Postales del Cosquín Rock 25
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* El dato de un 55 por ciento de asistencia femenina en 2024 que dio José Palazzo quizá haya quedado desactualizado: a diferencia de épocas en que los festivales se convertían en zonas de riesgo para las mujeres, el Cosquín Rock 25 fue felizmente habitado por miles y miles de chicas, de muchas edades. Abajo y arriba del escenario: la misma Hilda Lizarazu parafraseó a Charly para ufanarse de que «en esta banda hay más chicas que chicos… ¡Cómo conseguir chicos!»
* Algo similar puede decirse de la conciencia del público en cuanto al impacto que dejan encuentros de esta magnitud. No puede decirse que el campo haya quedado impoluto, pero pudo advertirse un cuidado en el manejo de la basura y un aprovechamiento de los stands que reciclaban latas y otros desperdicios muy bienvenido.
* Los que también pusieron un gran esfuerzo fueron algunos (supuestos) representantes de la ley. El domingo, en diálogos sueltos pudieron escucharse quejas del excesivo celo que ponían en la búsqueda de drogas agentes de civil que ni siquiera exhibían placa identificatoria, y que secuestraban el material y dejaban seguir al «infractor». No eran pocos los que sospechaban que más tarde funcionaría una cadena de comercializadores minoristas paralelos. La gente es muy mal pensada.
* Una de las grandes atracciones extramusicales se situaba justo en medio del campo: quien se animaba a subirse a la tirolesa -y tenía la paciencia para transitar una cola justificadamente larga- tenía un paseo en la altura que, durante unos segundos de trayecto, le permitía otear los cerros. los escenarios principales y la masa de gente a sus pies y sentir que, aunque el botón no identificado se hubiera quedado con el material, igual podía volar.
* Debe remarcarse, casi como cábala para próximas ediciones: el clima tuvo piedad. El sábado a las 14.30, en el preciso instante en que debía abrirse la actividad en los escenarios principales, el diluvio que caía sobre el valle abría la expectativa de cuerpos empapadísimos y barro nivel Woodstock. Pero fue la única presencia, casi como un dar el presente y dejar paso al sol para que la fiesta fuera completa. Porque la lluvia agrega épica, sí, pero tampoco al punto de la pesadilla. El domingo por la mañana todo ya había secado bastante, pero por las dudas la producción agregó placas de piso en el lugar más castigado -el acceso al escenario Norte- y chips de madera en las zonas que la noche anterior habían parecido un pantano, en una zona transitada por el flujo entre el escenario Norte, el Boomerang / Paraguay y La Casita del Blues. Como diría Divididos, todos terminaron con las patas llenas de barro de la caravana, pero sin perder las llantas.