de aquella final de 2018. 

Como dice la zamba, «lloré cuando vos te fuiste, no se para qué volviste…». Lo que desde principios de año se azuzó como «la crisis de Boca», -que solo era claramente deportiva por la eliminación de la Libertadores en repechaje y más tarde los 12 partidos sin ganar, pero nunca institucional, aunque sí lo quisieron mostrar desde algunos sectores interesados que siempre le apuntan a Riquelme-, termina siendo, al final de cuentas, una «crisis de River». También deportiva. Aunque a Román en el palco solo lo muestran reiteradamente cuando pierde, y apenas de refilón en estas circunstancias. 

Boca entró con esta victoria a la Libertadores, nada menos, después de un año que no clasificó y este en el que se quedó en el repechaje. Pero aún más que eso, encontró un «equipo de memoria», el que armó Russo y consolidó Ubeda, con el agregado de la confianza para el «Changuito» Zeballos. Este triunfo en el Superclásico, por las formas, le dio un golpe de gracia al River de Gallardo y ratificó que, con Paredes y compañía, «el xeneize» está para más. Y, como la contracara de lo que le pasa a su archirrival, derrumbó todos los estigmas que lo persiguieron en la temporada. Sin cargas, puede ir por todo. En el caso del conjunto de Gallardo, para parafrasear a Sabina, se terminó el blindaje y el aura y, pongamos que hablamos de Madrid…

Fuente: Pagina12

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