Espectáculos

Ariel Prat: «No se puede comprar ni la emoción ni la poesía»

Presentará su espectáculo «De Borges a Bersuit». El jueves 17 de abril, en tanto, hará en el Tasso “Dos orillas” junto al músico uruguayo Alejandro Balbis.

Ariel Prat reparte sus días entre Zaragoza y Buenos Aires. Si bien está afincado en España por motivos familiares, el cantor, letrista y compositor regresa con frecuencia al país para dar clases en la Undav y presentarse en vivo. “Estoy repartiéndome como puedo, porque tengo mi hija allá. Estoy en un ida y vuelta constante y generando espacios para mi producción artística. Mi público va creciendo allá entre españoles y franceses, no solo argentinos. Y eso me da ilusión”, dice Prat, un referente no solo de la murga y el tango, sino también de la cultura popular. Mientras termina de preparar su disco Pratanguero –que reúne una serie de EP’s, como 3º Esquina, la que se alumbra (2024)-, el músico porteño presentará su espectáculo «De Borges a Bersuit» este sábado 29 de marzo a las 21 en Palacio El Victorial (Piedras 722). Y el jueves 17 de abril a las 20 en el Tasso (Defensa 1575) hará lo propio con “Dos orillas” junto al músico uruguayo Alejandro Balbis.

“El espectáculo que estoy haciendo lo bauticé De Borges a Bersuit porque está lo poético, que arranca con algunas milongas borgeanas y voy desarrollando un hilo conductor que se va ennegreciendo para terminar con los tangos negros”, explica Prat. Entre canciones propias y versiones de otros autores, el artista intercala en vivo temas de Bersuit, Luis Alberto Spinetta, Enrique Cadicamo, Homero Manzi (“Milonga triste”) y hasta una versión de “Imágenes paganas”, de Virus. Y, como siempre, un cierre a todo murga. “En los pasos de la murga nuestra están todos los condimentos del milonguero y la milonguera, porque aparece esa cosa salvaje”, resalta. A mediados de año, saldrá la versión definitiva de su disco Pratanguero, que incluirá la milonga inédita «Buenos Aires», sobre una poesía de Borges; y un tango que compuso en París, «Emocional».

Además, por primera vez compartirá un show junto al cantante y compositor de murga-canción Alejandro Balbis. “Es un ida y vuelta entre ambas culturas, Montevideo y Buenos Aires. Aparentemente uno podría creer que están muy cerca pero no lo están tanto”, repara Prat, un precursor de la murga porteña. “En este caso vamos a unir a través de canciones, cada uno con su estilo, esta suerte de hermandad que lleva muchos años. En 1997 ideé una cosa que se llamó el Club Murguérico del Río de la Plata y por primera vez hice un encuentro entre murguistas de Montevideo y murgueros de Buenos Aires. Fue el puntapié para que luego diseñe la ordenanza para declarar a las murgas como patrimonio cultural en Buenos Aires”, enmarca.

“Eso funcionó muy bien porque vinieron todos los directores de la Falta e hicieron una especie de taller integrado con las murgas de acá –continúa-. Ambas se denominan murgas pero no tienen nada que ver en grandes aspectos esenciales. Nuestra murga viene de la comparsa del candombe que se va blanqueando y la montevideana, en cambio, tiene otro estilo, una manera más teatral y de escenario”, distingue. “Al mismo tiempo ellos desarrollaron un estilo desde la canción, pero nuestra murga no ha llegado a eso a pesar de que yo cante o Alejandro del Prado también lo haga. Nuestra murga sigue manteniendo una cuestión más callejera. Los artistas en general que cantan y que graban no salen de la murga. A mí me gusta bailar la murga, no solo subirme a un escenario a cantar. Ser un anónimo bailarín. Hay que empujar el carro de la cultura rioplatense, que es muy fuerte y muy rica, y está en nosotros fogonearla, sobre todo con lo que está pasando”.

-¿La música en este momento político funciona como una trinchera?

-No sé si mi música tiene que ver con lo coyuntural, pero quizás estoy haciendo una trinchera cultural; una defensa de la cultura callejera, dándole valor con la ternura, el ritmo y el cuerpo. Le hice una murga al “Flaco” Néstor (Kirchner), pero no la meto en el repertorio especialmente. Si la fecha lo requiere, sí. En mis conciertos hay un guiño, porque nuestra cultura siempre tuvo un papel importante en los cambios políticos. Y no podemos estar ajenos a eso, porque no somos una burbuja. Es importante la canción, el canto y sostener una posición que no hable en nombre del mercado. No se puede comprar la emoción ni la poesía. En eso soy bastante implacable a la hora de elegir. Hay que tratar de dar ese punto de emoción y de pensamiento en una época en la que son armas.

Fuente: Pagina12

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