Sebastián Macchi relee a Spinetta, Páez y García

Como «una forma de agradecimiento», el pianista tomó canciones de tres compositores clave del rock argentino. Lo presenta en agosto en Hasta Trilce.
Buscaba
Sebastián Macchi una forma de nombrar el homenaje al piano que le haría a Luis
Alberto Spinetta, Charly García y Fito Páez. En un momento apareció Santísima
Trinidad, pero se esfumó tan rápido como emergió. Cambió raudamente. Primero
por Suprema Trinidad –tampoco prosperó- y finalmente por Divino Profano,
porque así se lee como una realidad menos muerta. “Como cantan Chico Buarque y Gilberto
Gil en su canción ‘Calice’, la idea derivó en nombrar esto de que en una
fuerza humana visceral, sensual, pecaminosa y rebelde, también podemos hallar
la condición de lo sagrado, lo sublime, lo eterno o de algo que nos religa y
eleva. Las músicas de los tres y su legado son cabal prueba de ello”, asegura el
avezado pianista y compositor ante la inminencia de un concierto (jueves 7 de
agosto en Hasta Trilce, Maza 177) en que interpretará versiones instrumentales de los
tres titanes del rock argentino, a piano solo.
Esa noche, Macchi hará cuatro por cabeza, puntualmente,
pero solo revela una de cada nombre. “Credulidad”, de Spinetta; “11 y 6”, de Páez, y
“Hablando a tu corazón”, de García. “Intenté reunir melodías que están en el
inconsciente colectivo argentino y que, incluso desconociendo autor u obra,
mucha gente las podría reconocer y silbar. Más vale que se trata de una forma
de agradecimiento por tanta inspiración y un homenaje a ellos, pero también a
nuestra música popular, a nuestra cultura tan vapuleada, tan desvalida, pero
tan inmensamente rica”, dice el músico.
La idea del
tributo a la tríada madre del rock argentino le surgió a Macchi por la vía
materna. Sebastián quería estudiar guitarra eléctrica, pero
a su madre le sugirieron que estudiara piano. “Charly y Fito son pianistas, pensé
yo en ese momento, así que ¿por qué no?”, evoca. “Quiero decir con esto que sus
músicas y las de Luis metieron sus raíces en lo más hondo de mi corazón. Son
como una piedra fundamental para mí, y me la paso volviendo allí… Ya he
grabado alguna canción que otra suelta en mis discos y suelo tocar versiones en
vivo, y este proceso natural me llevó a la idea de asumir un repertorio, poder
profundizar más y entenderlo como un todo”, profundiza.
-¿En qué
sentido lo divino y lo profano aúnan a los tres?
-Creo que los
tres pudieron desplegar su propio don, y eso es algo de orden divino, no es un invento del mercado ni un capricho del ego. Cada uno a
su manera sembró una semilla en nuestra tierra ligada a esta fuente, y alzó su canto
hasta el cielo. Pero al mismo tiempo, ese canto fue expresión de un tránsito
intenso por un mundo intenso, plagado de humanidad, con toda la mierda que eso
implica, con todo lo sucio o lo marginal.
Macchi se
espejó para el tributo en lo que hace Brad Mehldau con canciones de Nirvana,
Radiohead, Nike Drake y The Beatles. “Me conmueve cuando la música se eleva por
sobre las fronteras, y no me refiero solo a lo estilístico”, afirma el músico,
tras definir al pianista estadounidense como un maestro con una hermosa capacidad
de transgresión. Al respecto, el tratamiento que Macchi piensa darle a las
versiones de sus propios referentes no dista demasiado de aquel, pese a su
noción de respeto. “El respeto principalmente va en aprenderse bien la melodía,
la forma, la armonía e incluso la letra, y lo iconoclasta tal vez consista en
haberme puesto a la par de ellos y dejar que interactúe también mi propio universo
musical, mi propia paleta, que va mas allá de lo suyo o del rock”.
Algo de ello
hay en Seba Macchi Colectivo Baldío, disco
venidero del pianista, que además se encuentra preparando una gira por Europa cuyo
propósito es presentar una serie de piezas para violín y piano “de impronta más
académica”, que grabó a dúo con la violinista catalana Laura Urteaga, y que
será publicado bajo el nombre de Abismario.