Tecnología

Es argentino y compite a nivel mundial en un reality para emprendedores: su innovadora idea

A los 26 años, Bruno Calcagno está intentando resolver un problema global: que las energías renovables dejen de trabarse en papeles, permisos y estudios que demoran años y cuestan fortunas. Y para eso tomó un camino nada convencional: se internó en un castillo alemán para crear una startup junto a otros 39 emprendedores del mundo, y hoy continúa su aventura en San Francisco, donde busca inversión para llevar su idea a escala global.

«Quería fundar una startup, pero sabía que iba a necesitar un socio e inversores. Entonces empecé a buscar programas», cuenta. Cuando una amiga suiza le mencionó The Bridge, sintió que era exactamente lo que buscaba: la posibilidad de formar un equipo, construir tecnología y acceder a capital. «Vi que te ayudaba a conseguir socios, te daban inversión y que se iban a San Francisco… Era como poner todas las fichas en un solo lugar», recuerda.

Calcagno fue el único argentino seleccionado entre miles de postulantes para participar de The Bridge, el reality internacional de Entrepreneurs First, una organización que apuesta por individuos con alto potencial para formar startups de base tecnológica. Durante dos meses convivió en un castillo medieval con programadores, científicos y fundadores de más de veinte países en el pequeño pueblo de Bückeburg, al norte de Alemania. «Era el único argentino, y el grupo era súper diverso. El 90% venía del mundo técnico: desarrolladores, investigadores en inteligencia artificial. Solo cinco teníamos perfil de negocios», contó a iProfesional desde California.

Llegar no fue fácil, no era un proceso para tímidos: varias entrevistas, un hackatón en Rotterdam y un pitch final que definió a los elegidos entre más de 2.000 postulantes. «Quedamos 40 en el castillo», recuerda con una mezcla de orgullo y vértigo.

El programa reunió a 40 emprendedores tecnológicos en un castillo alemán durante dos meses

Julio y agosto, Bückeburg. Un pueblo de 5.000 habitantes, rodeado de bosque. Dentro del castillo, un chef para el grupo y un calendario repleto de mentorías. «Era una mezcla entre universidad y reality show —dice—. Teníamos charlas con fundadores de unicornios y sesiones con mentores personales que te preguntaban cómo iba tu relación con el socio. Si algo no funcionaba, te alentaban a cambiar rápido. Decían que una sociedad en una startup es como un matrimonio: si algo no fluye desde el principio, hay que cortarlo antes».

Fue en ese entorno donde conoció a Jens, un emprendedor suizo con el que enseguida encontró afinidad. «Al principio me atrajo que quisiera trabajar en algo relacionado con el cambio climático y la energía. Pero después vimos que también coincidíamos en la forma de trabajo, en la organización y en la velocidad. En el mundo startup eso es clave: hay que avanzar y validar ideas lo más rápido posible», explica.

De los 40 participantes del castillo, solo 20 pasaron a la siguiente etapa, en San Francisco, donde hoy compiten por inversión inicial para lanzar sus proyectos. Bruno fue uno de ellos. «Estar acá es otra liga. En San Francisco te cruzás con gente increíble que puede cambiarte el rumbo de la startup en una charla. Además, el acceso a talento y capital es incomparable», dice.

Del castillo alemán a la startup que busca acelerar la energía limpia

Lo que Bruno y Jens están desarrollando busca resolver uno de los grandes desafíos de los próximos años: cómo acelerar la expansión de las energías renovables en un mundo que cada vez demanda más electricidad. «En los próximos diez años será necesario generar un 30% más de energía para sostener la demanda de autos eléctricos, centros de datos, robots y hogares. Las fuentes tradicionales, como el carbón o la nuclear, no son viables ni por impacto ambiental ni por plazos. Así que la mejor opción que tenemos son las renovables», explica.

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Bruno conoció allí a Jens, un suizo con quien comparte hoy la creación de una startup energética

El problema es que el 80% de los proyectos de energía limpia nunca se concretan. Las causas son múltiples: estudios ambientales que se extienden, trámites interminables, permisos que no llegan o inversiones que se vuelven inviables por demoras. «Desde que se inicia un proyecto hasta que se rechaza puede pasar un año. En ese tiempo se gastan cientos de miles o millones de dólares en estudios y mediciones. Lo que queremos es que las empresas sepan lo antes posible si un proyecto es viable o no«, detalla.

Su startup —que aún no tiene nombre— está creando un modelo de inteligencia artificial capaz de analizar variables clave y determinar, en cuestión de días, la factibilidad de un proyecto. «Es un agente de IA que cruza datos sobre ubicación, acceso a la red eléctrica y factores ambientales para estimar si vale la pena avanzar. No automatiza todo, pero reduce significativamente los costos y los tiempos», explica.

El emprendimiento se encuentra en etapa de validación, enfocado en cerrar los primeros acuerdos comerciales. Los potenciales clientes son desarrolladores de proyectos de energías renovables, productores Independientes de Energía (IPPs), empresas que además de desarrollar, operan y son dueñas de parques solares o eólicos.

Antes de esta experiencia, Calcagno ya había fundado Laburo, una app para contratar servicios domésticos y de mantenimiento, y luego Manax, una plataforma de gestión para pymes que opera en España y Argentina. Ambas fueron su escuela para lo que hoy emprende.

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Los finalistas del reality vivieron en Bückeburg, un pequeño pueblo rodeado de bosques

«En Argentina hay una comunidad emprendedora increíble. La gente se ayuda, comparte contactos, te da una mano. Pero es muy difícil escalar por las trabas macroeconómicas. En Europa, la burocracia y las diferencias culturales también lo complican. En Estados Unidos, en cambio, enfocándote solo en el mercado local, podés construir algo enorme».

De Las Heras a Silicon Valley, pasando por un castillo alemán, la historia de Bruno Calcagno parece escrita como una metáfora del espíritu emprendedor: salir de la zona de confort, cruzar fronteras y persistir hasta transformar una idea en una startup. Hoy evita hablar de plazos, pero no baja la mirada cuando se le pregunta por su ambición: «Queremos que haya más proyectos de energía renovable en el mundo».

Fuente: iprofesional.com

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