Sabina Urraca: «Estoy dispuesta a casi todo en nombre de la ficción»

La autora y editora española dinamita el lugar común de la escritura literaria en el primer libro que edita en Argentina. En el texto, saca los trapitos al sol de los problemas que enfrenta una escritora “poliquística” como ella, a la que se le ocurren tantas ideas que el efecto atascamiento termina conspirando contra la intención primaria.
Los diarios de escritores destilan el encanto ambivalente de “la vida al desnudo”; una escritura habitada por las experiencias, las emociones, los deseos, las intuiciones, pensamientos o sueños. La escritora y editora española Sabina Urraca dinamita el lugar común de la escritura literaria en Diario de novela, publicado por Bosque Energético, una editorial argentina dirigida por Eugenia Pérez Tomas y Andrés Gallina. El libro saca los trapitos al sol de los problemas que enfrenta una escritora “poliquística” como ella, a la que se le ocurren tantas ideas que el efecto atascamiento termina conspirando contra la intención primaria. Pero en el caos y lo torrencial que surge del desvío encuentra otras formas de aproximarse a la novela.
¿No es acaso el diario la mascarada que puede adoptar la narrativa de ficción fragmentaria? “Escribir es un antídoto para un veneno que llevamos siempre dentro. Escribir acalla ese ruido venenoso, pero, como buen antídoto, se trata en realidad de otro veneno”, dice Urraca (San Sebastián, 1984), autora de las novelas Las niñas prodigio, Soñó con la chica que robaba un caballo y El celo. Escribir antes es la versión que publicó la editorial Comisura en España, que es muy diferente a la edición argentina de Diario de novela. Como editora debutó en 2019 con Panza de burro, de la escritora canaria Andrea Abreu, publicado en la editorial Barret.
“Mis diarios cada vez narran menos cualquier detalle de la cotidianidad y se centran en los detalles superfluos o las ideas que vienen de la nada y que jamás desarrollaré. Si la literatura es un sangrado leve y constante, el diario evita los trombos y las grandes hemorragias incontenibles. Los diarios me equilibran”, reconoce Urraca y enumera una serie de diarios de otros escritores que leyó, los del español Rafael Chirbes (1949-2015) o de autores argentinos como Diario de limpieza, de Matías Moscardi, o el Diario Inconsciente de Santiago Loza; hasta los diarios de Susan Sontag, pasando por el Instagram @queri2_diario, que recoge fragmentos de diarios infantiles y adolescentes, principalmente de chicas. “Hace unos días publicó un fragmento glorioso. Decía así: ‘Querido diario: Ya me cansé de contarte todo lo que hago’”.
-¿Te podrías definir como una escritora “poliquística” a la que se le ocurren tantas cosas que se atascan y no escribe ninguna en absoluto, o esa posible definición es más bien una construcción deliberada que propone “Diario de novela” sobre la escritora que está intentando escribir una novela?
-Creo que ahora mismo ya no puedo responder a esta pregunta de forma fiable. Cuando escribo en el diario, siento que todo lo que digo es real, atinado, que describe exactamente lo que sucede (aunque a veces, en esa escritura diaria de lo que se supone cotidiano y sincero, se cuela la ficción). Pero el proceso de editar un diario supone un paso de tiempo, cambios, reescrituras. Finalmente, como bien sugieres en tu pregunta, te encuentras trabajando con la voz de una persona que ya no eres. Te encuentras con un personaje que no eres tú. Tengo algunos rasgos de ese personaje, y a veces sigo tendiendo a ese tipo de pulsión “poliquística”. Pero precisamente los diarios, la escritura constante, soltar ideas que jamás desarrollaré y ponerles título, me ayudan a desatascar ese posible colapso.
-Aunque la escritora que escribe “Diario de novela” busca luchar contra ciertos lugares comunes de la escritura pareciera que a veces se le filtran frases como esta: “no hay ningún capítulo escrito como debe ser”. ¿Qué sería escribir una novela “como debe ser”?
-Te puedo decir que intento huir de lo que, por intuición, voy sintiendo como “lo que debe ser”. En el caso de Escribir antes, cuando menciono ese “como debe ser”, me refiero a los lugares de escritura, a la forma en la que se presupone que se debe escribir. La gente habla mucho de “cuando tenga tiempo de ponerme con mi novela” o “a ver si saco tiempo para escribir”, y se tiende mucho a idealizar un espacio de trabajo privado, romantizado, libre de distracciones. Yo creo que ese “tiempo adecuado para escribir una novela” y ese espacio semisagrado no existen. Que debemos robarle escritura a la vida cotidiana, escribir en metros, buses, parques, fiestas, en mitad de la calle. La escritura, en mi opinión, no va a brotar cuando existan las condiciones adecuadas. Hay que desromantizar las condiciones de escritura. En ese sentido, no me interesa nada escribir un libro “como debe ser”.
–La madre es uno de los personajes de “Diario de novela”, un personaje que desea que su hija deje de escribir autoficción. ¿Por qué molesta o incomoda la autoficción? ¿Acaso porque esa mujer necesita que la hija escriba como ella cree que “debe ser”, es decir que escriba ficción como sinónimo de invención, de fabulación, de imaginación?
-Supongo que la madre tiene miedo porque la hija posee ese altavoz que puede decir cualquier cosa en cualquier momento. Es muy difícil, cuando se escribe, no tomar frases y rasgos de la familia, que es nuestra primera inspiración, son los primeros personajes que vemos frente a nuestros ojos. Pero claro, nadie quiere leer frases suyas en boca de personajes de ficción. Hay un temor constante al escándalo, a verse expuesto y desnudo frente a los lectores. Yo, en mis libros, nunca retrato personajes reales, pero sería estúpida si no aprovechase las grandes historias de vida, las frases duras, maravillosas, cómicas, que he oído desde niña. Soy partidaria de usar todo lo que sea necesario en favor de la historia. Y también de ficcionar todo lo que sea necesario en favor de la historia. Pero claro, hay gente en mi familia que, sin manifestarlo del todo, me teme. Debo decir que, cuando escribo, no soy buena persona. Estoy dispuesta a casi todo en nombre de la ficción.
– “Cuando era camarera, la invisibilidad era la virtud que se nos animaba a alcanzar”, se dice en “Diario de novela”. ¿El problema de “escribir después” sería que a una escritora, especialmente a una mujer, se le pide la mayor visibilidad posible?
-La invisibilidad del escribir antes era la magia que permitía escribir sin miedo, sin pensar en gustar ni contentar a nadie. No había planificación, sólo juego. En el “escribir muy después”, cuando la escritura se ha transformado en mi modo de vida, me he sentido algunas veces agotada por la necesidad de mostrarme, de hablar en público, de asistir a esa parte social de la industria literaria. Aunque me divierto en ese faranduleo que acompaña la vida literaria. Me gusta compartir la vida con compañeras que se dedican a lo mismo, que escriben, que piensan. No me gustan tanto ciertas entrevistas en las que sólo se busca carnaza, titulares sacados de contexto, trazos gordos y bruscos de algo tan delicado como es levantar un mundo imaginario por medio de la escritura. Me aterra escucharme en la radio y en la tele. Y, al mismo tiempo, hago todas estas cosas constantemente y disfruto de todo ello en cierta medida. Pero constantemente pienso que en algún momento habrá que parar esa parte de la vida literaria que consiste en mostrarse. Siento que ofrecer tanto contenido, hablar en charlas y presentaciones, finalmente desemboca en decir muchas tonterías, cosas que en realidad no piensas del todo. Creo más en el reposo de las ideas y el recogimiento, aunque muchas veces mi temperamento me juega malas pasadas en el sentido completamente opuesto.