«En el boxeo profesional cualquiera te puede zarpar»

El exboxeador Alberto «Impacto» Melián, dos veces representante olímpico (Londres 2012 y Río de Janeiro 2016) y campeón nacional supergallo, asegura que en el boxeo nacional «hay materia prima y talento de sobra pero falta contención y acompañamiento», pide «más presencia de los referentes como pasa en otros deportes», aunque admite que la mayoría se termina alejando del ambiente porque hay «mucho zarpe, mucho negocio en la parte profesional. A los 35 años, desde su local de venta de indumentaria deportiva en el barrio porteño de Almagro, dialogó con Página 12, y agregó: «Lamentablemente, los referentes del boxeo estamos todos divididos».
–En febrero de este año tras el combate con el chubutense Maximiliano Robledo, en la Federación Argentina de Box, en Almagro, decidiste retirarte, ¿por qué?
–Me quería retirar del boxeo bien. Hacerlo bien antes de que el boxeo me retire. El boxeo te lleva a tener que volver o por la gloria o por la parte económica. Siempre te salen propuestas. Me bajé del ring diciendo que me retiraba y empezaron a llegarme propuestas de todos lados. Mi papá fue boxeador y a los 28 años el boxeo le dijo que se tenía que retirar por un desprendimiento de retina. El tema de la salud es importante para los deportistas, y especialmente en el boxeo, que es un deporte de contacto. Retirarse bien es fundamental y es muy complicado poder hacerlo si lesiones ni daños. Mi última pelea fue, hasta ahora, la mejor pelea del año con un rival en ascenso. Perdí, pero fue un peleón.
–¿Qué es el boxeo para vos?
–Todo. Me dio todo. A los 14 años había dejado el estudio, jugaba al fútbol y lo dejé, y con esa rebeldía entré en el boxeo. Mi familia me dio la oportunidad de hacer unas peleas para ver como me iba y así inicié mi carrera. A las seis de la mañana me levantaba a correr en la plaza Irlanda con el acompañamiento de mi mamá y después iba a la FAB, en Almagro.
–Estuviste 12 años en el amateurismo y eso te llevó a los Juegos Olímpicos ¿Qué significó esa experiencia para vos?
–La gente me reconoce, aunque ya pasaron varios años, por haber ido a los Juegos Olímpicos. Me dejó lindas experiencias porque me crucé con los mejores deportistas del país y noté que Manu Ginóbili era una persona de carne y hueso, y nos trataba con una humildad enorme y también te enseñaba a ser humilde. Subía el ascensor y venían el seleccionado de basquetbol, Las Leonas, los de rugby. Y estabas ahí con los mejores deportistas del país.
–Dijiste en otra entrevista que querías «trabajar a fondo para cambiar algunas cosas del boxeo argentino”, ¿qué es lo que gustaría cambiar?
–Puntualmente, quiero acompañar más a los boxeadores. Nosotros, en general, somos muy solitarios. Es que nadie nos dio nada, todo lo ganamos a los golpes. Me resulta raro que los boxeadores reconocidos no se acerquen a un gimnasio para ver qué necesitan los pibes. No hay referentes que sigan vinculados con el deporte, o muy pocos, como puede ser el caso de Brian Castaño. En los otros deportes si ocurre. En el vóley, los que están vinculados con la selección son ex jugadores. No es por hablar mal del boxeo, pero veo que en otros deportes pasa. Esto ocurre porque siempre nos cagaron y porque en el ambiente del boxeo hay también mucho negocio en la parte profesional. ¿A qué boxeador no lo cagaron? ¿O no le comieron la bolsa? Quizás por eso hay muy pocos que quieran ayudar. Mi pensamiento es diferente, justamente por todos los valores que me aportó el seleccionado argentino y todas las cosas que pude conocer gracias al boxeo.
–¿Creés que en el boxeo profesional hay mucho afano al deportista?
–Y sí, hay, siempre. Y no es que hay mucho zarpe, sino que cualquiera te puede zarpar. Hoy son todos promotores. No es por desmerecer a nadie pero te cruzás con el kiosquero de la esquina y es promotor. Leo mucho libros relacionados con el boxeo y el negocio siempre existió. En mi carrera como boxeador, ir de frente, con la verdad, con la conveniencia para mí mismo me limitó un montón. En los últimos cinco años hice una pelea por año y eso fue por estar planchado. El sistema te margina por pelear lo que le corresponde al boxeador, que es el que se sube al ring. Y eso pasa porque hay mucha desunión. Lamentablemente, los referentes del boxeo estamos todos divididos. Al sistema no le sirve que estemos unidos.
–Das clases de boxeo en Villa Lugano, ¿cómo es esa experiencia?
–Las clases las doy hace ya un año en el barrio 20 de Villa Lugano, en un club que se llama «La esquina hace arte». Lo hago ahí porque ese club tiene las actividades gratuitas para los chicos. Es algo que me encanta, ese trabajo es ideal para mí porque me gusta transmitir a los chicos el deporte, mostrarles lo que es el boxeo.
–También realizás eventos de boxeo en las cárceles…
–Lo de (Fundación) Semillero es una liga que conformamos cuatro personas. Soy el vicepresidente y el año pasado hicimos eventos gratuitos en un montón de lugares. De ahí sale un brazo que se abre de la liga, que es boxeo de alto impacto en los barrios y en los penales, para poder lograr la reinserción a la sociedad de los muchachos. Es un proyecto a largo plazo, de poder influenciar con el deporte y el boxeo. Son eventos, totalmente a pulmón, que hoy no hace nadie. Semillero se inició en Avellaneda. Ahí el intendente nos habilitó la liga, la FAB nos afilió el club y con eso pudimos realizar todos los eventos el año pasado. Ya hicimos actividades en la Isla Maciel, Villa Tranquila, barrio Piñeiro, en Villa Lugano, en Flores sur, que va a ser sede de la liga en Capital Federal. La idea es crecer y que también lo hagan los chicos. Empezamos hace tres años en una mesa en un asado entre diez profesores y ahora hay más de noventa clubes afiliados y cada uno tiene unos 30 o 40 pibes, y ya hay boxeadores con licencia, que ya están peleando de forma amateur. Saqué el título de campeón de los barrios, que está avalado por Asociación Mundial de Boxeo (AMB), que es la entidad más vieja en el mundo en este deporte. Es un trabajo arduo el que se hace en los barrios. Ese reconocimiento de la AMB me lo dio el vicepresidente, que es argentino y se llama Lautaro Moreno. Entre estos chicos hay talento de sobra, lo único que falta es contención.
–¿Cuál es el estado actual del boxeo nacional?
–Tiene el producto principal. La materia prima está. Pero hay que cuidar al boxeador. Y cuidarlo no es ponerle un rival que no este en su nivel. Cuidarlo es acompañarlo todos los días: ¿che, qué necesitás? Suplementos, ropa, cómo estás en los entrenamientos, cómo venis con el peso. Y eso no ocurre. Pero antes sí pasaba. Se fue perdiendo. Pero también hay una crisis muy importante porque todos te dicen que no hay plata. Talento hay, boxeadores también. Hay que darle una vuelta de rosca nada más. Me gustaría ver a la Federación Argentina de Box repleta todos los sábados. Y eso que creo que la gestión de Luis Dolfi es positiva. Está trabajando mucho. A nosotros nos afilió un club con el que hicimos siete eventos, en barrios vulnerables, donde los pibes se pudieron desarrollar. Es una gestión que aporta mucho.
–Terminaste la etapa profesional, ¿seguirás vinculado al boxeo?
–Siempre voy a ser boxeador y a estar vinculado con el boxeo. Ahora es otra etapa, la de acompañar y trabajar desde afuera del encordado para que pueda crecer el deporte.