Casiana torres: la música que mira el horizonte
El trabajo de la intérprete nacida en Tierra del Fuego fue nominado a los premios Gardel en el rubro Mejor Álbum de Folklore.
Honesta, Casiana Torres admite que adjetivarla como referente de la música surera le queda grande. Que “apenas” se considera una cantora que abraza tal repertorio con muchísimo amor y admiración, dado que para convertirse en referente del género también le hace falta tocar la guitarra. Viene al caso –porque la completa- que en eso están Martín Castro y Juan Martín Scalerandi. En eso, y en los arreglos de las diez piezas que habitan Soy milonga-Romance de la llanura, flamante disco de la talentosa cantora nacida en Tierra del Fuego fue nominado a los premios Gardel en el rubro Mejor Álbum de Folklore.
“Soy una cantora que ama la guitarra y el sonido de la guitarra argentina”, retoma y argumenta: “El canto de la llanura es un canto muy sentido que no le teme al silencio y a esa respiración que tiene la melodía cuando las guitarras danzan con ella, quiero decir. Es un canto que además me atraviesa como me atraviesa su geografía, la lontananza y la estepa. En esta Argentina tan larga, tan bicontinental yo como fueguina miro, miré y debo mirar ese horizonte…nací frente al mar, nací al canto frente al horizonte, y eso ya me signa”.
Guitarra y voz trascienden juntas, pues, en un asertivo páramo sonoro de ayer y de hoy que conjuga estilos como “Pero que lindo al regreso”, de Omar Moreno Palacios con milongas (“Romance de la llanura”, del tándem Peñalva-Vidal), rancheras (“Raíces”, de Villalda Bustamante), y huellas tales como “La cuatrereada”, compuesta por Hamlet Lima Quintana y Eduardo “Negrín” Andrade, en la que interviene la voz invitada de Lucía Ceresani. “La tierra y el compromiso con los hombres y mujeres que las habitan y dignifican es lo primero que se me ocurre para definir estas músicas, porque creo en el horizonte, lugar de reflexión, emoción y belleza, y en el canto…el canto siempre”, sentencia Casiana.
Por supuesto que no es la primera vez que Torres incursiona en las bellas músicas sureras. En cada uno de sus tres discos anteriores (Canto mi tierra, Del fuego a la raíz y fundamentalmente Al corazón de la tierra) aparece alguito de ella, pero Soy milonga-Romance de la llanura es tal vez el trabajo más adentrado en esas profundidades que le fueron marcando el rumbo.
De ahí que, entre otros y otras, ella se referencie en Moreno Palacios por su magnética obra y por ser algo que ella define como “la tradición evolucionada”. En Carmen Guzmán, en tanto “tremenda” guitarrista, autora y cultora de milongas. En Suma Paz, porque respira su canto y su guitarra “como si fueran una sola pieza”. En José Ceña “que siempre está en la huella de este canto”, y en Héctor Pais, de quien versiona una de las tres piezas que más aprecia de su disco: “Soy milonga”. “Este tema con música de Castro tiene una letra que Héctor hizo para mí, como si hablará yo, conociendo mi sentir por el canto y por la tierra. Por eso terminó dando nombre al disco”. También resalta Casiana la versión de “Décimas por Milonga”, aquella improvisación de Félix Dardo Palorma tomada de una grabación casera en su propia voz, y la antedicha “Pero qué lindo el regreso” de Moreno Palacios.
“Son joyitas de músicas que veo firmes, creciendo desde el pie, con nuevas voces, con gente que se acerca con curiosidad, con la belleza del canto que no espera arengas y palmas, y que trabaja artesanalmente, pero con mucho campo para correr, porque tiene sus guardianes”.
-Solés decir que la llanura es un lugar que representa para vos casi todo lo que sos. ¿Por qué lo consideras así, habiendo nacido en Tierra del Fuego?
-Porque la llanura es ese instante de asombro y pausa, ese momento de unción con el alma que da cuenta de lo finito que somos, de lo pequeño también. El canto de la llanura es a lo largo pero también a lo hondo, a lo ancho, porque con una frase se mete en el corazón del que escucha. Acá está la unión con el otro, ese puente que creamos con el pueblo cuando le cantamos… el encuentro que los cantores no queremos que termine nunca, el instante fecundo donde las personas suspiran antes de aplaudir.
-Teniendo en cuenta esto que acabás de decir ¿cómo llevas la vida en medio de esta urbe cada vez más hostil y desalmada?
–Me duelen cosas, obviamente, me duele mucho este momento tan cruel. Me hiere lo que veo, ese despegarse del otro desde la mirada, ese no mirarse a los ojos en este andar al palo. Con relación a mi forma de transitar los días, trato de seguir viviendo como provinciana eterna, sin perder la sonrisa abierta a la ayuda y la mano tendida. Encontré una manera de sostener la urbe, y es moverme permanentemente a las provincias, respirar, recargar energías, cantar en las ciudades y pueblos, salir de esta “matrix” y allanarme a lo que se comparte en otros espacios, con otros tiempos. Como una gaviota fueguina “contrabandeando poesía de costa a costa”, según dice mi poeta amigo Daniel Quinteros.