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Fernando Martín Peña: la actividad onírica de un cinéfilo

El historiador, archivista, docente y programador compiló en un volumen los recuerdos de los sueños que fue anotando en su muro de Facebook entre 2011 y 2018. Allí hay literalmente de todo y hasta se da el lujo de interactuar con varios de sus personajes más queridos del cine. 

¿Con qué sueña Fernando Martín Peña cuando está dormido? La respuesta puede parecer obvia: con cine. Lo que no es tan obvio son los cruces e invenciones que se producen durante la fecunda actividad onírica del historiador y divulgador de cine, archivista y docente, programador de Malba Cine y del ciclo Peña sin cadenas en el bar y espacio cultural Hasta Trilce. Así se desprende de Sueños, el libro que lanzó hace poco Híbrida Editora y que compila los sueños que Peña fue anotando en su muro de Facebook entre 2011 y 2018. Porque en los sueños de Peña pasa, literalmente, de todo, hasta lo inimaginable: Buster Keaton trabaja con Zully Moreno en la película de 1954 La Dama del Mar, Jean Luc Godard interpreta a un villano llamado «Confusejef» en la serie Batman de los 60 y Evita Perón coprotagoniza una película de Fritz Lang con Jean Paul Belmondo. A veces, Peña es espectador y ve películas enteras en sueños –siempre estrenos exclusivos producto de su frondosa imaginación-, mientras que otras veces, él es protagonista y se codea en ellos con sus propios ídolos, aunque no siempre con la misma suerte, como demuestra aquel sueño en el que, después de escuchar tocar a Paul McCartney en su casa para un grupo de amigos, Peña es “cagado a trompadas” a la salida por un (cuándo no) desaforado Klaus Kinski. 

En la nota preliminar a la edición, que también cuenta con un prólogo Elvio E. Gandolfo, Peña cuenta que empezó a anotar sus sueños en una época en que tenía una novia que hablaba dormida y lo despertaba en medio de la noche, lo que le permitía recordar lo soñado. Sueños es un libro atípico y muy disfrutable, una bitácora que garantiza no pocas carcajadas del lector, y que al final incluye un simpático glosario titulado “Elenco”, elaborado por el mismo autor, en el que describe con sus propias palabras a los personajes que pueblan sus sueños, incluidas entradas de un exquisito tono irónico como: “Bourdieu, Pierre (1930-2002). Sociólogo francés de inexplicable presencia en mi actividad onírica, pues ignoro a la perfección la totalidad de su obra”. En la entrevista con Página/12, Peña conversó acerca de su exuberante inconsciente (al menos cuando está dormido).

-¿Soñás siempre con cine? ¿Desde chico?

-Sí, el cine siempre estuvo. Como estuvo en mi vida, estuvo en mis sueños. Estoy muy metido día y noche en lo que hago, me gusta mucho y es lo que amo realmente, tengo esa suerte. Se lo atribuyo a eso. También hay sueños que no tienen nada que ver con el cine. Pero sí, sueño mucho con el cine.

-Es muy impresionante, porque aparte inventás unos títulos de películas geniales en sueños, como Psicosis III el musical, o soñás con una película porno sin escenas de sexo llamada Uncle Arnold o con una superheroína que despedaza a sus enemigos con la mirada llamada «Fragmenta». Son como proyectos de guion. ¿Alguna vez pensaste en escribir guiones?

-Me siento un impostor. Despierto no tengo esa imaginación (risas). No tengo nada artístico en mí, pero ni remotamente, no soy un tipo que quiere decir algo. Además no tengo ninguna capacidad para expresarlo artísticamente.  

-Tu inconsciente dice algo distinto…

Esto sale en ese momento raro que hay entre el sueño y la vigilia en el que todavía recordás, -ni siquiera todo, pero algunas cositas-. Evidentemente me permite conectarme con una zona de mi cerebro que es un desquicio (risas); la zona con la que los artistas se conectan cuando están despiertos. 

-En tus sueños hay títulos finales, hay planos, cortes, flashbacks. Soñás películas.

-Sí, sueño con películas como si existieran. A veces lo único que hago en el sueño es estar sentado en la butaca mirándolas. Muchas veces estoy viendo una película con unos personajes que no conozco, con situaciones que a veces no recuerdo completas. Pero hay dos o tres películas en el libro, sobre todo una con un japonés, que está prácticamente entera, y otra con Pedro López Lagar, como si fuera una película argentina clásica con Lagar, Mirtha Legrand y Daniel Tinayre. Hubo un momento en el que estuve viendo varias películas clásicas argentinas con López Lagar, que me tenía medio podrido -porque aparte siempre hacía medio lo mismo, siempre estaba angustiado – y es evidente que eso viene de ahí. La de Fritz Lang con Eva Perón es parecida a una película de espionaje de Lang que existe que se llama Cloak and Dagger (A capa y espada), con Gary Cooper. 

-Siempre me pregunté si el surgimiento del cine cambió la forma en la que soñamos los que somos contemporáneos del cine. ¿Qué pensás al respecto?

-Y, esa es la gran pregunta. Esa pregunta tal cual se la hacía Quino también. Nos reuníamos los fines de semana para ver películas en la casa del Negro Caloi con amigos. Una vez, después de ver Orfeo, de Cocteau, con María Casares haciendo de la muerte -que como todo lo de Cocteau, tiene mucho de onírico-, al final de la película, charlando, Quino me hizo exactamente esa pregunta: «¿Cómo soñaría la gente antes del cine?». Porque uno tiene la sensación, soñando, de que hay planos, de que hay cortes, que una escena enlaza con la otra. Le contesté que no tenía la menor idea y que, escuchándolo, parecía que estaba escuchando a Miguelito. Puede ser que el cine sea una consecuencia de cómo se soñaba antes, ¿no? Es decir, que la narración cinematográfica tenga la lógica narrativa, por lo menos parcialmente, de los sueños.

-En tus sueños aparecen personajes muy queridos por vos, como Buster Keaton o Lon Chaney. De todos ellos, ¿cuál te te hubiera encantado conocer en la vida real?

-A ellos dos más que a ninguno, seguramente. Me acompañan en la vida desde muy chico, los he estudiado mucho. Son gente que admiré muchísimo y me hubiera encantado conocer. De hecho, no conocí a Keaton, pero sí a su esposa, Eleanor Norris. La entrevisté en Los Angeles en el ’92. Pero, más allá de eso, lo que más valoro es soñar con gente que sí conocí y que se me ha muerto. Y a veces muy temprano, como Fabio Manes (investigador y archivista con quien Peña condujo el ciclo Filmoteca en la TV pública), Octavio Fabiano (operador cinematográfico, cineclubista) o mi papá. Por suerte sueño con ellos muy seguido y es un gran alivio reencontrarlos ahí, porque además sueño muy intensamente. Muchas veces me dicen: «¿Viste que cuando soñamos, no soñamos olores ni voces?». Y yo les digo: «No, yo en mis sueños huelo y sueño gustos si estoy comiendo». Sueño con todos los sentidos. En el caso de esta gente, escucho sus voces. A veces incluso tengo conciencia de que están muertos y yo no. Y sin embargo, están ahí en el sueño hablando conmigo. Es muy lindo, muy reparador.

-Hay algo de justicia poética y a veces incluso revancha en tus sueños: aparece Hugo del Carril repartiendo dólares, o un ministro de Cultura porteño obligado a posar con las orejas del Topo Gigio…¿a todo esto, quién era?

-Lombardi. Y bueno, es que justamente en el espacio onírico uno se puede permitir revanchas, qué sé yo, ridiculizar un poco a la gente que te ha maltratado o las cosas que te hacen mal. 

-Ya que publicaste un libro sobre tus sueños, no puedo dejar de preguntarte si alguna vez te psicoanalizaste.

-Muy poquito. Tuve dos separaciones que me sacudieron mucho y durante unos pocos meses, hice un poco de terapia. Creo que en el segundo caso ya anotaba los sueños. Recuerdo que el analista me pidió que le contara alguno, pero no me hizo ninguna devolución que recuerde. Más bien se me quedó mirando perplejo (risas).

Fuente: Pagina12

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