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«Tortuga persigue a tortuga», de Víctor González: la verdad en el cine

El tercer film del también director de fotografía, con todas sus imágenes grabadas en VHS en los ’80, es un objeto narrativo difícil de clasificar y extrañamente fascinante.

TORTUGA PERSIGUE A TORTUGA 7 puntos

(Argentina, 2025)

Dirección y guion: Víctor González.

Duración: 74 minutos.

Intérpretes: Mabel Dai Chee Chang, Maria Canel, Colo Ruggieri, Víctor González.

Estreno exclusivamente en Malba Cine, sábados de noviembre a las 18.

La filmografía como realizador del también director de fotografía Víctor González es por demás errática, con apenas tres largometrajes realizados a lo largo de tres décadas. A Ciudad de Dios, estrenada en un lejano 1997, se le sumó en 2009 el drama religioso El cielo elegido, y recién ahora, luego de su paso por la sección competitiva más experimental del Bafici, se agrega un tercer peldaño con Tortuga persigue a tortuga. El particular título no resulta tan extraño como su factura, ya que todas las escenas (dos) y los planos que las integran (no más de un par de docenas) fueron filmadas hacia finales de la década de 1980. Aunque “grabadas” sería un término más apropiado: el rodaje fue realizado con una cámara VHS, formato que siempre estuvo alejado del profesionalismo, en un momento en el cual González comenzaba a gestar sus primeros cortometrajes.

En las notas de intención, el realizador explica que “Tortuga persigue a tortuga nace del deseo de hacer cine sin importar cómo”, además de aclarar que “los dos sucesos que conforman la película fueron registrados –o interpretados, si se prefiere– a fines de los años ’80. Ese material estuvo allí, esperando, hasta que me decidí a editarlos como una única película”. El primer “suceso” ocupa poco menos de la mitad del film y, como su contraparte, da toda la impresión de ser una ficcionalización de hechos que podrían haber sido reales. El realizador es también el protagonista, un joven que comparte casa con otras tres personas pero que, sorpresivamente, es obligado a irse de allí. Se dicen varias cosas, como que debe el alquiler y algunos gastos de servicios mensuales, pero el motivo central del desalojo no queda del todo claro. González (o su alter ego en la pantalla) recorre la casa, sube y baja las escaleras que lo llevan a su cuarto, acomoda las pertenencias que deberá llevarse consigo y discute con otro de los inquilinos de la casa, todo el tiempo acompañado por un camarógrafo que, como un “seguime, Chango” del tipo más autoral, registra cada uno de sus pasos en un plano-secuencia.

La segunda escena de Tortuga… parece transcurrir tiempo después, cuando González (o su alter ego previo u otro personaje) le muestra su nuevo departamento a una amiga, interpretada por la coreógrafa y bailarina Mabel Dai Chee Chang. Que en realidad es su exnovia o una novia que está a punto de dejar de serlo. El tono es otro, más reposado que en la primera parte. Al menos en un primer momento, hasta que el diálogo se transforma casi en soliloquio, un discurso en primera persona que conjuga el reproche con el dolor sentimental, y la reflexión intelectual por un amor no del todo correspondido, marcado por infidelidades, con escarceos físicos que se asemejan a una despedida. Nuevamente, un camarógrafo registra la situación, aunque en cierto momento abandonará la cámara para ir a comprar unas bebidas. Hay tal vez ecos de Jean Eustache en ese registro de un ámbito casi desierto en el cual dos cuerpos y sendas mentes intentan conciliar pasado, presente y futuro de un vínculo.

Tortuga persigue a tortuga es indudablemente un objeto narrativo peculiar, conformado como está por imágenes y sonidos lo-fi, de cualidad casi amateur: sin micrófonos profesionales, por momentos el audio es ininteligible, y la imagen es atravesada por los defectos típicos del formato, incluidos los rastros de un mal tracking. Al mismo tiempo, las actuaciones naturalistas podrían confundirse perfectamente con retazos de realidad robados por la cámara y las ambiciones creativas son evidentes. En cierto momento, el González de la ¿ficción? reflexiona sobre el método de filmación. “Cuando lo que ocurre es sutil, la cámara tiende a ser muy violenta; la cosa sólo funciona cuando la relación personal es más violenta que la cámara”. No tanto una máxima como una hipótesis sobre la verdad en el cine, la frase describe en parte las búsquedas creativas de una película difícil de clasificar y extrañamente fascinante.

Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=RVplED-9LYU

Fuente: Pagina12

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