Espectáculos

Para rusófilos y rusófobos

El trabajo del historiador e investigador del Conicet desmonta mitos y miradas esencialistas sobre un país que despierta temores y fervores. 

El libro Rusia hoy, de Martín Baña, salió hace unas pocas semanas. El título, taxativo y muy situado temporalmente, puede mover a engaño: ese «hoy» funciona, en realidad, como un posible punto de llegada, el «gancho» para tratar de atrapar una realidad tan compleja. Pero lo que importa es el recorrido, ese extenso y sinuoso «ayer» que fue moldeando la realidad rusa y la de su entorno. La reciente conmemoración del 80° aniversario de la victoria de la Unión Soviética sobre los nazis en la llamada «Gran Guerra Patria» surge como una postal que ilumina y se deja iluminar por muchos de los conceptos vertidos en este libro. 

Baña es un rusólogo (podría definírselo también como un «rusófilo», al menos en términos culturales), doctor en historia e investigador del Conicet. Ya había publicado un libro delicioso, Quien no extraña al comunismo no tiene corazón (Crítica, 2021) que también dialoga con su último trabajo, fundamentalmente cuando aborda el «giro afectivo» que condiciona y enturbia muchos de los análisis vinculados con: Rusia, la Unión Soviética, el comunismo, el antiimperialismo, etc. 

Publicaciones relacionadas

Rusia hoy se propone analizar tres tópicos fundamentales que se asocian, correcta o incorrectamente, a Rusia: el «comunismo», el «autoritarismo» y el «imperialismo». Con herramientas historiográficas pero atravesadas por la mirada cultural del «otro» (que puede ser tanto el que añora desde lejos los años soviéticos como el que le teme a los fantasmas que esa misma época sigue despertando en algunos), Baña desmonta trabajosamente, con la pasión de todo racionalista, los prejuicios esencialistas que convierten a Rusia en un estereotipo. 

Escribe el autor: «Tanto las posiciones a favor de Rusia como las que están en contra se pueden explicar, en gran parte, por el impacto que la dimensión emocional y las categorías heredadas de la Guerra Fría proyectan sobre los juicios que nos formamos sobre Rusia, y tienden a presentar perspectivas que no siempre se adecuan a sus complejas y heterogéneas realidades».

Baña explica cómo se ha ido desarrollando la historia rusa, con el zarismo, el sistema soviético y el capitalismo como etapas que dan cuenta de continuidades y rupturas, no siempre tan evidentes. Cita a otros investigadores que desmienten diversos tópicos aceptados con cierta ligereza intelectual. Por ejemplo, el del inevitable autoritarismo ruso producto de la «herencia mongola». Georgi Derluguian e Immanuel Wallerstein sostienen, en cambio, que «la recurrencia de gobernantes despóticos y activos está ligada a la típica estrategia semiperiférica de compensar la falta de recursos capitalistas con un incremento de la coerción». 

El rol de Rusia en el capitalismo actual (desde un lugar semiperiférico y como exportador de materias primas), la ambigüedad con que Vladimir Putin se acerca y se aleja, alternativamente, de la herencia simbólica del comunismo, los usos del nacionalismo religioso y la apelación a un antioccidentalismo más cultural (anti woke) que económico, son algunos de los temas que atraviesan estas páginas. 

Lejos de reivindicar las prácticas políticas que se vienen imponiendo, con diferentes signos ideológicos, desde Iván El Terrible hasta aquí, Baña rescata la «intelliguentsia» rusa, que funcionó a lo largo de los años como una suerte de «conciencia social» del país. Rusia hoy funciona, en definitiva, como un disparador para confrontar miradas totalizadoras. Rusófilos y rusófobos (neutrales casi no hay) tienen mucho para leer en este libro. 

Fuente: Pagina12

Comentarios de Facebook

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba