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Candlemass: «Antes de nosotros, el doom metal no existía como etiqueta»

Mats “Mappe” Björkman, Leif Edling, Johan Länquist, Lars Johansson y Jan Lind celebran cuarenta años junto al género al que ayudaron a ponerle nombre.

Desde el subsuelo de un restaurante de Estocolmo en el que todo lleva ajo -desde la cerveza hasta el helado-, Mats “Mappe” Björkman reflexiona sobre el legado de Candlemass, grupo que celebra 40 años de historia y el logro de haberle dado nombre al doom, uno de los subgéneros del heavy metal.

Las cajas con suministros gastronómicos para el emprendimiento que comparte con John Levén, bajista de Europe, esparcen algo menos de mística que los bafles que, en 1985 y también en un sótano, acompañaban a los cuatro muchachos suecos mientras grababan un disco debut que hizo historia. Lanzado un año después, Epicus Doomicus Metallicus se convertiría en una referencia de culto y el nomenclador para una nueva genética de la música pesada.

“Entre manejar un restaurant y tener una banda de rock, diría que la banda es ciento por ciento más fácil”, bromea el guitarrista rítmico y pilar fundacional del hoy quinteto. Así se sitúa en tiempo y espacio: “Si en 1985 alguien me hubiera dicho que ese primer disco iba a ser un clásico 40 años después, le habría contestado que se buscara un médico. En Suecia siempre habíamos sido perdedores. Ahora somos Candlemass y estamos mejor que nunca, todavía no entendemos qué pasando”, concede.

La celebración de cuatro décadas junto al doom épico llega desde Europa hasta Buenos Aires. Candlemass va a tocar con una formación clásica (Leif Edling en bajo, Johan Länquist en voz, Lars Johansson en guitarra líder, Jan Lind en batería y “Mappe” Björkman en guitarra) este jueves 4 de septiembre a las 21 en The Roxy Live (Niceto Vega 5542), con Ararat como invitados. “Hace dos semanas tocamos en Francia para 10 mil personas. El 90 por ciento no había nacido cuando editamos nuestros primeros discos y eso es lo mejor que nos puede pasar”, se entusiasma el músico de 60 años.

En el corazón de los ‘80, el heavy metal cursaba un pico histórico de masividad acarreado por la exageración estética del glam, la velocidad del thrash y la épica de las bandas de la (ya no tan) nueva ola de metal británico. En cambio, al igual que un puñado de contemporáneos, Candlemass exploró la densidad. Sus tempos ralentizados, riffs oscuros, voces limpias y atmósferas resonantes parecían tener más que ver con The Sisters of Mercy abrazando el legado de Black Sabbath que con lo que estaba sucediendo en la escena. Ese emergente subterráneo jamás alcanzaría la masividad, pero sí la trascendencia, un camino que reafirmarían un año más tarde con la salida de Nightfall, otro clásico del género.

Cuatro décadas después, el espíritu parece ser más o menos el mismo. “No somos una banda radio friendly, nunca nos interesó. Hacemos lo nuestro y punto”, corta “Mappe”. “Antes de Candlemass, el doom metal no existía como etiqueta. Black Sabbath era considerado hard rock. Cuando sacamos Epicus Doomicus Metallicus, alguien dijo: ‘Esto es doom metal’. Y así quedó”.

El artista recuerda con certeza algunos momentos que marcaron aquella gestación. “Debe haber sido el disco grabado con menor presupuesto de la historia. Al principio, no teníamos sello ni cantante”, cuenta. Ahí fue cuando el baterista Matz Ekström recomendó a Johan Längqvist, que manejaba un taxi y no tenía pretensiones de formar una banda, pero sí estaba dispuesto a prestarse a una sesión. “Cuando firmamos con Black Dragon, nos dijeron que el disco tenía que tener 6 minutos más. Leif me dijo: ‘Tengo un riff bastante fácil, venite y lo ensayamos un rato’. Era el riff de ‘Solitude’. Así que nuestra canción más popular en realidad fue un relleno. Es tan estúpido como fantástico”.

Además de girar por el mundo, este año el grupo lanzó Black Star, un EP con dos canciones nuevas y dos covers: “Forever my Queen”, de Pentagram, y “Sabbath Bloody Sabbath”, de Black Sabbath. Mappe explica: “Son dos bandas muy importantes para nosotros. Con Pentagram nos unían muchas cosas cuando empezamos. Era Pentagram, Trouble, Saint Vitus y nosotros. Y en cuanto a la de Sabbath, pensamos que estaría bien versionar un tema de ellos. Es difícil porque la original es genial, pero creo que estuvimos bien”.

-Es una canción posterior a la salida de Master of Reality, el disco de Black Sabbath que se suele relacionar directamente con el surgimiento del doom…

-Sí. Lo que pasa es que el doom metal no era algo siquiera mencionado cuando Sabbath era grande en los ’70. Los primeros en hacer doom fueron ellos, sólo que todavía no se le había puesto el nombre. Cuando salió nuestro disco, ahí se empezó a hablar de doom. Pero Black Sabbath fue la primera banda de doom de todas. Desde el principio.

-¿Creés que deberían haber formado parte del concierto final de Sabbath en Birmingham?

-Sí, por supuesto. A Tony Iommi lo llamaron doscientas bandas para que grabara con ellas, pero él en su momento eligió a Candlemass para The Door to Doom. Creo que al evento lo hicieron pensando en conseguir una buena recaudación con fines benéficos. Hubo bandas que hicieron mucha música con la onda de Black Sabbath, entre ellas, la nuestra. Pero no traemos la plata que se estaba buscando. Sinceramente, no haber estado se sintió un poco raro.

-El de ustedes es un género que, aunque no es popular, todavía tiene la capacidad de captar público nuevo. ¿Qué dirías que es el doom hoy?

-Por momentos siento que esto del doom se volvió un poco mucho, pero voy a intentar darle una mirada positiva. Cuando encabezamos festivales del género, a veces pienso que las bandas nuevas sólo intentan tocar lo más lento posible. Por supuesto que hay algo de eso en el doom, pero debería haber más. Si bien somos una banda de metal que toca un poco más lento que las otras, tampoco es cuestión de dejar 20 segundos entre tono y tono. Podés tocar más, podés meter armonías. Podés hacer de todo, y aun así seguir sonando bien pesado, sólido y muy cool. El primer disco de Black Sabbath es doom metal y así lo entendemos nosotros.

-Más allá de lo evidente, ¿existen otras influencias ocultas en la guitarra de Candlemass?

-Sí, existen. Mi héroe es Ted Nugent. Él es la razón por la cual empecé a tocar. Después, Trouble, Anvil, Angel Witch, el primer disco de Venom… Si tuviera que elegir un solo disco para llevarme a una isla desierta, sería Never Mind the Bollocks, de Sex Pistols. Es mi disco preferido de todos los tiempos: ellos estaban haciendo algo que nadie más había hecho. Es exactamente lo que hicimos con Candlemass.  

Fuente: Pagina12

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