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A 30 años de «Sueño Stereo», el comienzo de la despedida de Soda

Tras una necesaria pausa por las tensiones surgidas en la gira de «Dynamo», Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti volvieron al estudio para un disco que supo conjugar un sonido clásico con la experimentación electrónica.

Soda Stereo eligió el solsticio de invierno de 1995 para publicar el que a la postre fue su último disco de estudio: Sueño Stereo. En coincidencia con ese día, el pasado sábado en el Centro Cultural Artlab, en el marco del ciclo Audiófilo (dedicado a repasar elepés esenciales de la cultura pop), se revisitó tamaño repertorio en vinilo. Este séptimo trabajo recién vio la luz en ese formato en 2015, y como álbum doble, porque originalmente apareció en CD y casete. El dato lo aportó Charly Alberti, baterista de la banda, quien fue de la partida en el conversatorio previo a la escucha; evento que sirvió para celebrar los 30 años de un material que, a pesar de que fue un éxito y evidenció el clímax creativo de la banda, no pudo impedir la separación del trío.

“Sueño stereo fue un proceso que básicamente nos llevó a otro lugar, con respecto a lo que estábamos acostumbrados a hacer. Nosotros, con esta obsesión de ir un paso más allá, generábamos estos cambios tan profundos que había de un disco a otro. Quizá donde menos eso se puede notar, porque son cercanos sonoramente, es en Signos y Nada personal. Pero eso pasó porque estábamos empezando a salir con nuestras primeras grandes giras, y los tiempos se nos complicaban mucho. Y vos necesitás un pequeño espacio mental para bajar la data”, explicó el músico. “Nosotros veníamos de hacer Dynamo, cuyo primer impulso sonoro lo llevé yo, tras hacer el disco Plum (con Deborah del Corral). Más allá de eso, Sueño Stereo nos puso en un lugar de ‘reset’”. (N. del E.: la aseveración llamó la atención de varios asistentes que recordaban que Dynamo se editó en 1992 y Plum en 1995)

Al momento de definir la dirección del disco que estaban por preparar, la decisión se tomó de forma diferente a la de sus otras producciones. “Siempre teníamos charlas sobre lo que estábamos escuchando o alguien venía con algún sonido. En este disco no se dio eso, y nos pusimos a hacer una revisión de nuestra historia. Y pensamos que, en vez de ir para adelante, era mejor revisar todo lo que quedó”, evocó Alberti. “Al terminar un disco, difícilmente lo volvés a escuchar. Pero cuando venía en el auto, revisé los temas, para tratar de acordarme de algunas cosas, y hay bases que fuimos arrastrando. Hay cosas que no podés terminar, porque no le encontrás la vuelta para que eso se vuelva un tema. Entonces te quedan segmentos que vas guardando. Años después, escuchás eso con otra cabeza. Así fue la exploración en este caso”.

Aunque canciones como “Disco eterno” fueron una consecuencia de situaciones lúdicas. “Gustavo de pronto estaba jugando con los delays, y a eso le metí el ritmo. Así surgieron muchas otras cosas, porque nos poníamos a probar con las máquinas. De esa forma, nacieron los dos últimos temas (se refiere a “X-playo” y Moirè”), que básicamente iban a ser parte de otro álbum”, revela el baterista. “La idea de ese disco era boludear con las máquinas, y en ese ‘dale, grabá’ componíamos tocando los tres juntos. Nos mirábamos y sabíamos a dónde teníamos que ir. Éramos un ente. Los temas salían de la sala, y Gustavo les ponía una letra. ‘Planeador’, que surgió en esas sesiones, nació en una zapada. De hecho, hace poco encontré dos temas completos de esa etapa que no tienen letra”.

Por más que la exploración sónica y la psicodelia son los principales fundamentos del álbum, lo que los llevó a ahondar en la música electrónica (algo inédito en su obra hasta ese entonces), Sueño Stereo es un disco en el que se nota asimismo la influencia de The Beatles, en especial de su disco Revolver (1966). Por eso no es fortuito que esa palabra -que ya había aparecido en «Séptimo día» de Canción animal como doble sentido entre el título del disco y el parlante rotatorio Leslie del órgano Hammond- se haya instalado en el single “Ella usó mi cabeza como un revólver”. Mientras que musicalmente ese impacto se puede notar en “Superstar” (al igual que “Planeador”, “Coral” y el instrumental “Sonoman”, fue a parar al unplugged Comfort y música para volar, lanzado al año siguiente), que tomó prestada la melodía de “She Said, She Said”. En tanto que el bajo de “Paseando por Roma” se basó en el de “Taxman”.

“Cuando hacés los demos de los temas, les ponés cualquier nombre”, expresó el ex integrante de Soda Stereo, cuyo otro miembro sobreviviente, el bajista Zeta Bosio, saludó a los participantes y asistentes de la escucha, desde Miami, pantalla mediante. “Me acuerdo que estaba mi hermano Andrés, que era asistente, y dijo: ‘Este tema parece como si estuvieras paseando por Roma’. Y lo dejamos, para cambiarlo luego. Nunca se cambió porque no sabíamos cómo ponerle”. Otro rasgo que Alberti destacó en el mano a mano fue la disciplina de la banda: “Nosotros ensayamos todos los días, excepto que estuviéramos de gira. Si no, entrábamos a la sala a las 2 de la tarde y nos íbamos a las 8 o 9 de la noche. Incluso cuando salíamos de joda hasta tarde, veníamos a la sala y tocábamos lo que podíamos”.

A comienzos de 1995, a tres años de la salida de su último disco, Dynamo, y luego de dos años de distanciamiento entre sus integrantes, Soda Stereo se reunió para tantear su vínculo. Sólo habían pasado algunos meses desde la muerte de Tobías, el hijo menor de Zeta (tenía 3 años), a raíz de un accidente de auto que derivó en una explosión. Estaba yendo al jardín de infantes junto a una apoderada (estaba al frente del volante) y Simón, el mayor de los vástagos, el otro superviviente. Aunque sufrió quemaduras en la cara que necesitaron varias operaciones y un largo tiempo de recuperación. “El día más triste de mi vida fue cuando enterramos a Tobi en el cementerio de San Fernando, en la bóveda de mi familia”, escribió el bajista en su autobiografía Yo conozco ese lugar.

Así que, como bien le contó Gustavo Cerati a Página/12 en una entrevista firmada por Eduardo Fabregat en 1995, “buscamos formas de volver a ensamblarnos porque estábamos fuera de ‘training’… Creo que a nosotros nos pasó como a esas parejas que tuvieron una pasión muy grande y que después queda sólo sexo”. Más tarde, el frontman, en alusión al último recital de la gira de Dynamo, detalló: “Teníamos problemas de relación y comunicación, y habíamos llegado a un cansancio a todo nivel: de trabajo, humano, y después de ese show yo no veía más nada”. A partir de esa circunstancia germinó el título del disco. Ante la incertidumbre sobre el futuro del tridente más popular de Latinoamérica, y debido a que llegaron a no soportarse entre ellos, existía el sueño, la idea del grupo en otra realidad.

Dynamo significó el fin de una etapa, en todos los sentidos. Y es que su estética sonora fue un viaje sin pasaje de retorno. “Fue muy fuerte”, alegó Zeta en esa entrevista. “El sonido de Dynamo impactó en todo el resto del material del grupo, en esa gira tocábamos ese sonido en todos los temas. Hicimos un repertorio donde pudiéramos sonar de esa manera todo el tiempo. Estábamos avasallados por esa manera de tocar. Era lo que más queríamos hacer”. A lo que Cerati agregó: “El sonido era en sí mismo una canción, domina el juego, la idea de las canciones. Eso está muy bien como manera de experimentar una cosa nueva, con respecto a lo que veníamos haciendo, pero nos faltaba un poquito de alma, de profundidad. Y en Sueño Stereo buscamos despojarnos de la forma más intencionalmente”.

Ese despojamiento también impregnó a las letras del disco, en las que Cerati llevó a la metáfora hasta un lugar nunca antes explorado, al borde del metadiscurso. De lo que puede dar fe una canción como la wendersiana “Ángel eléctrico”, donde el músico apeló por la corporeidad de lo abstracto en la dermis del sonido para establecer la tensión entre realidad y virtualidad (el vocablo y la retórica la presentaron por primera vez, en 1994, los investigadores Paul Milgram y Fumio Kishino, lo que denota una vez más el pulso vanguardista del líder de Soda). “Enredado en cables, estoy al filo de la resignación. Debe ser el hábito de esperar que algo quiebre el unísono”, versa el tema. Al tiempo que en “Planta” canta: “En el aire reverbera el ansia de mi voz”, y en “Efecto doppler” ensarta: “Oye la frecuencia decaer, cada vez que me dejas”.

“El término ‘Sueño Stereo’, como globalizador de lo que estábamos haciendo, surgió cuando empecé a hacer las letras”, contó entonces Cerati. “Estaba trabajando en ‘Disco eterno’, y apareció la frase (‘Abrir el sueño stereo, crear la dimensión’). No sé cómo, pero lo relacioné con las vidas paralelas, con la posibilidad de vivir sueños compartidos, incluso en la lejanía. ‘Sueño, stereo, Soda Stereo’, muy autorreferencial. Las letras empezaban a hablar de relaciones de pareja, de lejanía y de cercanía. En principio, el juego de palabras me cerró, lo propuse y quedó. Me encantó la idea, y lo que significaba con la historicidad del grupo. En Chile, mientras preparaba mi disco (Amor amarillo), tenía la sensación de que era parte de un grupo que no estaba dando frutos, y que no sabía si los volvería a dar”.

Durante su temporada sabática en la capital chilena, Cerati probó con samples y la máquina de ritmos Akai MPC60 en su debut solista. “‘Pulsar’ (tema de ese material) es una declaración de principios sobre la apropiación de la música electrónica en su propuesta”, le manifestó Tweety González a este medio en 2013. En el otro lado de la cordillera, el artista ahondó en esta veta cuando se sumó al proyecto Plan V, en el que se asoció con músicos y productores de la movida electrónica santiaguina. No obstante, previamente unió fuerzas con Daniel Melero para consumar uno de los puntapiés iniciales de la electrónica para las masas en la Argentina: el disco Colores santos (1992), cambiando para siempre su lectura de la música. Todo este bagaje sirvió de antecedente para la manufactura del inminente trabajo del trío.

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A lo largo de dos años, el grupo confeccionó 25 temas, que originalmente iban a ser parte de un álbum doble: el primero de canciones estándares y el segundo orientado a la música electrónica. Pero la disquera, debido a la inactividad de Soda, rechazó la propuesta. Es por eso que tuvieron que sintetizar toda esa inventiva en un solo disco. “Nuestras incursiones musicales en el techno, el ambient o cosas así, para muchos son una mala palabra”, se lamentaba Cerati. “¿Cuánto va a durar eso? ¿Cuánto va a tardar esa persona en darse cuenta de que las cosas se tienen que mover? Lo bueno de nosotros es que no pregonamos ningún purismo”. Al respecto, Zeta, que en el disco estuvo igualmente detrás de los samples y programaciones, aportó: “Aparentemente, esto fue lo que más escozor causó. Si fue pecado, no fue mortal”.

Producido por Cerati y Zeta, el álbum lo grabó Eduardo Bergallo (actual arquitecto sonoro de El Mató a un Policía Motorizado) en Supersónico, estudio propiedad de la banda. “Ese disco coincidió con una intención mía de hacer algo sónicamente distinto para el grupo”, evocó recientemente Bergallo. “Les propuse hacer algo más acústico, que se escuchara a Charly Alberti como en la sala. Eso marcó el audio con respecto a Dynamo, porque ahí la batería estaba más enterrada”. Mientras que las cuerdas (dos violines y cello) fueron registradas en el estudio Moebius. “Había una idea parecida a ‘Laura va’, de Almendra, y se buscó a Rodolfo Alchourron, a cargo de eso en ese tema. Como no se lo encontró, llamamos a Alejandro Terán, quien era amigo”, repasó el ingeniero de sonido. “Estuvo buenísimo lo que hizo”.

Una vez que se definieron las 12 canciones del repertorio, la banda y Bergallo viajaron a Londres (otra opción era Italia) para mezclar y masterizar el disco en Matrix, estudio donde ya habían trabajado Björk, Ride, The Smiths y Marianne Faithfull. Allá se sumó el ingeniero de sonido inglés Clive Goddard (lo invocaron por su labor con Jesus Jones). “En Matrix terminamos de grabar las voces, porque Gustavo nunca terminaba las letras a tiempo, y algunas percusiones”, detalló Bergallo. “Gustavo era de estar bastante en el estudio, porque tenía que cantar, pero por ahí se tomaban un rato y salían”. Pese a que la agenda era ajustada, lo que coincidía con los horarios de los shows en esa ciudad, los músicos asistieron al festival de electrónica UK Tribal Gathering, en el que llegaron a ver a 808 State, Orbital y Moby en pleno auge. Allí, además, realizaron un especial para el noticiero Semana Rock de MTV Latino, con entrevistas del periodista argentino Javier Andrade.

Mientras eso sucedía en Europa, en Buenos Aires los diseñadores Alejandro Ros y Gabriela Malerba ultimaban la tapa y el booklet del álbum (el tándem ya había sido convocado en Dynamo). “La idea inicial de Gustavo era hablar de una pareja”, le confesó la dupla a este diario en 1995. “Él tenía un grabado antiguo con una pareja que tenía los sexos difuminados, y trabajamos mucho en eso y también con otra imagen de gemelos”. La distancia no fue impedimento para hacerle seguimiento a la evolución del arte del disco, al punto de que hubo charlas telefónicas con Inglaterra sobre cada idea que surgía. Al final, el concepto de lo “stereo” recayó en esos espermatozoides atacando a los parlantes, respaldado por imágenes como la de las esposas forradas de piel, para darle al matrimonio una identidad de “cárcel suave”. El dato más llamativo relacionado con el diseño del dúo argentino fue la evidente «inspiración» que tomó Blur, cuando hacia fin de año filmó el video de su single «The Universal» con la misma idea de parlantes acolchados.

“Paseando por Roma” era a priori la canción radiable de Sueño Stereo (protagonizó el contrato más oneroso del rock argentino, con un adelanto de un millón de dólares que le permitió a la banda trabajar holgadamente), a razón de que es uno de pocos temas con estribillo. Pero había dudas sobre su impacto. Hasta que en un ensayó apareció “Ella usó mi cabeza como un revólver”, desdoblamiento de grunge y britpop devenido en el primer corte promocional del álbum. Se estrenó el 3 de abril de 1995, escoltado por tres singles más: el country sideral “Zoom”, el funky onírico “Disco eterno” y el power pop “Paseando por Roma”. El único vestigio de Dynamo (álbum en el que llevó la investigación sonora hasta los límites) fue “Ángel eléctrico”, convirtiéndose a su vez en el puente para el desenlace electrónico del álbum.

El 8 de septiembre de 1995 se produjo el primero de los nueve recitales con los que Soda Stereo presentó su entonces flamante disco en el Teatro Gran Rex. Meses más tarde, en noviembre, el grupo encabezó un festival para celebrar el aniversario 113 de la ciudad de La Plata. Según una crónica del show publicada por Página/12, al evento asistieron 200 mil personas. El trío. que a la hora de presentarse en vivo nunca se quedaba en ese número, se encontraba acompañado por Tweety González y Fabián Quintiero en teclados, al igual que por un cuarteto de cuerdas. Y, en calidad de invitados, subieron a cantar Marcelo y Julio Moura. Al año siguiente, luego del final de la gira y la grabación del unplugged en Miami, la banda encaró el primer show de un artista argentino transmitido por Internet, actividad organiza por el programa radial Cuál es.

“Nosotros tenemos cierto prejuicio con ser el centro de todo, eso que pasa cuando un grupo es muy popular. Pero todo lo que pasa en el centro siempre es menos interesante que lo que pasa alrededor. Y en eso no cambió la cosa, pero sí el marco de referencia”, señaló Cerati poco después de la salida de Sueño Stereo. “También me pasa que hay un espacio que el grupo ocupa dentro de la música que no lo ocupó otro. Dentro del pop, ese pop que se puede mover y que es un poco más amplio que el rock. Sinceramente, creo que estuvo muy bastardeado en este tiempo, a un nivel insoportable. En los últimos dos o tres años, se escuchó en los medios la peor música. Es mi impresión. Eso no sucedió en los años 80, donde todo el mundo se quejaba de la frialdad. Argentina es un país que nos impresiona todo el tiempo”. 

Fuente: Pagina12

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