Colapinto: Un balance en rojo antes del receso de la Fórmula 1

La Fórmula 1 llegó a su receso del verano europeo y, a esta altura del año, se puede hacer un balance de lo que ha sido la actuación de Franco Colapinto en los ocho Grandes Premios que compitió para Alpine, aunque no hace falta ser demasiado conocedor para darse cuenta que las expectativas del piloto argentino, por diferentes motivos y muchos de ellos sin responsabilidad alguna, no se colmaron. Algunas fallas propias, un auto lento, poco confiable e indócil y errores del equipo se conjugaron para que el corredor de Pilar nunca pudiera redondear un fin de semana completo ni se pudiera acercar a lo mostrado en Williams el año pasado.
Los números fríos indican que su mejor clasificación fue undécimo en Montreal y su mejor posición en carrera fue decimotercero, también en Canadá y en Mónaco. En cuatro de las ocho clasificaciones logró superar la Q1, mientras que en dos de las ocho pudo terminar por delante de su compañero Pierre Gasly. En carrera, la diferencia se achica a 5-3, aunque el francés sumó puntos en España, Spa y Silverstone, donde el argentino ni siquiera pudo largar por un problema en la transmisión.
El GP de Hungría podría ser un buen resumen de lo sucedido a lo largo del año. Un viernes con el auto por el fondo de la grilla, un sábado en el que se fue mejorando hasta meterse en la Q2 fuera de pronóstico y por delante de su compañero Pierre Gasly y una competencia para el olvido, con una mala largada y dos paradas en boxes increíblemente lentas para este nivel armaron la tormenta perfecta: Colapinto terminó sólo delante de Gasly, penalizado por un roce con Carlos Sainz, cuando por ritmo de carrera y una estrategia adecuada podría haber quedado cerca de los puntos.
Ahí parece estar la clave de los malos resultados del argentino: salvo en Mónaco, cuando finalizó 13°, Alpine nunca acertó con la mejor estrategia para Colapinto. Paradas en momentos inadecuados, elección de neumáticos equivocadas y prioridades para el piloto 1 se combinaron para no ayudar afuera de lo pista lo que el débil Alpine no podía conseguir adentro. Para colmo, el equipo no se caracterizó por un buen trabajo para devolverlo rápido al circuito, con lo sucedido el domingo rompiendo cualquier ilusión. El «oh, my god» de Colapinto después de estar parado más de diez segundo para volver a la carrera sintetiza el significado que tuvo.
La confiabilidad del auto tampoco fue un punto fuerte. La caja le impidió aspirar a una Q2 en España, cuando había estado por delante de Gasly todo el fin de semana, y el mismo problema lo dejó sin largar en Silverstone. Por el contrario, los errores más graves del argentino fueron en las qualy de Imola y de Silverstone, donde chocó en la Q1 y no pudo seguir avanzando. En definitiva, más allá de algunos puntos a destacar, el balance todavía da en rojo, aunque más por las prestaciones del Alpine que por problemas del piloto.