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«La máquina: The Smashing Machine»: la lucha como catapulta hacia el star system

El film de Ben Safdie es una biopic de Mark Kerr, uno de los precursores del desembarco de las artes marciales mixtas en Estados Unidos.

6 – LA MÁQUINA: THE SMASHING MACHINE
(The Smashing Machine/Estados Unidos, 2025)
Dirección y guion: Ben Safdie
Duración: 123 minutos
Intérpretes: Dwayne Johnson, Emily Blunt, Ryan Bader, Bas Rutten y Lyndsey Gavin
Estreno en salas

No hay caso: un actor podrá ser un referente del cine familiar y de acción, pero llega un momento de su carrera (y de su vida) en el que pica el bichito del prestigio y quiere probarse en películas concebidas para pelear por un lugar en la temporada de premios de Hollywood. Ahora le toca a Dwayne Johnson, que para llevar más agua hacia su molino dorado eligió una biopic y, en tanto uno de los productores, fue parte de la elección de Ben Safdie como director. El lugar común indica, además, que los actores con ganas de caminar las alfombras rojas eligen papeles muy alejados de los que los volvieron famosos, cuestión de probar que tienen un amplio registro. Johnson es, al menos en este sentido, original, y en La máquina –que se estrena luego de haberse exhibido en el Festival de Venecia, de donde se llevó el premio a Mejor Dirección– interpreta a un hombre que, como él, encontró en la lucha una catapulta hacia el star system.

Debe reconocerse que Johnson es perfecto para el rol, porque no hay nadie en la faz de la Tierra con un porte tamaño XXL que pueda hacerle honores a la fisonomía y los gestos técnicos de alguien que, como Mark Kerr, hizo de una disciplina eminentemente corporal una herramienta de trabajo. Ocurría lo mismo en Búfalo, de Nicanor Loreti, con Sergio “Maravilla” Martínez interpretando a un boxeador: hay una verdad encapsulada en cada gancho, en que cada gota de transpiración y en los rostros magullados que difícilmente se hubiera logrado con otro actor.

Kerr, a fines de los ’90, fue uno de los precursores del desembarco de las peleas de artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos desde Japón, donde fue toda una celebridad antes que en su país. Pero la película comienza en 1997 y lo encuentra moliendo rivales sobre los rings ortogonales con el ímpetu, el deseo y las ganas de la juventud, mientras los relatores se dan una panzada de violencia y festejan cada codazo en la cabeza contra un rival indefenso como si fuera un gol en el último minuto. Corte a 1999, cuando Kerr es un viajero frecuente a Japón y cobra su buen dinero por cada pelea, al tiempo que puertas adentro su vida se desmorona a partir de su adicción a los medicamentos con opiáceos, incluyendo constantes peleas con su esposa (Emily Blunt). Es, entonces, una película sobre una doble lucha: la pública por la gloria y una íntima en favor de su salud.

Ben Safdie venía de dirigir junto a su hermano Josh dos películas urbanas con personajes cargados de energía viviendo situaciones límite: el ladrón de bancos de Robert Pattinson en Good Time, el joyero apostador de Adam Sandler en Diamantes en bruto. Dado que la lucha garantiza movimiento, tensión y sudor y que en la esfera personal Kerr está al borde de un quiebre emocional, era lógico pensar que aplicaría algo de aquellos relatos nervios y vibrantes aquí. Bueno, no. Durante buena parte del metraje se mantiene la búsqueda de registro urgente a fuerza de una cámara que simula el efecto de “cámara en mano”, aunque pocas veces la aplican a circunstancias deportivas y sí cuando las situaciones que se muestran operan como transiciones. Al querer ser simultáneamente una fábula de superación personal y un drama deportivo, termina quedándose a mitad de camino de ambas. Cosas que ocurren cuando hay más hambre de premios que de gloria. 

Fuente: Pagina12

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