Quién es Robert Kennedy Jr., el funcionario antivacunas que Milei recibió en Casa Rosada

La imagen circuló rápido: Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud de Estados Unidos, posando junto a Javier Milei y su inseparable motosierra. Pero no se trata de cualquier funcionario: Kennedy Jr. es una figura polémica en su país por su militancia antivacunas y sus declaraciones infundadas sobre una supuesta relación entre las vacunas y el autismo, desmentidas hace años por la comunidad científica.
La imagen circuló rápido: Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud de Estados Unidos, posando junto a Javier Milei y su inseparable motosierra. Pero no se trata de cualquier funcionario: Kennedy Jr. es una figura polémica en su país por su militancia antivacunas y sus declaraciones infundadas sobre una supuesta relación entre las vacunas y el autismo, desmentidas hace años por la comunidad científica.
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De heredero demócrata a negacionista serial
Robert F. Kennedy Jr. nació en 1954 con un apellido que pesa como pocos en la política norteamericana. Hijo de Robert F. Kennedy y sobrino del presidente John F. Kennedy, creció entre cenas familiares con senadores y funerales transmitidos en cadena nacional. En los años ‘90, su nombre volvió a sonar, pero por cuenta propia: abogado ambientalista, se metió en los tribunales a enfrentar a gigantes como Monsanto, denunciando contaminación de ríos y pueblos enteros en Estados Unidos.
Durante años, fue el “Kennedy verde”. El heredero rebelde que eligió no hacer carrera en Washington, sino meterse en los tribunales para enfrentar a corporaciones contaminantes y defender los ríos y bosques de Estados Unidos. En los ‘90, su nombre se asoció a causas nobles: se enfrentó con petroleras y se ganó cierto respeto entre ambientalistas y sectores progresistas. Parecía el miembro díscolo pero valioso de la familia más icónica de la política norteamericana.
Pero algo en ese camino se torció. Con el correr del tiempo, Kennedy fue abrazando teorías conspirativas y desmarcándose del consenso científico global. Lo que empezó como desconfianza hacia ciertos intereses farmacéuticos –una discusión legítima en todo sistema de salud– derivó en negacionismo puro y duro. Así se transformó en uno de los rostros más activos y peligrosos del movimiento antivacunas a nivel mundial.
En 2007 fundó Children’s Health Defense, una organización que, según la American Public Health Association, se convirtió en una de las principales difusoras de desinformación sanitaria en Estados Unidos. Durante la pandemia, sus publicaciones se viralizaron como reguero de pólvora. De acuerdo con un informe del Center for Countering Digital Hate (CCDH), Kennedy fue responsable de generar y difundir el 65% del contenido antivacunas que circuló en redes sociales, una cifra que encendió todas las alarmas en la comunidad médica.
Lo más grave es que ya no se limitó a sembrar dudas sobre la seguridad de las inmunizaciones infantiles –teorías que la ciencia lleva décadas desmintiendo– sino que lideró verdaderas campañas contra la vacuna contra el COVID-19 y atacó públicamente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos internacionales.
Sus mensajes, amplificados por medios afines y referentes negacionistas, no solo alentaron la desinformación, sino que minaron la confianza pública en políticas sanitarias elementales. Con su apellido histórico y discurso carismático, Kennedy se convirtió en un factor de riesgo sanitario global.
Mentiras virales y conspiraciones a medida
El abogado ambientalista devenido en secretario de Salud hace años que vive en guerra contra la evidencia científica. Insiste, sin una sola prueba seria, en que las vacunas causan autismo, una teoría desmontada por más de cien estudios revisados por pares y desmentida hasta el cansancio por la comunidad médica.
En 2021, frente a once millones de oyentes del podcast de Joe Rogan –una tribuna habitual para teorías delirantes–, redobló la apuesta y aseguró que “las vacunas son un instrumento de control poblacional”. La frase desató un vendaval de críticas, incluso dentro de su propia familia. Joseph Kennedy II, sobrino de JFK, no dudó en definirlo como “un peligro público disfrazado de idealista”.
Pero no se trata solo de discursos. Desde su cargo en el gobierno de Estados Unidos, Kennedy Jr. eliminó la vacuna contra el COVID-19 del calendario infantil, una medida que la Asociación Médica Americana calificó de “irresponsable y temeraria”. Su influencia es real y ahora amenaza con cruzar de manera explícita a la Argentina.
Para Javier Milei, Kennedy no es solo un funcionario excéntrico: es un emblema de su cruzada contra todo lo que huela a Estado y salud pública. Detrás de la sonrisa de ocasión y la motosierra de utilería, lo que se discutió en ese despacho fue una avanzada concreta contra derechos sanitarios básicos. Y el riesgo de importar un modelo de flexibilización sanitaria que ya mostró sus consecuencias en otros países.