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Aquel día en que el Diego volvió a hacer historia

Jorge Luengo, amigo y fotógrafo personal del 10, abrió su archivo para un libro de Editorial Octubre que revela detalles desconocidos de aquella tarde mágica en la Bombonera.

Epígrafe:  «Haberlo acompañado en esa despedida del fútbol fue lo mejor que me pasó», dice Luengo.

En el marco del natalicio de Diego Armando Maradona, el jueves el Grupo Octubre, Editorial Octubre y Librería Caras y Caretas anunciaron un acuerdo con el fotógrafo Jorge Luengo, amigo personal y testigo privilegiado de la intimidad del Diez, para la edición de un libro que reunirá imágenes inéditas de su despedida del fútbol, aquella tarde que concitó la atención de todos en la Bombonera del Club Atlético Boca Juniors.

Hoy los famosos gestionan sus propios perfiles y lo alimentan con selfies, pero años atrás el escenario era muy distinto: personajes como Maradona generaban tanto interés que un séquito de paparazzi los seguía para lograr una buena imagen. Así fue como Luengo conoció a Diego, en una persecución por Punta del Este en 1995. El fotógrafo recién había entrado a la revista Gente y asegura que fue «el día más maravilloso» de su vida. «No fue agradable porque estaba enojado, pero ese fue el inicio de una amistad que marcó mi vida para siempre, tanto en lo personal como en lo profesional».

Entre ellos creció un vínculo muy fuerte. Por eso Luengo fue el único fotógrafo autorizado a entrar al campo de juego en la despedida de aquel 10 de noviembre del 2001. Fue una orden expresa de Diego. «Haberlo acompañado en esa despedida del fútbol fue lo mejor que me pasó, no sólo por estar con él en el campo de juego sino por todo lo que significaba ese momento en su vida. Había estado internado en Cuba: yo lo acompañé en ese proceso y vi lo mal que la pasó. Fue muy emocionante verlo de nuevo en una cancha. Tengo que reconocer que en un momento sentí miedo porque lloraba tanto que temía que le pasara algo a su corazón. Yo le hacía señas de que estaba todo bien mientras sacaba fotos, pero él era un mar de lágrimas».

Luengo es autor de fotos inolvidables. La más querida por Diego era esa en la que doña Tota le besa la frente mientras él descansa en una hamaca paraguaya durante su rehabilitación. Luengo siente «orgullo» y «agradecimiento» de que Maradona le haya abierto «las puertas de su vida y de su corazón», y concluye: «Yo aprendí a amar todo lo que él amó».

Fuente: Pagina12

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