Mariano Magnífico: Elogio del buen hablar
«Hablen bien, no sean forros» es el grito de este influencer que es también actor, director, cantante, bailarín, se luce en obras como Mujer bonita y en su espectáculo La divina lengua.
«¡Hablen bien, no sean forros!» es el grito de guerra que Mariano Magnífico lanza en las redes, decidido a enseñar gramática, sintaxis y ortografía, pero sobre todo su correcto uso en la vida cotidiana, de las formas más creativas y divertidas. Actor, cantante, bailarín, director, escritor, investigador y comunicador, también «influencer del buen habla» -o algo así-, a sus 32 años ya tiene un recorrido en televisión y teatro que incluye espectáculos como Pretty Woman -donde se gana un lugar entre los protagónicos con su encantador personaje de botones, a puro baile y gracia- y en premiados musicales anteriores como Kinky Woods y Teresita: una vida de mierda, además de dirigir proyectos como el del trío muical y actoral Vox Popurri. Escribió un libro y montó un unipersonal que tematizan con humor su metier: La divina lengua.
«De familia docente» de Ramos Mejía, Magnífico (no es un nombre artístico, es su verdadero apellido) es licenciado en Letras con un master en Sociología de la Cultura -hizo también la carrera de Filosofía durante la pandemia, le falta una materia para recibirse- y ejerció muchos años como docente en secundarios de La Matanza. «Viste que está lo de ‘mi hijo el doctor’. Bueno, acá es ‘mi hijo el docente’, los tres hermanos ejercimos la profesión», cuenta. Pero también se formó como actor, y sobre todo como músico. Se animó a «soltar» la docencia cuando los frutos de esa formación comenzaron a rendirle para vivir, haciendo temporada con Aníbal Pachano en Carlos Paz, de donde volvió con un Premio Carlos como Actor Revelación.
Por entonces ya se habia lucido como coach de canto en Showmatch, trabajando con Pablo Ruiz, Miguel Ángel Cherutti y su «famosa» más recordada, Charlotte Caniggia. «El arte es lo más lindo que hay, actuar te salva de la psicosis: Poder prender un botón, ser otro, apagarlo y tomarte el 26 para volver a tu casa. Me encanta cambiar vestuarios, de la persona que va a la UBA a hacer una ponencia sobre Jean Paul Sartre al pibe que se viste de verde para hacer botones del hotel de Mujer Bonita en la calle Corrientes. Agradezco esa posibilidad que me da la vida», dice.
Pasión pedagógica
«Como tengo un instinto pedagógico, una pulsión pedagógica muy fuerte, empecé a hacer estos videos como un juego, en una época en la que la idea de ‘contenido’ no estaba tan en boga como ahora. Yo usaba las redes sociales para subir videos y fotos de los espectáculos que hacía, hasta que se me ocurrió hacer un video hablando sobre fechas patrias, y después otro sobre este concepto del ‘hablar bien’. Ahí inventé ‘la frase'», repasa.
«Hablen bien, no sean forros», es el caballito de batalla con el que Mariano agita a sus audiencias. «Yo siempre me digo a mí mismo, ¡no, qué forro que soy! El forro es el que puede hacer algo bien y decide no hacerlo, a sabiendas de que tiene todas las herramientas para hacerlo bien. De ahí sale el ‘hablá, bien forro'», explica.
De la popularización de esos videos a la propuesta de Editorial Galerna para que escriba un libro, hubo un paso natural, y así nació La divina lengua: «Una parodia de La divina comedia de Dante Alighieri, que es un viaje por el idioma, pero más que por el idioma, por la lengua misma, como un elemento intrínseco a los seres humanos, que nos permite vincularnos». Y del libro, al unipersonal que se llama igual, fue solo cuestión de otro paso lógico más.
Al libro lo escribió en Italia, de viaje al pueblo de sus abuelos, para hacer la ciudadanía. «Siempre digo que mi libro sobre el hablar bien lo escribí en un país donde yo hablaba como el orto, porque nunca había estudiado el idioma y me mandaba a hablar usando tres verbos», se ríe ahora. Impensadamente, la forma que encontró de costearse el viaje -«cantar canciones en la calle con un parlantito»- transformó el libro en un unipersonal: «Mientras escribía decía: ¡esto lo tengo que llevar al teatro! Pero nunca había hecho algo solo. Trabajar en la calle en Italia fue mi mejor escuela, me mostró que me podía animar a mandarme solo».
Moda circular
«En el libro hay por ejemplo un capítulo dedicado al lunfardo. Y yo dije, ¿qué voy a escribir? ¿Un tratado? ¿Una investigación sociológica? No, no, yo quiero escribir una milonga. Y escribí ‘La milonga de los porongas’, que está hoy en todas las plataformas. Eso lo tenía que llevar al teatro».
-En tiempos en los que se supone que el hablar bien es un saber devaluado, ¿por qué creés que prendió tanto lo que hacés?
-Creo que un motivo es justamente ese, que es un saber devaluado. Es algo que todos usamos, pero nadie sabe cómo. Algo sobre lo cual en otra época se hacía mucho foco, y hoy no tanto. Recuperar eso es tristemente novedoso. Porque yo decía, ¿cómo voy a hacer un video de esta estupidez? Pero después, cuando vos haces un video explicando que hay un «hacia» que va con H y C, una preposición, y un Asia que va con mayúscula y S, un continente, y ves que mucha gente te responde: ¡gracias, yo siempre tuve esta duda!, decís: ah, acá había algo.
Esa recuperación de un saber olvidado le dio una pátina como de moda circular: algo que volvió. Y después, yo siempre ironicé y satiricé esos lugares del saber, del «habla correcta», del saber bien enseñado. Entonces, siempre fue una ironía para mí la lengua desde un lugar moral. Ahí es donde aparece el humor, que es todo lo que me rige en la vida. Y puedo decirle a la gente: ¡hablen bien, hijos de puta, usen la lengua correctamente, la puta que los parió! Supongo que eso también fue novedoso. De hecho, muchos docentes me escriben: ay, qué buenos que están los videos, lástima que no se los puedo dar a mis alumnos porque dicen malas palabras… Yo les digo: si tus alumnos ya usan las malas palabras, y vos también, si existen, ¡hablen sobre eso, abrí el debate!
-El gran debate que abrió Fontanarrosa…
-Maravillosamente. En mi unipersonal y en mi libro hay un capítulo que le dedico a las puteadas, que son el invento más maravilloso de la creación artística de las personas. Hace unos años la RAE incorporó «pelotudo» como un insulto, pero para nosotros, era parte de la cultura popular argentina desde la época de los gauchos. No hay mejor invento que una mala palabra.
-También ironizás en tus videos sobre el «español neutro». Todo otro debate epistemológico…
-Siempre destaco que lo neutro peca de inocente, que lo neutro no existe. Ponderar las riquezas del español en sus regiones, en sus distintas formas de ser usado, ahí está un poco mi batalla. Y también, en que los humanos somos súper conscientes de que podemos hablar y escribir mejor. Hoy tenemos todo para hacerlo. Hasta tenemos una inteligencia más rápida, no sé si superior, pero más rápida que la nuestra, para ayudarnos. ¡Y somos unos hijos de puta si no lo hacemos!
-Si no es desde un lugar moral, ¿desde qué lugar es importante escribir y hablar bien?
-Desde un lugar de libertad. De conciencia. De no ser un ignorante, y evitar caer en la servidumbre. Si hablás bien, podés elegir, por ejemplo hablar mal, y que eso sea un juego compartido con otro. La lengua es un elemento social, algo que hemos construido históricamente todos, que hemos acordado. Sí acotamos su uso, nos volvemos más pobres, más limitados. Por eso digo que usar la lengua a piacere es un poco un signo de libertad.
* En lengua viva, concierto + bailongo se presenta el sábado 6 de septiembre, a las 22, en el recién reinaugurado Teatro Argentino (B. Mitre 1448).
* El unipersonal La divina lengua estará el 4 de octubre en el teatro Regina (Av. Santa Fe 1235) y el 10 de octubre en el teatro La Nonna de La Plata (Calle 47 Esq. 3).
* Vox Popurri actuará el 15 de septiembre a las 20 en el Teatro Argentino.
* El musical Pretty woman, protagonizado por Florencia Peña y Juan Ingaramo, va de miércoles a domingos en el teatro Astral (Av. Corrientes 1639).