Clémence Pun y el sabor artesanal de la animación stop motion

En el marco de Suiza Pop, entre el 23 y el 27 de julio en el Centro Cultural San Martín se verá una retrospectiva con todos los trabajos del estudio. Uno de ellos, La vida de Calabacín, fue nominado al Oscar en 2016.
El ideario colectivo ubica a Suiza como el reino del orden, la organización y la puntualidad. Pero la realidad es mucho más amplia que esos lugares comunes, como demuestra el hecho de que su economía ha sido reconocida durante catorce años consecutivos por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual como la más innovadora del mundo, lo que incluye al cine en general y a la animación en particular. Bien lo sabe Clémence Pun, una de las cabezas del estudio especializado en animación y stop motion Hélium, que en 2016 se anotó una nominación al Oscar a Mejor Film animado con La vida de Calabacín. Pun visitará la Argentina para acompañar las proyecciones de ese largometraje y de los varios programas de una retrospectiva con todos los trabajos del estudio en el Centro Cultural San Martín. Será en el marco de Suiza Pop, que entre el 23 y el 27 de julio desarrollará diversas actividades relacionadas con las industrias culturales del país europeo.
Pero asistir a esas funciones no será la única obligación de Pun en la Argentina. También ofrecerá una masterclass sobre el arte de crear animación, una charla especial sobre cómo se hace una película animada y varios talleres, entre los que se destaca uno de stop motion junto al colectivo Moco. “Vamos a trabajar juntos para hacer escenas de stop motion para niños”, dice Pun en diálogo con Página/12. “Hacer una película como Sauvages o La vida de Calabacín es realmente difícil porque necesitás mucha gente, pero el stop motion es en realidad bastante fácil de hacer por tu cuenta: todos lo intentamos con, por ejemplo, ladrillos Lego o arcilla. Cualquier que esté en el taller podría hacer eso en su dormitorio”.
-¿Qué significó para Hélium haber conseguido una nominación al Oscar?
-Yo no estaba trabajando aquí en ese momento, así que personalmente no lo sé. Pero siempre es interesante tener el foco de atención en vos. No solo en la empresa o el país, sino en el stop motion en general. El éxito que tuvimos con La vida de Calabacín nos ayudó mucho a financiar nuestras películas posteriores. Sauvages fue más fácil de financiar. Es como que ahora ya no tenemos que demostrar que sabemos cómo hacerlo sino simplemente tener una historia lo suficientemente buena.
-¿Hacer una película en stop motion es un gesto contracultural en estos tiempos digitales? ¿Por qué un director o directora elige esa técnica en este contexto?
-Depende de los directores. Creo que todo el mundo tiene una opinión diferente al respecto. Con lo que seguramente estemos de acuerdo es que amamos las cosas hechas a mano y las artesanías, amamos trabajar con comida, con objetos, con telas. A nosotros nos encanta este aspecto de taller inmersivo, algo a lo que no podemos acceder con el dibujo digital. También nos obliga a reducir la velocidad de nuestras vidas para dedicarnos a un proceso tan lento y largo de desarrollar.
-¿Cuál es el rol de un productor en el campo del stop motion? ¿Es muy distinto al de una película de animación tradicional o con actores?
-Es casi lo mismo. Generalmente comenzamos a trabajar con los directores cuando tienen las primeras ideas, los primeros dibujos de su nueva película, y continuamos en todo el desarrollo. A partir de ahí, hacemos el presupuesto y encontramos el dinero, así que no hay diferencia entre el stop motion y otras técnicas de animación. Lo que cambia es el rodaje, que es más parecido a una película con actores, aunque mucho lento. Tenemos que estar en el set para trabajar con personas que están realmente allí, no en una computadora. Tal vez la relación con la gente es un poco más importante en la animación stop motion. El resto va a depender del tipo de productor que seas. A mí, por ejemplo, me gusta trabajar durante la fase de desarrollo, leer todas las versiones de los guiones, dar devoluciones, etcétera. Otros, en cambio, son más productores financieros, por lo que están allí para encontrar el dinero y luego le pagan a la gente para que ayude al director a encontrar una buena dirección.
-¿Cuáles son las claves que explican el reconocimiento de Suiza como el país con la economía más innovadora del mundo?
-No soy una especialista en economía, pero, al menos para el cine y la animación, que son dos de las áreas más tecnológicas de la industria, tenemos un país que funciona bastante bien en materia de fondos. Hay un buen sistema de financiación que nos permite dedicar una buena cantidad de tiempo al desarrollo de cada proyecto. A veces nos falta cuando se trata de producción, pero para los desarrollos podemos conseguir dinero que nos permite dedicar el tiempo necesario. Además, en general en Suiza hay una tradición de nuevas empresas que son mundialmente conocidas. Nos gusta encontrar buenas formas de hacer las cosas, de hacerlas más eficientes.
-¿Y cuál es la relación entre el cine y las políticas públicas?
-Ellos tienen que ayudarnos, pero a veces tenemos la sensación de que quieren que apoyemos al ejército más que a la cultura. Por supuesto, entiendo que en nuestro mundo la cultura no sea la mayor prioridad. Acá existe el Fondo Nacional de Cine y también son muy importantes las regiones y los cantones. La televisión nacional también le está dando mucho dinero a la animación: hace dos años, por ejemplo, duplicó el monto, así que la combinación de ellos puede hacer que funcione. Realmente necesitamos a todos, pero no es fácil hacer evolucionar al Fondo Nacional de Cine porque es un departamento nacional y todo lo relacionado con su funcionamiento tiene que ser votado por la gente. Las regiones, los cantones y la televisión son un poco más rápidos para cambiar las leyes y la regulación, lo que hace que puedan adaptarse un poco mejor a las novedades de nuestra industria.
Suiza Pop
Evento interdisciplinario
Impulsado por la Embajada de Suiza en la Argentina, Suiza Pop se presenta como un evento interdisciplinario en el que diferentes artes, como la animación, los videojuegos, las artes visuales y la literatura infantil, son el epicentro de proyecciones, talleres, reuniones de industrias creativas, conferencias y actividades familiares. Si bien se llevará adelante entre el 23 y el 27 de julio principalmente en El Cultural San Martín (Paraná 310), habrá actividades adicionales en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) y la Alianza Francesa (Av. Córdoba 946), todas con entrada libre y gratuita. Las proyecciones de La vida de calabacín están pautadas para el jueves a las 19, el sábado a las 18 y el domingo a las 16, mientras que el viernes a las 15 y el sábado a las 19.15, siempre en el complejo céntrico, se verá Sauvages. El primer programa de cortos de Hélium se exhibirá el jueves a las 18 y el segundo, el domingo a las 19.30.